La geopolítica de Medio Oriente podría estar al borde de una transformación sin precedentes. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha declarado que la reciente victoria militar sobre Irán crea una “oportunidad histórica” para ampliar los Acuerdos de Abraham, acuerdos que ya han normalizado relaciones entre Israel y varios estados árabes. Esta declaración llega en medio de informes que apuntan a un posible fin de la guerra en Gaza en las próximas dos semanas, impulsado por una visión conjunta entre Netanyahu y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Una victoria que redefine el tablero regional
En una declaración pública el jueves, Netanyahu afirmó:
“Luchamos valientemente contra Irán y logramos una gran victoria. Esta victoria abre la oportunidad para una expansión drástica de los acuerdos de paz. Estamos trabajando arduamente en ello”.
La victoria a la que se refiere está directamente relacionada con la ofensiva conjunta lanzada por Israel y Estados Unidos contra instalaciones nucleares clave en Irán. El ataque se produjo luego de que Teherán ignorara un ultimátum de 60 días para alcanzar un nuevo acuerdo sobre su programa nuclear. En respuesta, Israel atacó a líderes militares iraníes, científicos nucleares, instalaciones de enriquecimiento de uranio y centros de misiles balísticos. Días después, EE.UU. remató con ataques a Natanz, Fordo e Isfahán.
Una visión conjunta: paz regional y reconfiguración de Gaza
De acuerdo con un informe de Israel Hayom, Netanyahu y Trump habrían llegado a un acuerdo en una conversación telefónica reciente. El plan prevé:
- El fin de la guerra en Gaza en dos semanas.
- La liberación de los 50 rehenes restantes por parte de Hamás.
- Una administración árabe conjunta en Gaza liderada por Egipto y Emiratos Árabes Unidos, reemplazando al gobierno de Hamás.
- El exilio de los líderes de Hamás y la posible emigración de gazatíes a países aún no identificados.
- La reanudación de relaciones diplomáticas entre Israel y nuevos países árabes y musulmanes, incluyendo Arabia Saudita y Siria.
Este ambicioso plan vendría acompañado por reconocimientos formales y concesiones diplomáticas por parte de Washington, como el reconocimiento de soberanía israelí en partes de Cisjordania y apoyo a una posible solución de dos Estados, condicionada a reformas por parte de la Autoridad Palestina (AP).
El delicado papel de la Autoridad Palestina
A pesar del potencial avance, una piedra angular del debate sigue siendo la presencia (o ausencia) de la Autoridad Palestina en Gaza. Mientras los aliados árabes han condicionado su participación en la reconstrucción posguerra a una mayor presencia de la AP como paso hacia una solución de dos Estados, Netanyahu ha sido categórico en su rechazo:
«No podemos permitir que quienes han fracasado en gobernar Cisjordania ingresen a Gaza. Esta no es la solución».
El premier sostiene que la AP no es un socio fiable para garantizar la seguridad y estabilidad de la región, mientras que desde varios sectores internacionales, incluido Estados Unidos, se insiste en la necesidad de que la AP juegue un papel activo si se desea una paz duradera.
Reacciones y controversia dentro del gobierno israelí
No todos en la coalición de gobierno israelí comparten el entusiasmo de Netanyahu por este camino. Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas y líder del partido Sionismo Religioso, expresó su oposición tajante en X (antes Twitter):
“Apoyamos la expansión de los acuerdos de paz, pero no a cambio del establecimiento de un estado palestino. Si este plan implica dividir nuestro país y establecer un estado terrorista, entonces no, gracias. Señor Primer Ministro, que quede claro que no tiene ningún mandato. Ni siquiera para una insinuación”.
Smotrich teme que este proceso, más que una oportunidad, se convierta en una amenaza existencial para el Estado de Israel, advirtiendo contra cualquier concesión que implique una retirada territorial significativa.
