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Trump advierte a Israel: “No interfieran en Siria” y convoca a Benjamin Netanyahu a la Casa Blanca

Trump exige a Israel evitar nuevas incursiones en Siria, promueve diálogo Damasco-Tel Aviv e invita a Netanyahu a Washington para discutir paz regional.

El 1 de diciembre de 2025 el presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, lanzó un mensaje claro y contundente a su aliado tradicional: pedir a Israel que “no interfiera” en los asuntos internos de Siria. A solo días de que las fuerzas israelíes llevaran a cabo una operación mortal en el sur sirio, Trump publicó en su red social un llamado a mantener un “diálogo fuerte y sincero” entre Israel y Siria, y a evitar acciones que puedan desestabilizar la transición del país árabe.

Más tarde ese mismo día, Trump habló por teléfono con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, y lo invitó a visitar la Casa Blanca “en un futuro cercano”. Esta combinación de advertencia pública y diplomacia privada marca un giro significativo en la postura de Washington ante el escabroso tablero sirio.

Contexto: Siria tras la caída de Asad y el papel de Israel

La nueva Siria de Ahmed al-Sharaa

En diciembre de 2024, tras el derrocamiento del régimen de Bashar al-Assad, se estableció un nuevo gobierno liderado por Ahmed al-Sharaa, un exmilitante rebelde que encabeza una coalición islamista. Esa transición marcó el fin de décadas de conflicto civil, pero también abrió un periodo de intensa reconstrucción nacional bajo fuertes expectativas de normalización internacional.

Estados Unidos, bajo la administración de Trump, decidió levantar amplias sanciones contra Siria, como gesto de apoyo a la nueva administración de Damasco. Trump aseguró que ese paso fue “muy apreciado” por Siria, su liderazgo y su pueblo.

Al-Sharaa ha expresado públicamente su deseo de normalizar relaciones —incluso, según Trump, unirse a acuerdos de paz regionales similares a los Acuerdos de Abraham — aunque por ahora dicha normalización no ha sido formalmente reconocida por Siria.

Presencia militar israelí y operaciones en territorio sirio

Aprovechando la caída del régimen de Asad, Israel expandió su presencia militar en el sur de Siria —incluyendo territorios antes bajo control sirio— colocándose incluso dentro de lo que había sido una zona tampón supervisada por la ONU tras los acuerdos de 1974.

El gobierno israelí, dirigido por Netanyahu, justificó esta expansión como una medida defensiva: evitar que milicias hostiles —posiblemente vinculadas al antiguo régimen o a grupos extremistas— consoliden bases cerca de la frontera, lo que representaría un riesgo para la seguridad de Israel.

Sin embargo, esta política ha generado una escalada militar: drones, incursiones terrestres, ataques aéreos y operaciones para capturar armas. La situación devino altamente volátil, dado que Siria sigue intentando reconstruirse tras años de guerra.

El incidente reciente: la incursión en el sur de Siria y sus consecuencias

Hace pocos días, tropas israelíes llevaron a cabo una incursión en el sur de Siria, con el pretexto de arrestar a miembros de una milicia islamista —identificada como Al‑Jama’a al-Islamiyya— a los que acusaron de planear ataques contra Israel. El resultado fue una de las operaciones más mortíferas recientes: al menos 13 personas murieron, incluyendo civiles, según autoridades y residentes sirios.

Seis soldados israelíes resultaron heridos. Desde Damasco, el gobierno sirio condenó la operación como un “crimen de guerra” y acusó a Israel de “agresión criminal” y de buscar provocar un conflicto regional.

Este episodio aumentó la tensión entre ambos países y puso en alerta a actores internacionales, especialmente a Estados Unidos, que ha intentado mediar una transición pacífica y una posible estabilización diplomática en la región.

La reacción de Estados Unidos: un llamado a la moderación y diplomacia

Ante la escalada, Trump decidió intervenir públicamente, emitiendo una advertencia inusual para un aliado como Israel. En su publicación en la red social Truth Social, el presidente instó a Israel a mantener un diálogo “fuerte y sincero” con Siria, y que no se permita nada que “interfiera con la evolución de Siria hacia un Estado próspero”.

Trump elogió además “los resultados” mostrados por al-Sharaa y el gobierno sirio, y afirmó que Estados Unidos haría todo lo posible para apoyar la reconstrucción y la estabilidad de Siria.

Ese llamado público fue acompañado por una acción diplomática: una conversación telefónica con Netanyahu, seguida de una invitación formal para que el primer ministro israelí visite la Casa Blanca próximamente. Según la oficina de Netanyahu, ambos discutieron el desarme de Hamas, la desmilitarización de la Franja de Gaza y la expansión de los acuerdos de paz.

