El 17 de noviembre de 2025, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) aprobó una resolución patrocinada por los Estados Unidos que da respaldo al ambicioso plan de 20 puntos del presidente Donald Trump para reconstruir y estabilizar la Franja de Gaza tras años de conflicto.
El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu publicó un comunicado solo en inglés, valorando la votación, mientras evitó dirigirse al público en hebreo, lo que generó polémica en su propio gobierno.
Este artículo analizará en profundidad qué supone esta resolución para Israel, Palestina y el futuro de Gaza, así como las implicaciones geopolíticas de este viraje diplomático, con un enfoque especial para lectores en Latinoamérica.
Antecedentes: del conflicto en Gaza al plan de 20 puntos
El contexto bélico
La guerra entre Hamas e Israel comenzó significativamente tras el 7 de octubre de 2023, cuando Hamas llevó a cabo un ataque masivo en el sur de Israel. Desde entonces, Gaza ha sido escenario de un conflicto extenso, con miles de víctimas, desplazamientos y destrucción.
Este prolongado enfrentamiento creó las condiciones para que actores globales, encabezados por Estados Unidos, buscaran una salida diplomática.
El plan de 20 puntos de Trump
El presidente Trump presentó un plan que contempla, entre otros elementos: el alto al fuego, la retirada progresiva de tropas israelíes, la reestructuración de Gaza bajo una autoridad técnica palestina supervisada internacionalmente, la formación de una fuerza internacional de estabilización y un eventual camino para la autogobernanza palestina.
Este plan fue integrado como anexo a la resolución de la ONU aprobada en noviembre de 2025.
La resolución de la ONU: ¿qué autoriza exactamente?
Aprobación y contenidos clave
La resolución fue adoptada por 13 votos a favor y dos abstenciones (Rusia y China) en el CSNU.
Entre sus disposiciones principales se encuentran:
- La creación de un cuerpo llamado Board of Peace (BoP), con mandato transitorio para supervisar la reconstrucción de Gaza y eventualmente entregar la gobernanza al Autoridad Palestina (AP).
- El despliegue de una International Stabilization Force (ISF) en Gaza, con el objetivo de asegurar las fronteras, entrenar una nueva policía palestina y velar por la desmilitarización del territorio.
- Un párrafo que señala que “las condiciones pueden finalmente estar en su lugar para una vía creíble hacia la autodeterminación y el Estado palestino” — lo que ha generado particular controversia.
¿Por qué este momento?
Esta resolución da respaldo internacional legal a un plan que estaba en desarrollo entre EE.UU., Israel, Egipto, Catar y otros, para aprovechar lo que algunos analistas consideran una ventana histórica post-conflicto para reconfigurar Gaza. Para Israel, representa la posibilidad de que Gaza quede desmilitarizada y que Hamas ya no detente el poder de facto. Para la comunidad internacional, es un esfuerzo para evitar una nueva escalada de violencia, reconstruir y estabilizar el área.
Reacción de Israel y Netanyahu
Apuesta por comunicar en inglés
El primer ministro Netanyahu publicó su mensaje solo en inglés, a través de su cuenta oficial, felicitando al plan de Trump y a la resolución pero evitando emitirlo en hebreo.
Esto fue interpretado como una señal de que su ofensiva comunicativa estaba dirigida al público internacional (especialmente EE.UU.) más que al israelí. En su mensaje afirmó que el plan “llevará a paz y prosperidad… porque insiste en la desmilitarización, el desarme y la desradicalización de Gaza.”
Tensiones internas del gobierno israelí
Dentro del gobierno de unidad nacional liderado por Netanyahu, los partidos de extrema derecha (como los de Itamar Ben‑Gvir y Bezalel Smotrich) no se pronunciaron de inmediato y algunos manifestaron su oposición a las implicaciones de estado palestino.
El líder de la oposición, Yair Lapid, afirmó que Netanyahu aceptó el plan “bajo presión estadounidense”.
Objetivos israelíes declarados
Netanyahu vincula el plan de Trump con los siguientes objetivos:
- Recuperación de los cadáveres de los tres rehenes israelíes que aún se presume están en Gaza.
- Desarme de Hamas, remoción de su gobierno en Gaza y reducción de su capacidad de amenaza.
- Integración de Israel con sus vecinos y expansión de los Acuerdos de Abraham.
Implicaciones para Palestina y Gaza
Para la Autoridad Palestina
La resolución valida que una futura transferencia de poder en Gaza puede depender de que la AP implemente reformas, lo que le otorga un papel potencialmente mayor.
Sin embargo, la AP debe demostrar capacidad de gobernanza, transparencia y reestructura para acceder a ese futuro.
Para Hamas
La formación de una autoridad internacional en Gaza y la ISF suponen una gran amenaza al rol de Hamas como fuerza dominante en el territorio. Hamas rechazó la resolución, manifestando que no aceptará desarme ni supervisión internacional en Gaza.
Esto plantea una tensión inmediata: ¿aceptará Hamas la pérdida de control o continuará la confrontación?
Para los gazatíes
La reconstrucción de Gaza es una de las grandes promesas del plan. Pero en el terreno persisten retos como: la seguridad, el desplazamiento interno, la reconstrucción de viviendas, infraestructura y servicios básicos. Muchos gazatíes son escépticos sobre cuánto podrá cambiar la situación.
Además, algunos grupos palestinos advierten que la ISF internacional podría ser percibida como fuerza de ocupación.
El factor regional e internacional
Países árabes y musulmanes
El plan de Trump y su respaldo de la ONU involucran a países como Egipto, Catar, Indonesia y otros que podrían aportar tropas o recursos a la ISF y al proyecto de reconstrucción.