Trump, Gaza y la justicia israelí
En paralelo a estos eventos, Trump ha mostrado un interés renovado en traer a Netanyahu a Washington para celebrar lo que muchos ven como un punto de inflexión histórico: el ataque conjunto contra Irán y la posibilidad de rediseñar la geopolítica de Medio Oriente.
Curiosamente, el expresidente norteamericano ha ligado esta victoria también a la situación judicial de Netanyahu, quien sigue enfrentando un juicio por corrupción. En una publicación en Truth Social, Trump pidió explícitamente el fin del proceso legal contra el primer ministro israelí, alimentando las especulaciones de que la paz regional puede estar entrelazada con maniobras políticas personales.
Un alto funcionario israelí señaló al respecto:
“Este no es un mensaje casual. Forma parte de una estrategia más amplia para poner fin a la guerra, liberar a los rehenes, cerrar el caso contra Netanyahu y lograr un cambio regional importante”.
La resistencia de Hamás e Irán
Mientras tanto, Hamás ha rechazado categóricamente cualquier sugerencia de exiliar a sus líderes o rendirse sin condiciones. El grupo considera estas propuestas como imposiciones inaceptables que violan la autodeterminación del pueblo palestino.
Por su parte, Irán ha respondido con una violencia sin precedentes: unos 550 misiles balísticos y 1.000 drones fueron lanzados contra territorio israelí en represalia por los ataques a sus instalaciones nucleares. El resultado fue devastador: 28 muertos (casi todos civiles) y miles de heridos, según cifras oficiales de salud en Israel.
A pesar del castigo infligido, tanto Netanyahu como Trump sostienen que la ofensiva logró retrasar significativamente el programa nuclear iraní, e incluso podría haber desarticulado sus capacidades estratégicas durante años.
¿Un nuevo orden regional?
Desde la firma de los Acuerdos de Abraham en 2020 entre Israel, Emiratos Árabes Unidos y Baréin —con Marruecos uniéndose después—, la idea de una paz regional inclusiva ha pasado de ser una utopía a una posibilidad concreta. El enviado especial de EE.UU. para Medio Oriente, Steve Witkoff, manifestó su creencia de que más países se sumarán pronto a los acuerdos.
Se espera que Arabia Saudita y Siria estén entre los próximos en establecer relaciones diplomáticas con Israel, algo impensable hace apenas una década. Para Arabia Saudita, la condición sigue siendo clara: un compromiso firme de Israel con la solución de dos Estados. Pero el tono de las conversaciones ha cambiado, y el impacto del ataque conjunto contra Irán podría servir como catalizador para replantear antiguos postulados.
La posición de Estados Unidos
La Casa Blanca ha confirmado que Netanyahu ha expresado su interés en viajar a Washington para consolidar esta visión junto a Trump. Aunque aún no hay fecha definida, la secretaria de prensa Karoline Leavitt aseguró que Trump está abierto a la reunión, lo cual refuerza la idea de que la diplomacia directa jugará un papel clave en las próximas semanas.
El trasfondo de estas movidas diplomáticas también incluye una dimensión electoral: Trump busca proyectar liderazgo y éxito en política exterior, mientras que Netanyahu intenta consolidar su posición interna tras los golpes sufridos por su imagen pública durante el conflicto y el juicio que enfrenta.
¿Oportunidad o riesgo?
Las declaraciones de Netanyahu reflejan un momento decisivo para Israel y Medio Oriente. La aparente victoria sobre Irán y el posible fin de la guerra en Gaza podrían allanar el camino hacia una nueva era de normalización y alianzas estratégicas con naciones árabes.
Sin embargo, los desafíos no son menores:
- La participación de la Autoridad Palestina sigue siendo un punto de fricción.
- Hamás no parece dispuesto a aceptar condiciones impuestas.
- Irán sigue siendo una amenaza impredecible.
- Y dentro del propio Israel, la coalición de gobierno muestra división interna sobre los términos de cualquier acuerdo.
La historia juzgará si este es un punto de inflexión hacia una paz duradera o una oportunidad perdida en el juego de poder que define el destino del Medio Oriente.