La relación entre Estados Unidos y Israel está atravesando una nueva fase estratégica. Según informes recientes, Israel está buscando negociar un acuerdo de seguridad con Estados Unidos que se extendería por 20 años, el doble de la duración del pacto vigente, e incluiría cláusulas adaptadas a la política “America First”. Este nuevo marco podría sentar las bases de la estrategia militar-tecnológica israelí hasta 2048, año en que Israel celebrará su centenario.
Este artículo examina el origen de este impulso, los objetivos de cada parte, los principales obstáculos para su concreción, y las implicaciones que podría tener para la región, así como para el equilibrio militar y diplomático de Medio Oriente.
Antecedentes de la cooperación EE.UU.–Israel
La alianza militar entre Estados Unidos e Israel data de décadas, pero se formalizó con acuerdos clave:
- En 2016, ambas naciones suscribieron un Memorándum de Entendimiento (MOU) de 10 años que contemplaba aproximadamente 38 mil millones de dólares en ayuda militar israelí durante esa década.
- Ese acuerdo ha permitido a Israel adquirir tecnología avanzada, consolidar sistemas antimisiles (como el Iron Dome) y reforzar su capacidad defensiva en un entorno regional altamente volátil.
- Sin embargo, el memorando vigente expira en 2028, lo que ha generado negociaciones adelantadas para asegurar una continuidad.
Estos antecedentes configuran el contexto político y técnico para la nueva iniciativa: Israel busca asegurar un nuevo contrato longeva mientras EE.UU. revisa sus prioridades de ayuda exterior bajo una lógica cada vez más marcada por la rentabilidad —tanto estratégica como económica— de los acuerdos.
¿Qué propone Israel en el nuevo pacto de 20 años?
Según informaciones recientes, el Gobierno israelí ha planteado dos grandes innovaciones para el nuevo pacto:
a) Extensión a 20 años
En vez del habitual periodo de 10 años, Israel propone un marco de 20 años, lo cual alcanzaría hasta 2048 —el centenario de su fundación—. Esta duración prolongada busca:
- Dar mayor previsibilidad a la planificación militar y de defensa israelí.
- Reducir la frecuencia con que Israel debe renegociar los términos de su alianza con EE.UU.
- Crear una señal simbólica de estabilidad y continuidad en medio de un entorno regional lleno de incertidumbre.
b) Cambio en la asignación del financiamiento
Israel propone que parte de la ayuda anual —que se estima en torno a los 4 mil millones de dólares— se redirija hacia proyectos conjuntos de investigación y desarrollo (I+D) entre EE.UU. e Israel, en lugar de únicamente transferencias directas de apoyo militar. Algunos de los ámbitos señalados incluyen:
- Tecnologías de defensa avanzadas (misiles, sistemas antimisiles)
- Inteligencia artificial aplicada al sector militar
- Proyectos colaborativos que generen valor tanto para EE.UU. como para Israel
La lógica detrás de esta propuesta es doble: por un lado Israel asegura recursos a largo plazo; por otro, ofrece a EE.UU. una “venta cruzada” de valor —colaboración tecnológica que también beneficia la industria estadounidense— alineándose con planteamientos que favorecen la política “America First”.
Motivos detrás de la iniciativa israelí
¿Por qué ahora Israel impulsa este tipo de arreglo? Entre los motivos destacan:
Seguridad e incertidumbre regional
Israel enfrenta una serie de amenazas persistentes: desde la posibilidad de un ataque de misiles patrocinado por Irán, hasta tensiones con grupos como Hezbollah en el Líbano y el norte, y conflictos cíclicos en Gaza. Asegurar asistencia de EE.UU. a largo plazo constituye un factor de mitigación de riesgos.
Planificación estratégica hasta 2048
Una duración de 20 años permite a Israel proyectar su defensa hacia su centenario en 2048, con un horizonte de planificación amplio. La fecha simbólica no es casual: refuerza la narrativa de continuidad nacional.
Reorientar el pacto hacia cooperación tecnológica
Al proponer trasladar fondos hacia I+D, Israel busca salir del esquema tradicional de simple receptora de ayuda para convertirse en socio tecnológico, lo cual refuerza su autonomía estratégica y su valor de interlocutor para Washington.
