Las relaciones entre España e Israel han alcanzado uno de sus puntos más bajos en la historia reciente. El gobierno español, encabezado por Pedro Sánchez, anunció un paquete de sanciones contra Israel con el objetivo declarado de “detener el genocidio en Gaza” y apoyar a la población palestina. La respuesta israelí no se hizo esperar: acusaciones de antisemitismo, sanciones a ministros españoles y una creciente tensión diplomática que culminó con la retirada del embajador español en Tel Aviv.
Este enfrentamiento refleja no solo la profunda división internacional en torno al conflicto de Gaza, sino también la creciente presión sobre los gobiernos europeos para posicionarse en un escenario geopolítico marcado por la violencia, los derechos humanos y las acusaciones de crímenes de guerra.
El anuncio de Pedro Sánchez: sanciones contra Israel
En un discurso televisado a nivel nacional, el primer ministro español Pedro Sánchez anunció una serie de medidas sin precedentes contra Israel. Entre ellas destacan:
- Embargo de armas y comercio de defensa: España congela oficialmente la compra y venta de material militar a Israel, una prohibición que ya se aplicaba de facto desde el inicio de la guerra en Gaza, pero que ahora se consagra en la legislación española.
- Restricción de puertos y espacio aéreo: aviones y barcos con destino a Israel que transporten armas no podrán utilizar los puertos ni el espacio aéreo de España.
- Prohibición de bienes de los asentamientos: España vetará la importación de productos procedentes de los asentamientos israelíes en Cisjordania, considerados ilegales bajo el derecho internacional.
- Sanciones personales: se prohibirá la entrada a territorio español de individuos vinculados a lo que Sánchez calificó como un “genocidio contra los palestinos”.
- Apoyo a Palestina: nuevos fondos para ayuda humanitaria, proyectos en agricultura, seguridad alimentaria y asistencia médica destinados a la Autoridad Palestina.
Sánchez argumentó que estas medidas buscan “perseguir a los perpetradores de crímenes de guerra” y reafirmó el compromiso de España con una solución de dos Estados.
La respuesta israelí: acusaciones de antisemitismo
El mismo día del anuncio, el ministro de Asuntos Exteriores israelí, Gideon Sa’ar, respondió con dureza. En una declaración pública acusó al gobierno español de liderar una “línea hostil, marcada por una retórica salvaje y llena de odio”, y aseguró que la postura de Madrid se debe a intereses políticos internos, particularmente a lo que denominó como un intento de “desviar la atención de escándalos de corrupción” en el gobierno de Sánchez.
Sa’ar anunció sanciones contra dos ministras españolas:
- Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo.
- Sira Rego, ministra de Infancia y Juventud.
Ambas quedaron vetadas de entrar a Israel y se suspendió todo tipo de contacto oficial con ellas. El gobierno israelí, además, amenazó con llevar el caso ante la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, acusando a España de “antisemitismo manifiesto”.
Retirada del embajador español en Tel Aviv
Ante estas acusaciones, el Ministerio de Asuntos Exteriores español, dirigido por José Manuel Albares, anunció la retirada del embajador en Tel Aviv para consultas. La decisión, calificada como “inevitable” por fuentes diplomáticas, se tomó en respuesta a lo que Madrid consideró “calumnias inaceptables contra España”.
La medida supone un nuevo escalón en la crisis, ya que la retirada de un embajador es uno de los gestos diplomáticos más graves antes de llegar a una ruptura formal de relaciones.
Contexto: la guerra en Gaza y la presión internacional
La guerra en Gaza comenzó el 7 de octubre de 2023, tras el ataque de Hamás contra Israel que dejó alrededor de 1.200 muertos, en su mayoría civiles. Desde entonces, la ofensiva israelí en la Franja ha dejado un saldo devastador.
Según el Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamás, más de 64.000 personas han muerto o desaparecido desde el inicio de la guerra. Aunque estas cifras no pueden verificarse de forma independiente y no diferencian entre combatientes y civiles, organizaciones internacionales como la ONU y ONG humanitarias han denunciado la magnitud de la crisis humanitaria.
El término “genocidio” empleado por Sánchez es particularmente significativo, ya que hasta ahora pocos líderes europeos de alto rango lo han utilizado. Esta postura coloca a España en un frente más radical frente a Israel, en comparación con otros países de la Unión Europea.
Repercusiones en Europa
La decisión de España no se da en el vacío. En los últimos meses, varios países europeos, entre ellos Francia y Reino Unido, han anunciado que reconocerán un Estado palestino en un futuro cercano. Sin embargo, el paso de Sánchez al implementar sanciones concretas y acusar directamente a Israel de genocidio lo convierte en el líder europeo más crítico con Jerusalén.
