En una medida sorprendente y audaz, el Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha revelado planes para que Israel mantenga una presencia en la Franja de Gaza durante los próximos 10 años. El anuncio se produce mientras la nación lidia con el esfuerzo bélico en curso contra Hamás y Netanyahu enfrenta feroces desafíos políticos desde adentro.
El cronograma estimado para la primera etapa de la guerra, cuyo objetivo es erradicar a Hamás, es de uno a dos años. Después de esto, se proyectan ocho años más para que se estabilice un gobierno alternativo, lo que creará la necesidad de que Israel mantenga una presencia continua en Gaza. La visión es que Gaza se parezca al estado actual de Cisjordania, con una región desarmada bajo control palestino parcialmente hostil.
En particular, la estrategia de Netanyahu excluye el gobierno militar israelí o los asentamientos en Gaza, pero implica el control remoto desde Israel. Al ex líder de Fatah en Gaza, Mohammad Dahlan, se le ha prohibido regresar a la Franja, lo que demuestra aún más la determinación de Netanyahu de dar forma al futuro de la región.
Sin embargo, a medida que Netanyahu dirige el esfuerzo bélico, sus batallas políticas internas se intensifican. Una reunión sobre las oraciones del Ramadán en el Monte del Templo puso de relieve las tensiones entre el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, y el ministro del gabinete de guerra, Benny Gantz. La visita de Gantz a Washington ha añadido una capa diplomática al conflicto, ya que Netanyahu insiste en gestionar las relaciones de Israel con Estados Unidos exclusivamente.
La crisis diplomática de Netanyahu con Estados Unidos se ha profundizado, exacerbada por las recientes críticas de la vicepresidenta Kamala Harris a las acciones de Israel en la guerra. Mientras Gantz participa en reuniones cruciales en Washington, el bando de Netanyahu lo percibe como un viaje de campaña política más que como un esfuerzo diplomático para mejorar las relaciones.
Las inminentes elecciones estadounidenses de 2028, que coincidirán con el cronograma de 10 años para Gaza, presentan desafíos adicionales para Netanyahu. El impacto de la guerra en la campaña del presidente Joe Biden, junto con la lucha en curso por un alto el fuego y las negociaciones para la toma de rehenes, añade complejidad a la crisis diplomática.
Dentro de Israel, Netanyahu enfrenta una crisis política interna mientras se enfrenta a rivales como Gantz y el ministro de Defensa, Yoav Gallant. A pesar de la agitación, la convicción de Netanyahu de que sólo él puede gestionar la nación y la guerra sigue firme. Su narrativa enfatiza su papel al proporcionar espacio diplomático para Israel, respaldado por cuatro de las superpotencias del mundo.
De cara al futuro, Netanyahu contempla la posibilidad de retirarse, un tema que ha ganado fuerza en sus círculos más cercanos. Si bien no se ha hecho ningún anuncio oficial, la discusión en torno a su edad y agotamiento indica un posible cambio en el panorama político israelí.
Mientras Netanyahu navega por las complejidades de la guerra, la política y la diplomacia, los próximos años prometen ser cruciales tanto para Israel como para su líder de larga data.