En las bulliciosas calles de la antigua Roma, donde se entrelazaban la cultura, el comercio y la innovación, uno de los productos más venerados era sin duda el vino. Investigaciones recientes han desenterrado conocimientos fascinantes sobre el enigmático mundo de la elaboración del vino romano, desafiando creencias arraigadas sobre su calidad y sofisticación.
Un estudio innovador publicado en enero en la prestigiosa revista Antiquity arroja nueva luz sobre las prácticas de vinificación de la época romana. Dirigida por el Dr. Dimitri Van Limbergen de la Universidad de Gante (Bélgica), la investigación profundiza en las meticulosas técnicas empleadas por los antiguos viticultores, revelando un nivel de artesanía y refinamiento que puede haber rivalizado con los estándares contemporáneos.
Contrariamente a la percepción popular, los vinos romanos no eran meros brebajes que se enmascaraban con especias y hierbas. En cambio, fueron elaborados meticulosamente en grandes vasijas de arcilla especialmente diseñadas conocidas como dolia. Estos recipientes porosos, a menudo medio enterrados para regular la temperatura, proporcionaban un entorno ideal para la fermentación, impartiendo un carácter único a los vinos.
Según el Dr. Van Limbergen, la idea tradicional de que el vino romano es inferior y desagradable es un error. A través de un análisis comparativo con las prácticas vinícolas modernas en Georgia, donde persisten técnicas antiguas, el estudio sugiere que los vinos romanos eran complejos y sabrosos, y contaban con una amplia gama de colores y sabores.
Uno de los hallazgos clave de la investigación es el descubrimiento de evidencia bioarqueológica directa en sitios como el Herodium, el palacio de invierno del rey Herodes al sur de Jerusalén. Aquí se descubrieron restos de un sofisticado proceso de elaboración del vino llamado maceración, lo que da pistas de la profundidad del conocimiento que poseían los antiguos viticultores.
Pero ¿qué pasa con la perspectiva judía sobre el vino romano? Amichai Lourie, un destacado experto en vinos israelí y director ejecutivo de Shiloh Winery, ofrece ideas intrigantes sobre este antiguo enigma. Lourie sostiene que los vinos de hace dos mil años eran realmente extraordinarios y reflejaban el ingenio y el paladar exigente de las civilizaciones antiguas.
A partir de fuentes textuales como el Talmud, Lourie enfatiza el papel integral del vino en la vida y el ritual judíos. Desde Shabat hasta Pesaj, el vino ha sido un símbolo sagrado de celebración y comunión, trascendiendo las fronteras culturales.
Sin embargo, en medio del atractivo de los vinos romanos, existían claras diferencias arraigadas en la ley judía. Estrictas regulaciones regían la producción y el consumo de vino, asegurando su pureza y santidad de acuerdo con los preceptos religiosos. A pesar de la interacción ocasional entre eruditos judíos y romanos, la división entre las dos culturas siguió siendo palpable, subrayada por el significado simbólico de las vasijas de barro en la tradición judía.
En esencia, el estudio de la vinificación romana ofrece una mirada a una era pasada de sofisticación y refinamiento. Nos desafía a reconsiderar nuestras percepciones sobre las civilizaciones antiguas y sus contribuciones al mundo de la gastronomía. Mientras levantamos nuestras copas en homenaje al pasado, saboreemos la complejidad y el sabor de los vinos que han resistido el paso del tiempo.