Un Voto que Marcó el Destino
El 14 de mayo de 1948, David Ben-Gurión declaró el establecimiento del Estado de Israel. Menos de 24 horas después, una nación centroamericana, Guatemala, se convirtió en el segundo país del mundo (después de Estados Unidos) en reconocer diplomáticamente al nuevo estado judío. Ese gesto, más que un mero trámite protocolario, fue la semilla de una de las relaciones bilaterales más consistentes, profundas y estratégicas que Israel ha cultivado en el mundo, y sin duda, la más significativa en la región de Centroamérica.
Este artículo explora los múltiples estratos de la alianza Guatemala-Israel: sus raíces históricas y morales, su evolución durante décadas de conflictos y cambios políticos, los pilares concretos de cooperación (seguridad, agricultura, tecnología) y su impacto en el escenario diplomático internacional, donde Guatemala se ha erigido repetidamente como un aliado clave para Jerusalén.
Raíces Históricas y Valores Compartidos
La conexión inicial no fue casual. Estuvo impulsada por la figura del doctor Miguel Ydígoras Fuentes, entonces delegado guatemalteco ante la ONU y futuro presidente (1958-1963). Influenciado por su lectura de la Biblia y su convicción sobre el derecho histórico del pueblo judío a su tierra, Ydígoras fue un defensor ferviente. Su voto a favor del Plan de Partición de la ONU (Resolución 181) en 1947 y el posterior reconocimiento inmediato en 1948, sentaron un precedente moral.
Pero la relación pronto trascendió lo simbólico. En la década de 1960, Israel encontró en Guatemala un socio receptivo para su filosofía de cooperación internacional, el «Mashav». Mientras Guatemala enfrentaba desafíos de desarrollo rural y seguridad interna, Israel ofrecía un modelo único: el de una nación joven, emprendedora y con experiencia en «hacer florecer el desierto». Esta narrativa de «pequeñas naciones resilientes» que superan adversidades resonó profundamente en la élite guatemalteca.
La Cooperación en Seguridad y Defensa: Un Pilar Controversial pero Decisivo
Este es, quizás, el aspecto más conocido y analizado de la relación. Durante la Guerra Civil guatemalteca (1960-1996), especialmente en las décadas de 1970 y 1980, Israel se convirtió en un proveedor crucial de asistencia militar, entrenamiento y equipamiento a los sucesivos gobiernos guatemaltecos. En un contexto de creciente aislamiento internacional de Guatemala por acusaciones de violaciones a los derechos humanos, Israel mantuvo su apoyo.
- Ventas de Armamento: Se suministraron fusiles Galil, subametralladoras Uzi, y aviones Arava, entre otro material.
- Entrenamiento y Asesoría: Asesores israelíes entrenaron a fuerzas de élite como el «Archivo» y la «Brigada de Paracaidistas» en técnicas de contrainsurgencia e inteligencia.
- Industria Local: Incluso se estableció una fábrica para producir municiones de calibre Galil en Guatemala.
Esta cooperación, criticada por organizaciones de derechos humanos, se fundamentaba desde la perspectiva israelí en la realpolitik: asegurar un voto aliado en foros internacionales, apoyar a un gobierno no comunista durante la Guerra Fría y generar ingresos para su industria de defensa. Para Guatemala, significaba acceso a tecnología militar moderna y conocimiento táctico en un momento de extrema presión. Este legado dejó una huella duradera en las estructuras de seguridad guatemaltecas.
Más Allá de las Armas: Cooperación en Agricultura, Tecnología y Desarrollo
Reducir la relación a lo militar sería un error grave. El corazón sostenible del vínculo se encuentra en la cooperación civil, donde Israel ha transferido know-how que ha transformado sectores clave de la economía y sociedad guatemalteca.
- Agricultura y Riego: Esta es la joya de la corona de la cooperación. La introducción del riego por goteo (tecnología israelí Netafim) revolucionó la agricultura en regiones áridas como el Corredor Seco. Proyectos de capacitación en gestión hídrica, invernaderos y cultivos de alta productividad han aumentado la resiliencia de miles de pequeños agricultores.
- Salud y Medicina: Programas de intercambio médico, entrenamiento en emergencias y telemedicina. Hospitales como el Sheba Medical Center han recibido a médicos guatemaltecos para especialización.
- Tecnología e Innovación: Guatemala ha mirado a Israel como el modelo a emular en startups y emprendimiento. Se han establecido programas de intercambio, hubs de innovación y misiones comerciales para conectar los ecosistemas tech de ambos países.
