Chai, el chino judío jasídico

El joven nacido en la moderna China comunista, se mudó a Israel y se convirtió al judaísmo. Se pasea por las calles con un sombrero negro y con kipá.

Aaron Waldman cuenta sobre su larga búsqueda de la verdad y de la dificultad de su familia en aceptar su “metamorfosis”.

Sus padres y abuelos probablemente nunca imaginaron poner un pie en Israel, pero Chai dejó su patria y se fue a la tierra prometida, a un pueblo diferente, lejos de todo lo que sabía. Se ve a sí mismo como un “árbol sin raíces” porque se siente con un vacío espiritual que está intentando llenar en Israel.

“Me enseñaron cuando era joven, en la escuela primaria, que el universo no tiene principio ni fin”, recuerda. “Si uno cree que hay un principio de todo, entonces uno es religioso. Pero es como que uno es supersticioso o estúpido. En la universidad me enseñaron que el universo tiene un principio, llamado Big Bang. Si uno no lo cree, entonces es estúpido. ¿Cuál es la verdad?”.

“Cuando era joven, el comunismo era la verdad. Después de la investigación, me di cuenta de que no puede ser”, continuó.

“Cuando llegué a Israel, mis padres estaban furiosos. En 1995 empecé a investigar el cristianismo”, dijo Waldman. “Leí unas 10 versiones de la Biblia. Para conocer la verdad, tengo que leer el texto original. Así que aprendí hebreo, hebreo bíblico. Después de un tiempo, unos cinco años, he podido leer la Biblia en hebreo”.

“Cinco años después, en 2000, llegué a la conclusión de que el cristianismo estaba equivocado. El judaísmo tiene toda la razón. Así que tomé la decisión de que yo quiero vivir esta forma de vida”.

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