En una reunión de alto perfil en la Casa Blanca el 18 de noviembre de 2025, el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman (MBS) dejó claro que su país aspira a unirse a los Acuerdos de Abraham, el histórico marco de normalización entre varios países árabes e Israel. Sin embargo, su optimismo va acompañado de una condición no negociable: una vía creíble hacia la creación de un Estado palestino.
Este planteamiento marca un momento clave en la diplomacia de Oriente Medio, ya que condensa las tensiones persistentes entre la modernización geopolítica y las promesas de justicia para los palestinos.
Contexto histórico: ¿qué son los Acuerdos de Abraham?
Los Acuerdos de Abraham fueron firmados originalmente en 2020 entre Israel y varios países árabes —como los Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Marruecos y Sudán— con mediación de Estados Unidos, durante la administración de Donald Trump. Este pacto representó un cambio serio en la geopolítica regional, al abrir relaciones diplomáticas oficiales entre Israel y países árabes que históricamente habían rechazado la normalización sin un progreso tangible hacia una solución de dos Estados.
En ese sentido, para muchos analistas, la adhesión de Arabia Saudita a estos acuerdos sería el “punto de inflexión” que legitima aún más el nuevo curso de la diplomacia regional.
¿Qué dijo exactamente MBS?

Según reportes del Times of Israel, durante su reunión con Donald Trump, MBS afirmó:
“Queremos ser parte de los Acuerdos de Abraham, pero también queremos asegurarnos de que haya un camino claro hacia una solución de dos Estados.”
Agregó que se trata de una “discusión sana” con Trump para trabajar en ese camino hacia la paz.
Además, el príncipe saudí expresó su compromiso con la reconstrucción de Gaza, indicando que Arabia Saudita “definitivamente ayudará a costear” ese proceso.
¿Por qué es tan importante esa “ruta hacia un Estado palestino”?
Condición política y simbólica
Para Arabia Saudita, la creación de un Estado palestino no es solo una demanda simbólica: representa una línea roja diplomática. Analistas señalan que Riad insiste en una «ruta creíble, irreversible y con plazos» para la creación de ese Estado como condición para normalizar plenamente sus relaciones con Israel.
Este enfoque no es nuevo. Arabia Saudita ha mantenido por años que no reconocerá a Israel sin que haya avances concretos para resolver el conflicto palestino.
Presión interna y legitimidad
El príncipe MBS también debe considerar la opinión pública saudí. El conflicto palestino tiene un fuerte peso simbólico para muchos en el mundo árabe, y una normalización sin avances reales hacia el Estado palestino podría generar rechazo interno y regional.
Además, según reportes, sus negociaciones con Trump incluyen no solo diplomacia, sino también seguridad: se habla de acuerdos de defensa, incluyendo la venta de cazas F-35, lo cual eleva la apuesta política.
Falta de compromiso de Israel
Uno de los principales desafíos es que figuras clave en Israel, especialmente dentro del gobierno de Benjamin Netanyahu, han mostrado escepticismo o rechazo hacia una ruta clara hacia el Estado palestino.
Así, desde la perspectiva saudí, cualquier acuerdo debe ir acompañado de garantías reales y vinculantes, no solo promesas diplomáticas superficiales.
Retos y obstáculos para llegar a un acuerdo
Diferencias entre lo diplomático y lo real
Aunque tanto Trump como MBS expresaron “buenas sensaciones” sobre los Acuerdos de Abraham, ninguno de los dos dio un compromiso concreto o inmediato. MBS evitó usar la palabra “compromiso” y prefirió hablar de “trabajar para preparar la situación correcta lo antes posible”.
Ese matiz demuestra lo delicada que es la negociación: la normalización no es algo que se pueda firmar de un día para otro sin poner en riesgo los intereses regionales saudíes.
Seguridad y armas
En el trasfondo de estas negociaciones está un acuerdo de seguridad entre EE.UU. y Arabia Saudita. Trump afirmó que los saudíes recibirán cazas F-35, similares a los de Israel.
Esto podría generar tensiones, especialmente si no se cumple la demanda saudí de un camino hacia la paz palestina: una normalización militar sin progresos políticos podría resultar insostenible para Riad.
Reacción israelí y política interna
La facción más conservadora y nacionalista en Israel ha mostrado resistencia a la idea de un Estado palestino. Por ello, incluso si Trump presiona, existe incertidumbre sobre cuánto está dispuesto a moverse Jerusalén.
Además, analistas señalan que Trump necesita mostrar que está dispuesto a respaldar la visión saudí sobre Palestina para persuadir a MBS.
Tiempo y credibilidad
Para Arabia Saudita es clave que la ruta hacia el Estado palestino no sea solo una promesa vaga, sino un plan con hitos reales, plazos y posiblemente supervisión internacional. Varias fuentes sugieren que MBS no está dispuesto a sacrificar su legitimidad ante su población si lo que se propone no tiene respaldo concreto.
