En un logro innovador, el profesor Haim Sompolinsky de la Universidad Hebrea de Jerusalén se ha convertido en el primer israelí en recibir el Brain Prize de 2024, el galardón internacional más grande y distinguido en el ámbito de la investigación del cerebro. El prestigioso premio, presentado anualmente por la Fundación Lundbeck de Dinamarca, reconoce el trabajo pionero del profesor Sompolinsky en neurociencia teórica y computacional, arrojando luz sobre los intrincados circuitos y sistemas que gobiernan la función cerebral.
En colaboración con la Universidad de Harvard, el profesor Sompolinsky comparte el estimado premio, por un total de 1,3 millones de euros (1,4 millones de dólares), con otras luminarias en el campo, a saber, el profesor Larry Abbott de la Universidad de Columbia y el profesor Terrence Sejnowski del Instituto Salk. Juntos, han avanzado significativamente nuestra comprensión de la dinámica de los circuitos neuronales, contribuyendo a descifrar cómo el cerebro procesa la información, interpreta el mundo externo y participa en el aprendizaje y la memoria.
Richard Morris, presidente del comité de selección del Brain Prize, elogió la dedicación de cuatro décadas de Sompolinsky para establecer la neurociencia teórica y computacional como piedra angular de la investigación moderna del cerebro.
Nacido en Copenhague en 1949, el viaje personal de Sompolinsky se entrelaza con una notable historia familiar marcada por el Holocausto. Su padre, el profesor David Sompolinsky, desempeñó un papel fundamental en la Resistencia danesa, orquestando la fuga de 700 correligionarios de la persecución nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Este entorno familiar, que combina la observancia judía ortodoxa con una profunda pasión por la ciencia, sirvió de inspiración para la multifacética carrera del profesor Sompolinsky.
En una entrevista exclusiva con The Times of Israel, el profesor Sompolinsky explicó la importancia de la neurociencia teórica y computacional, enfatizando su papel fundamental para desentrañar las complejidades de la función cerebral. Si bien reconoció los posibles beneficios a largo plazo para la humanidad, subrayó su enfoque principal en contribuir a la comprensión fundamental de los principios del cerebro en lugar de buscar curas específicas para enfermedades neurológicas.
El campo de la investigación del cerebro abarca varios niveles, desde el nivel molecular hasta el de circuitos y sistemas. El profesor Sompolinsky destacó las contribuciones únicas de la neurociencia teórica y computacional a nivel de circuitos y sistemas, donde los investigadores exploran cómo los circuitos neuronales almacenan información, codifican recuerdos y ejecutan funciones cognitivas asociadas con la percepción de la visión.
Cuando se le preguntó sobre la naturaleza colaborativa de su trabajo, el profesor Sompolinsky enfatizó la relación simbiótica entre los neurocientíficos teóricos y computacionales y sus homólogos experimentales. Al traducir modelos teóricos en algoritmos y ecuaciones matemáticas concretas, colaboran con experimentadores para validar predicciones y mejorar nuestra comprensión del cerebro.
Al reflexionar sobre su legado y el de otros pioneros en este campo, el profesor Sompolinsky destacó el establecimiento de bases sólidas basadas en la física y las matemáticas para la neurociencia teórica. Además, enfatizó la naturaleza interdisciplinaria de la investigación contemporánea en ciencias del cerebro, reconociendo las contribuciones de diversas disciplinas.
De cara al futuro, el profesor Sompolinsky señaló la apasionante intersección de la neurociencia computacional y la inteligencia artificial, señalando el potencial de integrar herramientas y modelos de IA en paradigmas experimentales. También habló del crecimiento exponencial de las herramientas de investigación en neurociencia, que contribuyen a la acumulación de grandes cantidades de datos, lo que lleva al establecimiento de observatorios y centros internacionales especializados en generar big data para la investigación en neurociencia.
Como ganador del Brain Prize, el Prof. Sompolinsky expresó su satisfacción y honor personal, considerándolo como un reconocimiento internacional del papel crucial que desempeña la neurociencia teórica y computacional en la investigación contemporánea del cerebro. Humillado por la oportunidad de honrar a la ciencia israelí, destacó el significado emotivo de recibir el premio en Copenhague, la ciudad donde su familia encontró refugio durante la Segunda Guerra Mundial, y donde el rey Federico le entregará el premio el 30 de mayo.
La ceremonia está destinada a ser un momento conmovedor, que conectará el pasado y el presente cuando el profesor Sompolinsky reciba el premio de manos del descendiente del rey que mostró empatía y apoyo a la comunidad judía durante una época tumultuosa de la historia.