Alinear intereses con la política estadounidense
Dado que la política “America First” prioriza que la ayuda exterior tenga beneficios tangibles para EE.UU., Israel anticipa que una mayor cooperación tecnológica y un enfoque compartido puedan facilitar el visto bueno de la Casa Blanca y del Congreso.
Intereses de Estados Unidos
No solo Israel tiene interés en esta propuesta: EE.UU. también tiene motivos para evaluarla favorablemente —aunque con reservas.
Beneficios para EE.UU.
- Acceso a I+D de clase mundial: Trabajar con Israel en tecnologías de defensa y seguridad abre mercados, innovación y difusión tecnológica para la industria estadounidense.
- Estabilidad estratégica en Medio Oriente: Un Israel más preparado y comprometido con EE.UU. refuerza la capacidad del país norteamericano para proyectar poder y mantener influencia en la región.
- Simbología política interna: En un contexto donde el gasto exterior y la ayuda militar son objeto de debate en EE.UU., un acuerdo que garantice contrapartidas (como la colaboración tecnológica) es más defendible políticamente.
Dudas y riesgos
- Costo financiero: La promesa de unos 4 000 millones de dólares anuales —y posiblemente un monto mayor— por 20 años representa una carga importante. Israel solicita al menos mantener ese nivel.
- Contexto político americano difícil: La guerra en Gaza, las críticas por uso de armas estadounidenses, y la presión de ciertos sectores del Congreso complican la ratificación de nuevos compromisos amplios.
- Dependencia vs. autonomía: A cambio de la ayuda, EE.UU. necesita asegurar que Israel no actúe unilateralmente sin coordinación; mantener el equilibrio entre alianza y autonomía israelí puede complicar la gobernanza del pacto.
Desafíos en las negociaciones
Aunque la propuesta está sobre la mesa, existen varios obstáculos para su concreción:
Conflicto en curso y distracciones políticas
Las negociaciones se vieron retardadas por la guerra en Gaza, lo que muestra que los tiempos operativos de los conflictos pueden interferir en los asuntos diplomáticos.
Cambios en la administración estadounidense
Un factor clave es el entorno político en EE.UU.: tanto la relación entre el ejecutivo y el Congreso como la tendencia de reducción de la ayuda exterior podrían afectar la disposición a comprometerse por 20 años.
Visión de “producto mutuamente ventajoso”
Para que el pacto avance, EE.UU. espera que no sea solo un cheque, sino un instrumento que genere beneficios estratégicos propios. Las cláusulas de cooperación tecnológica son una respuesta a esa lógica, pero hacerlas operativas, medirlas y garantizar el retorno implicará complejidades contractuales.
Retos de supervisión y transparencia
Los acuerdos de ayuda militar suelen contemplar condiciones de uso, supervisión y rendición de cuentas. Aumentar el componente de I+D conjunta puede generar nuevas preguntas sobre propiedad intelectual, división de beneficios, y reparto de riesgos.
Implicaciones regionales
Este nuevo marco bipolar EE.UU.–Israel no se desarrolla en el vacío: tiene repercusiones para toda la región de Medio Oriente.
a) Disuasión frente a Irán
Un Israel con respaldo asegurado de EE.UU. y acceso a tecnología avanzada puede reforzar su capacidad disuasoria frente a Irán y sus aliados, lo que puede afectar cálculos en Teherán y Beirut.
b) Dinámica con los países árabes
Aunque Israel ha firmado los Acuerdos de Abraham con varios países árabes, una alianza más sólida con EE.UU. puede generar temores de que Israel se convierta en el mero brazo operativo estadounidense en la región, lo que puede despertar resistencia o equilibrios alternativos.
c) Debate sobre seguridad y ayuda exterior
Los países de la región, así como analistas internacionales, observarán este pacto como paradigma de la política de seguridad nacional de EE.UU. hacia sus aliados. Si se percibe como un “trato especial” para Israel, podría generar críticas o demandas similares de otros aliados.
d) Dependencia tecnológica
Al impulsar la cooperación I+D, Israel aún fortalecerá su posición como exportador tecnológico de defensa, lo que puede generar una nueva oleada de competencia con actores de la región o nuevas alianzas tecnológicas con potencias externas.