¿Qué significaría un acuerdo para Oriente Medio?
Implicaciones geopolíticas
- Unión clave: La entrada de Arabia Saudita a los Acuerdos de Abraham consolidaría aún más un bloque árabe moderado con visión de modernización y alianza estratégica con Israel.
- Presión diplomática: Podría impulsar otros países a normalizar relaciones con Israel bajo condiciones similares, pero también podría aumentar la exigencia de soluciones justas para los palestinos.
- Reequilibrio militar: La venta de armamento como los F-35 podría cambiar las dinámicas de poder en la región, especialmente respecto a Irán u otras potencias rivales.
Posible impulso para la causa palestina
Si la exigencia de Arabia Saudita de un “camino claro” hacia el Estado palestino se cumple de forma tangible, esto podría revitalizar el proyecto de dos Estados, creando una oportunidad diplomática para reactivar negociaciones estancadas.
También podría aumentar la presión internacional sobre Israel para comprometerse en reformas, ya que su normalización con una potencia árabe tan central dependería de concesiones reales.
Riesgos
Pero no todos los escenarios son optimistas:
- Si la ruta hacia el Estado palestino resulta ser simbólica más que efectiva, Arabia Saudita puede enfrentarse a un reproche interno y de otros países árabes.
- Si Israel se niega a dar compromisos vinculantes, la negociación podría estancarse, frustrando las expectativas de normalización.
- Existe el riesgo de que la normalización, sin cambios reales sobre el terreno para los palestinos, se perciba más como un acuerdo geopolítico que como un acto de justicia.
Comparación con otros momentos históricos
Iniciativa Árabe de Paz (2002)
No es la primera vez que Arabia Saudita liga la normalización con Israel a una solución para los palestinos. En la Iniciativa de Paz Árabe de 2002, propuesta por Arabia Saudita y respaldada por la Liga Árabe, se planteó el reconocimiento de Israel a cambio de una retirada de los territorios ocupados y la creación de un Estado palestino con Jerusalén Oriental como capital.
Este antecedente muestra que Riad ha mantenido históricamente esa condición, y no simplemente como una estrategia táctica: es parte de su diplomacia de largo plazo.
Otros miembros de los Acuerdos de Abraham
Los países que ya firmaron los Acuerdos de Abraham (como Emiratos Árabes Unidos o Baréin) no condicionaron su normalización a un camino concreto hacia un Estado palestino.
Eso ha sido una de las críticas: que la normalización se logra sin resolver las aspiraciones palestinas, lo cual limita la profundidad de la paz. Por eso, la demanda saudí de un camino claro hacia la creación de un Estado añade un nivel diferente al debate.
Repercusiones a futuro y escenarios posibles
A partir de la posición de MBS, podemos imaginar varios escenarios de cómo podría desarrollarse la situación en los próximos meses o años:
- Acuerdo gradual con ruta clara: Arabia Saudita y EE.UU. diseñan un plan con hitos medibles para la creación del Estado palestino, incluyendo reformas, supervisión internacional y garantías. Si esto prospera, Riad podría comprometerse parcialmente con la normalización, generando una ola diplomática positiva.
- Estancamiento por falta de avances israelíes: Si Israel no acepta comprometerse con plazos concretos o concesiones territoriales, las negociaciones podrían romperse. Arabia Saudita podría entonces optar por cooperaciones más limitadas (comerciales, de seguridad) sin la formalización total.
- Compromiso simbólico: Riyadh podría decir “sí, queremos normalizar”, pero con cláusulas lo suficientemente vagas para que, en la práctica, el “camino” hacia el Estado palestino dependa de condiciones muy flexibles. Eso le permitiría ganar diplomáticamente sin asumir un costo político alto, aunque podría decepcionar a quienes esperaban un cambio real.
- Presión regional e internacional: Otros actores árabes e internacionales podrían usar la demanda saudí como palanca para exigir más compromiso a Israel. Si Arabia Saudita lidera con firmeza, podría surgir un nuevo impulso multilateral para una solución de dos Estados.
Conclusión
El mensaje de MBS durante su reunión con Trump no puede subestimarse: Arabia Saudita está abierta a unirse a los Acuerdos de Abraham, pero no a cualquier costo. Para Riad, la normalización debe ir de la mano de una ruta concreta hacia la creación de un Estado palestino, algo que ha sido una constante en su diplomacia.
Este planteamiento refleja una realidad geopolítica compleja, en la que Arabia Saudita busca jugar un papel clave como puente entre Israel y el mundo árabe, pero sin renunciar a su identidad como actor defensor de la causa palestina.
El éxito de este proceso dependerá en gran medida de si Estados Unidos, Israel y Arabia Saudita logran traducir esas aspiraciones diplomáticas en compromisos reales, medibles y vinculantes. Si lo consiguen, podría abrirse una nueva era para la paz en Oriente Medio. Si no, las diferencias estructurales podrían seguir siendo un obstáculo demasiado grande para salvar.