El Ministerio español de Justicia ha recibido 268 solicitudes desde Venezuela para obtener la nacionalidad española, basadas en una ley aprobada por el Parlamento de ese país en junio del año 2015, dirigida a descendientes de judíos expulsados de la Península en 1492, que pudieran acreditar su origen y especial vinculación con España a través del conocimiento de la lengua y la cultura, aunque no tuvieran residencia legal en ese país.
Hasta ahora las cifras arrojan, a escala mundial, que solo tres solicitantes sefardíes han obtenido la nacionalidad española por trámite ordinario, 2.864 han iniciado el proceso, mientras que 4.535 la han logrado por real decreto, según datos facilitados a Efe por el Ministerio de Justicia, responsable del portal electrónico al que los peticionarios deben dirigirse para iniciar la tramitación.
Tras su entrada en vigor en octubre del año pasado se esperaba un aluvión de sefardíes en todo el mundo pidiendo la nacionalidad española como reparación a la expulsión. Pero lo cierto es que, transcurridos doce meses, los exiguos datos ponen de manifiesto que el proceso se torna algo más complejo de lo que en un primer momento se esperaba y, pese al interés inicial, los solicitantes, de 60 países, no se acercan ni de lejos a los cientos de miles que vaticinaban diversos organismos, debido a lo complejo que significa hacer trámites que remontan a 500 años.
Más efectivos han sido los dos reales decretos que completaron la ley y que facilitaron que este año 4.535 sefardíes se nacionalizaran españoles. Se trata de expedientes iniciados con anterioridad a la aprobación de la ley de sefardíes que habían acreditado su condición de descendientes de los expulsados por el edicto de los Reyes Católicos de 1492 y que han sido considerados españoles por carta de naturaleza o por actas de notoriedad, como el rabino jefe sefardí de Jerusalén, Shlomo Amar.
José Benarroch, presidente de la Unión Sefardí Mundial, que tramita solicitudes con el visto bueno del Ministerio de Justicia para expedir certificado de apellidos, cree que las autoridades españolas temían un «efecto tsunami» para hacer frente a una gran demanda de pasaportes por parte de sefardíes, pero que «los recelos no solo eran infundados sino que se produjo una reacción contraria».
Atribuye esto a los requisitos como el examen de español, de Constitución y de cultura española que deben cumplir los solicitantes en el Instituto Cervantes, y el viaje de un notario a Madrid tras la entrega previa del expediente vía digital, como frenos al entusiasmo por obtener un «reconocimiento» de España.
De las solicitudes cursadas, Argentina encabeza el país de origen con 347 y le siguen Israel (270), Venezuela (268), Brasil (170) y Estados Unidos (166), y más bajo Turquía, considerada uno de los bastiones del legado sefardí con 95, o el Reino Unido con apenas 9 aspirantes. Algunas estimaciones sostienen que entre un tercio y un quinto de los 13 millones de judíos del mundo descienden de la rama sefardí, si bien poder demostrarlo es un asunto más complejo.