Escenarios posibles a futuro
Frente a este panorama, se pueden trazar diferentes escenarios sobre cómo podrían evolucionar las negociaciones y su resultado:
Escenario 1: Acuerdo firmado en términos propuestos
Israel y EE.UU. firman un pacto de 20 años que incluye la extensión del monto anual y la colaboración tecnológica. Este escenario implicaría una mayor certidumbre estratégica, profundización de la alianza, y un marco operativo compartido hasta 2048.
Escenario 2: Acuerdo de menor duración o con condiciones más estrictas
Ante la resistencia del Congreso estadounidense o cambios políticos en EE.UU., el acuerdo podría reducirse a 10 o 15 años, o mantener 20 años pero con menor apoyo financiero anual o condiciones más duras sobre supervisión y contrapartidas.
Escenario 3: Negociaciones estancadas o aplazadas
Si la guerra en Gaza, cambios en la administración, o recortes de ayuda exterior complican el avance, el pacto podría quedar en negociación hasta próximo mandato presidencial o incluso no concretarse, con la consecuencia de una mayor incertidumbre para Israel.
¿Qué gana y qué arriesga Israel?
Gana:
- Seguridad a largo plazo, con respaldo norteamericano continuo.
- Mayor autonomía y planificación para su defensa estratégica.
- Acceso a innovación y tecnología mediante colaboración con EE.UU.
- Refuerzo simbólico como nación hasta 2048.
Arriesga:
- Una “agenda” más complicada para negociar: concesiones tecnológicas, supervisión mayor, condiciones más duras.
- Que la ayuda se exprese como dependencia, lo que puede afectar su imagen de autonomía militar.
- Que el componente político estadounidense (cambios de gobierno, recortes de ayuda) impacte la ejecución del acuerdo.
- Reacción adversa de actores regionales que vean la alianza como escalada.
Consideraciones para los lectores en América Latina
Aunque este pacto se centre en Medio Oriente, hay lecciones que los analistas de América Latina y Bolivia pueden considerar:
- Dimensión estratégica de la ayuda militar: Las alianzas de seguridad no sólo se tratan de transferencias de armas; implican planificación, tecnología y compromisos a largo plazo.
- Negociación de contrapartidas: Como Israel propone, las naciones receptoras pueden buscar convertir la ayuda en cooperación tecnológica, lo que abre oportunidades más allá de la mera recepción.
- Política exterior en tiempos de recortes: Cuando los grandes estados revisan su ayuda exterior, los beneficiarios deben adaptar sus demandas a la lógica de costobeneficio del donante.
- Visión de 20 años vs. ciclo electoral: Las decisiones de seguridad a largo plazo deben entenderse en un contexto de ciclos políticos y económicos nacionales.
- Símbolos y fechas clave: Israel usa 2048 como hito simbólico; esto muestra cómo las negociaciones estratégicas pueden incorporar elementos de identidad nacional.
Conclusión
La iniciativa de Israel para obtener un pacto de seguridad con Estados Unidos de 20 años marca un hito significativo en la alianza bilateral. No es simplemente un acuerdo de ayuda militar, sino un planteamiento de cooperación estratégica profundo que vincula defensa, tecnología, planificación a largo plazo e intereses compartidos.
De concretarse en los términos propuestos, el acuerdo definirá gran parte de la política de seguridad israelí hasta el centenario de su independencia, al tiempo que ofrece a EE.UU. un modelo de ayuda que incorpora incentivos tecnológicos y de valor mutuo. Sin embargo, los obstáculos no son menores: el contexto político estadounidense, la supervisión, la dinámica regional y las exigencias tecnológicas harán que este acuerdo sea tan complejo como ambicioso.
En última instancia, este intento de redefinir la alianza EE.UU.–Israel refleja la evolución de la política de seguridad internacional en el siglo XXI, donde la tecnología, la duración y la reciprocidad juegan papeles cada vez más decisivos. Serán los próximos meses los que revelen si ambas naciones logran cerrar este nuevo pacto estratégico o si las negociaciones se diluyen ante las presiones políticas, económicas y regionales.