Este movimiento ha generado debates dentro de la propia Unión Europea sobre la unidad de la política exterior. Mientras algunos estados miembros apoyan una postura más dura contra Israel, otros temen que romper la cooperación con Jerusalén pueda afectar tanto la seguridad regional como las relaciones con Estados Unidos.
La acusación de antisemitismo: un punto sensible
La acusación israelí de que España incurre en antisemitismo abre un debate delicado. Israel sostiene que cuestionar su derecho a defenderse frente a Hamás equivale a negar la legitimidad del Estado judío, lo que enmarcan dentro del antisemitismo moderno.
España rechaza tajantemente esta interpretación y afirma que sus medidas no se basan en prejuicios contra los judíos, sino en la defensa del derecho internacional y los derechos humanos. En este sentido, Madrid insiste en que “no se dejará intimidar”.
El debate sobre dónde termina la crítica legítima a Israel y dónde comienza el antisemitismo es recurrente en el ámbito internacional y se intensifica con episodios como este.
Un ciudadano español asesinado en un ataque terrorista
La tensión aumentó cuando, en paralelo al anuncio de Sánchez, un ataque palestino en Israel dejó seis muertos y 12 heridos en una parada de autobús. Entre los fallecidos se encontraba Yaakov Pinto, un joven de 25 años con doble nacionalidad española e israelí.
El gobierno español condenó enérgicamente el ataque y envió condolencias a las familias, pero el hecho fue utilizado por Sa’ar para criticar el momento en que Sánchez decidió anunciar las sanciones. Según el ministro israelí, España está “apoyando a Hamás” al mismo tiempo que terroristas asesinan a ciudadanos israelíes.
Impacto en la política interna española
La postura de Sánchez también tiene implicaciones en la política nacional. Su gobierno de coalición, liderado por el Partido Socialista y apoyado por fuerzas de izquierda como Podemos y Sumar, ha mantenido una línea crítica con Israel desde el inicio de la guerra.
El reconocimiento del Estado palestino en 2023 ya había generado tensiones diplomáticas, y estas nuevas medidas refuerzan el perfil internacional de Sánchez como líder progresista en Europa. Sin embargo, la oposición política en España acusa al gobierno de “radicalizar la política exterior” y de arriesgar relaciones estratégicas con Israel y sus aliados.
Las consecuencias económicas y militares
La ruptura en los lazos de defensa es significativa. España importa y exporta tecnología militar con Israel, incluyendo sistemas de ciberseguridad y defensa avanzada. La prohibición puede afectar a empresas de ambos países.
Sin embargo, Sa’ar minimizó el impacto para Israel, asegurando que “España necesita más de las capacidades israelíes que Israel de las españolas”.
Por otro lado, la prohibición de importar bienes de los asentamientos afecta principalmente a productos agrícolas y manufacturas. Aunque el volumen comercial no es elevado, la medida tiene un fuerte valor simbólico en apoyo a la causa palestina.
El papel de la opinión pública
La postura española también responde a la presión de la sociedad civil. Numerosas organizaciones humanitarias, sindicatos y colectivos en España han exigido durante meses una ruptura completa con Israel por la guerra en Gaza. Manifestaciones masivas en Madrid, Barcelona y otras ciudades han criticado lo que consideran una respuesta desproporcionada de Israel.
El uso del término “genocidio” por parte de Sánchez conecta directamente con estas demandas y fortalece su imagen ante sectores progresistas y pro-palestinos en el país.
Perspectivas futuras
El futuro de las relaciones entre España e Israel dependerá de la evolución de la guerra en Gaza y de la capacidad de la comunidad internacional para impulsar negociaciones de paz.
Entre los escenarios posibles se encuentran:
- Escalada diplomática: nuevas sanciones mutuas que podrían desembocar en una ruptura total de relaciones.
- Mediación europea: otros países de la UE podrían intervenir para intentar suavizar las tensiones.
- Impacto en la OTAN y en la relación con EE. UU.: Washington sigue siendo el principal aliado de Israel y observa con cautela las decisiones europeas.
- Consolidación del bloque pro-Palestina en Europa: España podría liderar un eje junto con Irlanda, Bélgica y otros países que apoyan abiertamente la causa palestina.
Conclusión
La crisis diplomática entre España e Israel marca un nuevo capítulo en la compleja relación entre Europa y Oriente Medio. El gobierno de Pedro Sánchez ha tomado medidas contundentes contra Israel, justificándolas como una defensa del derecho internacional y un freno al “genocidio” en Gaza.
Israel, por su parte, responde con sanciones, acusaciones de antisemitismo y una postura desafiante. Entre tanto, la población civil en Gaza sigue siendo la más afectada por un conflicto que parece lejos de resolverse.
Lo que está claro es que este episodio tendrá repercusiones duraderas, no solo en la política bilateral entre España e Israel, sino en el futuro de la política exterior europea hacia el conflicto palestino-israelí.