- Gestión de Recursos Hídricos: Expertos israelíes han asesorado en proyectos de desalinización (aunque limitada), reutilización de aguas residuales y sistemas de monitoreo de cuencas.
Esta «diplomacia del conocimiento» ha creado un capital de buena voluntad enorme entre sectores amplios de la población guatemalteca, desde ingenieros agrónomos hasta emprendedores tecnológicos.
El Frente Diplomático: Guatemala como «Abogado Defensor» de Israel
En el ámbito multilateral, Guatemala ha sido un aliado casi incondicional. Su apoyo va más allá del voto esperado; es a menudo proactivo y vocal.
- Votos en la ONU y la OEA: Guatemala se encuentra entre un puñado de países (junto con Estados Unidos, Micronesia, Islas Marshall y, en ocasiones, Honduras) que regularmente vota en contra de las numerosas resoluciones críticas con Israel en la Asamblea General de la ONU. Este patrón es extremadamente consistente.
- El Episodio de la Embajada en Jerusalén (2017-2019): Siguiendo el controvertido anuncio del presidente estadounidense Donald Trump, el entonces presidente guatemalteco Jimmy Morales anunció el traslado de la embajada de su país a Jerusalén. Guatemala se convirtió así en el segundo país en hacerlo (abril 2018), una decisión cargada de enorme simbolismo político y apreciada de manera superlativa por el gobierno israelí. Aunque el presidente siguiente, Alejandro Giammattei, mantuvo la embajada en Jerusalén durante su mandato, el presidente electo Bernardo Arévalo (2024) ha anunciado su intención de devolverla a Tel Aviv, lo que supone el mayor punto de fricción bilateral en décadas y una prueba de fuego para la resiliencia de la relación.
- Apoyo en Foros Internacionales: Guatemala ha utilizado su posición en organismos internacionales para abogar por Israel o, al menos, amortiguar resoluciones condenatorias.
Desafíos y Futuro de la Relación
La alianza, pese a su solidez, no está exenta de nubes en el horizonte.
- Cambios Políticos Internos en Guatemala: La elección de Bernardo Arévalo, con una agenda de lucha contra la corrupción y de apego estricto al derecho internacional, marca un giro. Su decisión de mover la embajada a Tel Aviv alinea a Guatemala con la mayoría de la comunidad internacional y la opinión de la Corte Internacional de Justicia, pero genera frialdad con el gobierno israelí actual. La relación deberá navegar esta nueva realidad, posiblemente reenfocándose en los pilares técnicos y de desarrollo.
- El Peso del Pasado Militar: Los vínculos de los años oscuros del conflicto interno siguen siendo un tema sensible para sectores de la sociedad civil guatemalteca y pueden ser esgrimidos por críticos de la relación.
- La Competencia Geopolítica: La creciente influencia de China en América Latina, ofreciendo inversiones en infraestructura sin condiciones políticas, presenta un desafío indirecto para la profundidad de la influencia israelí, aunque en sectores distintos.
- El Potencial Inexplorado: Aún hay mucho espacio para crecer en cooperación en cibernética, seguridad fronteriza no militar, energía solar y tratamiento de aguas. La complementariedad entre las necesidades guatemaltecas y las soluciones israelíes sigue siendo enorme.
Una Relación de Carácter Estratégico y Resiliente
La relación entre Guatemala e Israel es un caso de estudio fascinante en diplomacia. Nacida de una convicción moral y un cálculo político visionario en 1948, se fortaleció en el crisol de la Guerra Fría y mutó hacia una asociación multidimensional donde la transferencia de conocimiento y tecnología para el desarrollo se ha convertido en su columna vertebral más importante.
Ha sobrevivido a cambios de gobierno, presiones internacionales y controversias internas. La prueba actual, con el traslado de la embajada de vuelta a Tel Aviv, es quizá la más significativa: demostrará si la relación está anclada únicamente en símbolos y alineamiento político de un sector, o si está tan sólidamente cimentada en intereses nacionales concretos y beneficios mutuos tangibles (agricultura, tecnología, comercio, seguridad) que puede adaptarse a nuevos vientos políticos sin romperse.
Guatemala ha sido, es y probablemente seguirá siendo, el aliado más confiable y consistente de Israel en Centroamérica. La tarea de los próximos años será modernizar esa alianza, adaptarla a los nuevos desafíos globales y asegurar que sus frutos continúen llegando a los ciudadanos de ambos países, más allá de las coyunturas políticas. La historia común de siete décadas sugiere que tienen los cimientos para lograrlo.