Este gesto marca un intento claro de Washington por redefinir su papel de mediador en Oriente Medio, actuando no solo como patrocinador de Israel, sino también como garante de la estabilidad regional y de la reconstrucción de Siria.

Lo que está en juego: intereses, riesgos y escenarios posibles

Intereses de Estados Unidos

  • Estabilidad regional. Un Siria reconstruido y no hostil —idealmente con normalización diplomática con Israel— facilitaría la paz en Medio Oriente, reduciría la influencia de grupos extremistas, y abriría mercados para inversión y reconstrucción.
  • Reducción de tensiones militarizadas. Al desalentar incursiones israelíes, EE. UU. busca prevenir una guerra más amplia que podría involucrar a múltiples actores (Hezbolá, milicias chiíes, etc.).
  • Reparto de influencia tras la caída de Asad. Al apoyar a al-Sharaa y promover relaciones con Israel, Washington aspira a consolidar una distribución geopolítica favorable tras el colapso del régimen anterior.

Riesgos para Israel

  • Compromiso de su estrategia de seguridad. Israel teme que al reducir sus operaciones en Siria, se exponga a amenazas provenientes de milicias hostiles.
  • Pérdida de control territorial. La posible retirada de tropas o el cese de operaciones mínimas podría debilitar su posición en puntos clave como los Altos del Golán o zonas del sur sirio.
  • Presión diplomática creciente. Estados Unidos podría condicionar su respaldo o apoyo militar si Israel no coopera con el nuevo orden diplomático propuesto.

Oportunidades para Siria

  • Reconstrucción y normalización internacional. Con sanciones levantadas y respaldo diplomático, hay espacio para inversión, ayuda humanitaria y negociación de paz.
  • Potencial tregua duradera. Si logra acuerdos con Israel, Siria podría evitar nuevas destrucciones, consolidar su soberanía y recuperar estabilidad.
  • Reinserción regional. La combinación de paz con Israel, respaldo de EE. UU. y rehabilitación económica permitiría a Siria volver al tablero diplomático de Medio Oriente con cierta legitimidad.

Escenarios futuros

  1. Acuerdo de seguridad Siria–Israel mediado por EE. UU. Israel acepta reducir operaciones, Siria garantiza no albergar milicias hostiles, se inicia proceso de normalización. Este escenario es el que parece buscar Trump.
  2. Escalada militar y conflicto regional. Si Israel ignora las advertencias o si Siria no controla milicias, podrían reanudarse ataques, con el riesgo de involucrar a Líbano, Irán o grupos vinculados.
  3. Estancamiento diplomático y guerra fría militar. Baja intensidad de enfrentamientos, presencia militar permanente de Israel, pero sin avances reales de paz.
  4. Colapso de la iniciativa estadounidense. Si la comunidad internacional no acompaña, o si actores regionales boicotean el proceso, la tensión podría mantenerse o aumentar.

Qué significa el cambio de enfoque de Estados Unidos

La actitud actual de la administración Trump representa un viraje respecto a la tradicional tolerancia hacia las operaciones israelíes en territorio sirio. Al colocar como prioridad la reconstrucción de Siria, su estabilidad política y un posible diálogo con Israel, EE. UU. envía señales de que busca promover una paz regional sostenible, incluso si ello implica moderar a su aliado.

Esto podría recalibrar el equilibrio de poder —no solo entre Estados, sino entre actores no estatales, milicias y potencias como Irán o Rusia— que hasta ahora se disputaban territorio y poder en Siria.

Para Israel, este cambio implica una reconsideración de su estrategia: las acciones unilaterales pueden costar caro políticamente, incluso con el respaldo militar tradicional de Washington.

Para Siria, la ventana de oportunidad es enorme: si logra estabilizarse, podría emerger de las ruinas como un actor más integrado internacionalmente.

Conclusión

El llamado de Trump a Israel —“no interfieran en Siria”— no es solo una frase diplomática: es un giro estratégico con implicaciones profundas para Oriente Medio. Representa la apuesta de Estados Unidos por una Siria reconstruida bajo una nueva normalidad, que podría redefinir alianzas, eliminar focos de conflicto y abrir paso a un realineamiento regional.

Este intento de mediación llega en un momento crítico: tras una operación israelí con alto costo humano, con un nuevo liderazgo sirio ansioso por reconstruir, y con una región exhausta por décadas de guerra. Si todo marcha bien, estamos ante una oportunidad histórica para un giro hacia la paz. Si algo falla —una operación mal calculada, un error diplomático, un actor externo que rompa el equilibrio—, podría desatarse un nuevo ciclo de violencia.

Por eso, la visita anunciada de Netanyahu a la Casa Blanca —si se concreta— no será un simple viaje diplomático: podría ser el inicio de una redefinición estratégica para Siria, Israel y Estados Unidos.

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