La tregua en Gaza, sostenida apenas desde principios de octubre de 2025, pende de un hilo. Pese a las amenazas recientes de reanudación del conflicto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha reafirmado su compromiso con un alto al fuego, alineado con su plan de paz de 20 puntos para la Franja. Sin embargo, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, está bajo una intensa presión para responder con fuerza tras provocaciones de Hamás, incluyendo ataques en Rafah y maniobras con los restos de rehenes.
Este escenario revela una tensión clave: la delgada línea entre mantener la tregua como victoria diplomática para la Casa Blanca y evitar escaladas bélicas que podrían socavarla. Este artículo explora por qué la contención se le hace cada vez más difícil a Netanyahu, cuál es el diseño del plan de paz de Trump y qué desafíos enfrentarán ambas partes en las próximas semanas.
El contexto del alto al fuego y del plan de paz
Antecedentes del conflicto reciente
La guerra entre Israel y Hamás se intensificó a partir de octubre de 2023, desencadenando una crisis humanitaria en Gaza. La ofensiva israelí generó enormes pérdidas civiles, y el intercambio de rehenes se convirtió en uno de los puntos neurálgicos del conflicto.
El 10 de octubre de 2025 entró en vigor un alto al fuego parcial, fruto de la mediación internacional que incluyó a Estados Unidos, Catar y Egipto.
El plan de paz de Trump
Trump presentó un plan de paz ambicioso, con 20 puntos, que incluye las siguientes piezas clave:
- Cese inmediato de hostilidades.
- Intercambio y liberación de rehenes (vivos y fallecidos) en fases.
- Desarme de Hamás y desmilitarización de Gaza.
- Reconstrucción de Gaza bajo supervisión internacional.
- Retiro gradual del ejército israelí, con seguridad garantizada por una fuerza multilateral.
- Potencial rol de una Fuerza de Estabilización Internacional (ISF) para supervisar la zona y entrenar policías locales.
Este plan no solamente apunta a poner fin al conflicto, sino también a sostener una transformación estructural del territorio gazatí para aislar a Hamás.
El papel de Trump y el interés estadounidense
Motivaciones geopolíticas
Para Trump, este acuerdo representa una victoria diplomática significativa: su administración ha sido la principal promotora del plan y quiere dejar una huella histórica en Oriente Medio. Las negociaciones no solo buscan la paz, sino también rehacer el panorama político en Gaza bajo una nueva administración que excluya a Hamás.
Los asesores más cercanos de Trump, como Jared Kushner y Steve Witkoff, han dejado claro a Netanyahu que la Casa Blanca desea preservar esta tregua como su gran logro de política exterior. Además, Estados Unidos está presionando para que Israel no tome medidas radicales que pongan en riesgo el pacto, ofreciendo a cambio un ultimátum a Hamás para que devuelva los restos de los rehenes.
Límites de la presión estadounidense
A pesar de su retórica firme, la Casa Blanca ha mostrado cautela. Por ejemplo, después de que Hamás supuestamente manipulara la entrega de los restos de un rehén, altos funcionarios instaron a Israel a no responder de forma desproporcionada, al menos mientras persista la tregua.
Este balance refleja el dilema para Washington: apoyar a su aliado Israel, pero sin sacrificar la credibilidad de su plan de paz.
Las tensiones crecientes sobre Netanyahu
Provocaciones por parte de Hamás
En Rafah, operativos de Hamás abrieron fuego contra tropas israelíes, lo que disparó las alarmas sobre la estabilidad de la tregua.
Peor aún, se denunció que Hamás fingió el descubrimiento de los restos del rehén Ofir Tzarfati para la Cruz Roja, algo que Israel considera una provocación deliberada para socavar el acuerdo.
Estas acciones no solo tensan la tregua, sino que también debilitan la confianza israelí en que Hamás cumplirá sus compromisos.
La presión interna sobre Netanyahu
Netanyahu está atrapado en una encrucijada. Por un lado, su coalición política (incluyendo partidos de línea dura) exige una respuesta contundente. Por otro, la Casa Blanca y sus asesores le piden moderación para no derrumbar el cese al fuego.