Aunque algunos países sauditas o rusos manifestaron reservas sobre la autoridad internacional propuesta, la mayoría aceptó diplomáticamente la resolución.
Estados Unidos y diplomacia global
Para los EE.UU., esta resolución representa un triunfo diplomático de la administración de Trump: haber logrado una mayoría en el CSNU para la resolución y obtener un rol central para Washington en la arquitectura posconflicto en Gaza.
La presidencia de Trump estableció públicamente que su liderazgo en el proceso podría cambiar la geopolítica de Oriente Medio.
Rusia, China y la oposición
Rusia y China se abstuvieron en la votación, argumentando que el plan “carece de claridad” sobre plazos y soberanía palestina.Esto indica el creciente papel de la rivalidad global en la arena del conflicto israelí-palestino, en que no sólo importan las partes directas, sino también la competencia diplomática mundial.
Riesgos, desafíos y escepticismos
Implementación incierta
Aunque la resolución es un paso importante, la puesta en marcha del BoP y de la ISF no está definida en detalle: ¿quién aportará tropas?, ¿cómo se coordinará con Israel y Egipto?, ¿cuál será la duración exacta del mandato? Estas son incógnitas aún abiertas.
Por ejemplo, algunos países han dicho que no participarán hasta tener un marco más claro.
Resistencia de Hamas y mercado interno israelí
Hamas ya ha declarado que tratará a la ISF como fuerza de ocupación.
En Israel, los partidos de derecha consideran que la resolución podría sentar las bases para un futuro Estado palestino, lo que contradice su postura. Esto genera un frágil equilibrio político para Netanyahu.
Ética, soberanía y reconstrucción
La resolución plantea cómo combinar la soberanía palestina, la supervisión internacional y el rol israelí en la seguridad. Algunos críticos la tildan de “modelo colonial” o de administrado por el extranjero.
La reconstrucción de Gaza implicará enormes recursos, y la confianza de la población será clave para evitar que resurjan tensiones o un vacío de poder.
¿Qué significa esto para América Latina?
Aunque a primera vista el conflicto israelí-palestino puede parecer lejano para América Latina, hay varios vínculos importantes:
- Países latinoamericanos forman parte de foros multilaterales (como la ONU) donde estas resoluciones se debaten y adoptan, lo que puede incidir en sus políticas exteriores.
- Algunos estados latinoamericanos mantienen relaciones bilaterales con Israel, Palestina o Estados Unidos que podrían verse afectadas según evolución del proceso.
- La reconstrucción de Gaza podría implicar cooperación internacional que incluya empresas o actores de América Latina en sectores de servicios, construcción o ayuda humanitaria.
- Desde la perspectiva de la diplomacia global, este tipo de resolución puede sentar precedentes sobre cómo la ONU y los grandes poderes intervienen en situaciones de posconflicto, algo relevante también para América Latina (pensando en Venezuela, Colombia, Centroamérica, etc.).
Escenario futuro: posibles líneas de desarrollo
Corto plazo (6-12 meses)
- Inicio del despliegue de la ISF y anuncio de miembros del BoP, liderado por Trump según lo previsto.
- Israel avanzará en la entrega de los cuerpos de los rehenes muertos que aún se encuentran en Gaza, paso importante para normalizar relaciones públicas del plan.
- Tensión continua: si Hamas no coopera en desarme, existe el riesgo de que Israel retome operaciones militares. Netanyahu lo advirtió.
Mediano plazo (1-3 años)
- Se avanzará en la reconstrucción de Gaza, dotando de infraestructura, servicios y una nueva policía palestina bajo supervisión internacional.
- La Autoridad Palestina podría retomar el control limitado de Gaza (o parte de él) si cumple con reformas exigidas por el plan.
- El proceso de normalización entre Israel y estados árabes vecinos puede acelerarse si se considera que el plan avanza, cimentando nuevos pactos de seguridad y diplomáticos.
Largo plazo (3-5 años y más)
- Si el plan funciona, podría emerger un nuevo mapa político para Gaza: un territorio desmilitarizado bajo una autoridad técnica-policíaca palestina, con un papel secundario continuo de actores internacionales.
- El camino hacia un Estado palestino podría reabrirse bajo condiciones formales, aunque no necesariamente con el modelo tradicional.
- Alternativamente, si el plan fracasa, podría haber nueva escalada de violencia, crisis humanitaria y desconfianza internacional, lo que desbarataría el atisbo de solución que hoy se vislumbra.
Conclusión
La aprobación de la resolución de la ONU que respalda el plan de Donald Trump para la Franja de Gaza marca un momento clave en el conflicto israelí-palestino: se abre una nueva arquitectura diplomática e institucional para manejar el posconflicto en Gaza.
Para Israel, representa una oportunidad de desarraigar el poder de Hamas, recuperar rehenes y avanzar en vínculos regionales. Para los palestinos y Gaza, representa una esperanza de reconstrucción, pero también un gran desafío de soberanía, gobernabilidad y legitimidad.
Para la comunidad internacional, es una prueba de que, aún en conflictos que parecían enquistados, pueden generarse acuerdos vinculantes y respaldados por la ONU. Sin embargo, los riesgos son enormes: la implementación, la cooperación de todas las partes y la real transformación del terreno determinarán si esto será un verdadero punto de inflexión o un intento frustrado más.
Desde América Latina, este proceso invita a observar cómo se construyen y negocian los modelos de intervención internacional, la reconstrucción posguerra y los nuevos equilibrios geopolíticos en una región tan compleja como Oriente Medio.