8.000 judíos marchan en Auschwitz en recuerdo a las víctimas del Holocausto
Unos 8.000 jóvenes judíos de todo el mundo han recorrido este jueves en silencio los tres kilómetros que separan la verja de entrada del campo de concentración de Auschwitz -con el lema Arbeit macht frei [el trabajo os hace libres]- y elcrematorio de Birkenau en recuerdo del más de millón de hombres, mujeres y niños que fueron obligados por los nazis a hacer ese camino, del que no volverían jamás.
Como cada año desde 1988 y coincidiendo con el Día de la Shoá [Holocausto, en hebreo], ‘La marcha de los vivos’ en memoria de los muertos ha convertido Auschwitz-Birkenau en un desfile sobrecogedor donde las banderas que portaban los jóvenes ondeaban impregnadas del dolor que produce enfrentarse a ese pasado no tan lejano, pero también con la esperanza de que las atrocidades cometidas allí no se repitan jamás.
Auschwitz-Birkenau, en el sur de Polonia, entró en funcionamiento en 1940. La primera víctima fue un judío polaco llamado Dawid Wongczewisky. Murió el 6 de julio de ese mismo año. Un millón de personas siguió su destino y fue obligado a recorrer los tres kilómetros que separaban la vida de la muerte, la entrada al complejo y zona de pabellones de las cámaras de gas. Al menos 1,5 millones eran niños.
El 27 de enero de 1945, el campo del terror fue liberado por las tropas soviéticas, fecha elegida por las Naciones Unidas para conmemorar, con el Día del Recuerdo, a los seis millones de judíos asesinados por la maquinaria del nacionalsocialismo. En el calendario hebreo, sin embargo, el Día de la Shoá es el 27 del mes Nissan, una semana antes de que Israel naciera como Estado de las cenizas del Holocausto.
‘La marcha de los vivos’ ha reunido en esta ocasión a jóvenes procedentes de 52 países, con fuerte presencia de Hungría y no sólo por la cercanía de éste país a Polonia sino porque la mayor parte de las victimas de Auschwitz-Birkenau eran judíos húngaros. A ese complejo de exterminio fueron deportados alrededor de 450.000 judíos húngaros. Prácticamente todos fueron asesinados en las cámaras de gas.
Pero el mapa de persecución y muerte de judíos -también de homosexuales, gitanos, comunistas y discapacitados- forjado por el nacionalsocialismo no conoció fronteras y por esa razón en ‘La marcha de los vivos’ han participado jóvenes también llegados de Holanda, Rusia, España, Francia, Polonia, Canadá, Alemania, Estados Unidos, y Bélgica, de donde partían muchos de los convoyes con deportados hacia los campos de concentración y de exterminio.
Las celebraciones del Día de la Shoá, que concluyen con dos minutos de sirenas que paralizan toda la actividad y se guarda silencio en señal de luto, coinciden este año con el 70 aniversario de los juicios de Núremberg contra criminales nazis.
La Justicia sin embargo no ha detenido dicho proceso y en la actualidad hay varios ex nazis a la espera de juicio en distintas partes del mundo. En Alemania, el país donde empezó todo, se juzga a un ex enfermero de Auschwitz de 95 años por complicidad en la muerte de 3.681 personas, entre agosto y septiembre de 1944, periodo en el que sirvió como brigada sanitario.
Ese proceso se inscribe en la línea de los juicios tardíos por complicidad con el nazismo impulsados por las autoridades judiciales alemanas tras el caso del ucraniano John Demjanjuk, ex guardia en Sobibor condenado a cinco años de cárcel.
Algunos de las causas abiertas han sido, no obstante, sobreseidas por la avanzada edad del acusado. Ése fue el caso del llamado ‘contable de Aschwitz’ y miembro de la SS, Oskar Gröning, de 94 años, acusado de complicidad en la muerte de 300.000 judíos.
Pero ‘La marcha de los vivos’ también es esperanza y hace sólo unos meses se dio la noticia de lo que bien podría ser calificado de milagro. Margot Bachmann, una alemana de 71 años, había logrado localizar a través del Servicio de Búsquedas de la Cruz Roja a su madre. La mujer, que ahora tiene 93 años, fue confinada en 1944, embarazada, en un campo de concentración y sometida a trabajos forzados. Dio luz a una niña, pero le fue arrebatada y puesta en custodia del Departamento de Asuntos Sociales nazi. Al terminar la guerra, la madre huyó a Italia convencida de que tanto la niña como el padre habían muerto.
Fuente: Elmundo.es