Además, su posición legal se debilita: está en medio de un juicio, lo que limita su margen de maniobra y lo obliga a considerar cuidadosamente cada decisión militar.
Además, algunos líderes estadounidenses advierten que si el primer ministro actúa sin control, el soporte diplomático que tanto ha costado para el plan de paz podría venirse abajo.
Los riesgos que acechan al alto al fuego
Si Israel reacciona con fuerza…
Si Netanyahu decide responder con un bombardeo masivo o una operación terrestre, corre el riesgo de:
- Destruir la tregua y desencadenar una nueva fase del conflicto.
- Perder el apoyo diplomático estadounidense, especialmente si se percibe que se ignoran las advertencias de la Casa Blanca.
- Generar una crisis humanitaria aún más grave en Gaza, lo que podría deslegitimar moralmente a Israel.
- Poner en riesgo la implementación de la segunda fase del plan de paz, que incluye la liberación de más rehenes y la retirada escalonada del ejército.
Si persiste la moderación…
Mantener la contención no es gratis para Netanyahu tampoco:
- Podría ser acusado por su base política de debilidad frente a Hamás.
- Si Hamás incumple sus partes del acuerdo (por ejemplo, en la devolución de restos), Israel podría verse obligado a actuar de todos modos, bajo mayor presión.
- La reconstrucción de Gaza podría avanzar sin que Israel mantenga la presencia o control esperado, diluyendo sus objetivos estratégicos.
¿Qué podría pasar en la segunda fase del plan?
La segunda fase del plan de paz tiene varios puntos críticos:
- Intercambio definitivo de rehenes: Se espera que todos los rehenes restantes (vivos y muertos) sean liberados o entregados. Esto es uno de los pilares del acuerdo.
- Gaza sin Hamás: Se propone un esquema donde Hamás pierda su poder militar y político, con una autoridad transitoria que administre la reconstrucción.
- Retiro escalonado: Israel debe retirarse gradualmente, mientras la ISF supervisa la seguridad.
- Reconstrucción: Se planea un ambicioso proceso de reconstrucción, con inversiones internacionales y bajo supervisión externa.
Sin embargo, la implementación dependerá de la cooperación de Hamás, del cumplimiento de ambas partes y de la voluntad internacional para mantener la presión y el apoyo. Cualquier desviación podría hacer colapsar el acuerdo o llevar a un regreso del conflicto.
Implicaciones internacionales
Papel de los países árabes
Países como Catar y Egipto han sido mediadores clave. Su participación será fundamental para asegurar la ejecución del plan, especialmente en la reconstrucción.
Además, algunos estados árabes podrían contribuir con tropas para la ISF, un punto sensible pero clave para garantizar la seguridad sin la presencia militar israelí permanente.
Reacción de la comunidad internacional
El acuerdo ha sido tanto celebrado como criticado. Mientras algunos ven el plan de Trump como una oportunidad histórica para estabilizar Gaza, otros advierten que la desmilitarización de Hamás y la reconfiguración política del territorio podrían generar nuevas tensiones.
Organismos internacionales y países clave observarán de cerca si el plan se implementa con respeto a los derechos humanos y si no se convierte en un mero instrumento geopolítico.
Conclusión: un momento crucial
Donald Trump ve en este alto al fuego su legado en Oriente Medio: un acuerdo que podría redefinir Gaza y su rol tras el conflicto. Pero para Netanyahu, mantener la tregua es un acto de equilibrio cada vez más complejo. Debe contener su impulso militar sin fracturar su coalición ni traicionar sus objetivos estratégicos.
La frágil tregua se sostiene gracias a la presión diplomática de Estados Unidos, pero no está garantizada. Cualquier provocación adicional por parte de Hamás, cualquier reacción excesiva por parte de Israel, o una pérdida de control en la reconstrucción, podría poner en riesgo todo el plan.
En las próximas semanas, lo que ocurra en Gaza podría definir no solo el futuro del enclave, sino también la viabilidad de un diseño de paz que muchos consideran histórico.

