Henri Borlant, el único sobreviviente de los 6,000 niños judíos deportados de Francia a Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial, falleció el 3 de diciembre a los 97 años. Su vida fue un relato de tragedia, supervivencia y legado, marcado por la pérdida de su familia, su lucha por la vida en los campos de concentración nazis y su compromiso de compartir su experiencia con futuras generaciones.
A continuación, exploraremos los eventos que marcaron su vida, su labor como testigo de la Shoá y el impacto de su testimonio en la preservación de la memoria histórica.
Los Primeros Años de Henri Borlant
Una Infancia en París
Henri Borlant nació el 5 de junio de 1927 en París, como Hirsch Borlant, siendo el cuarto de 10 hijos en una familia judía de origen ruso. Sus padres, ciudadanos franceses naturalizados, buscaban construir un futuro en un país que prometía libertad y estabilidad.
En 1939, cuando la amenaza de la guerra se hizo evidente, la familia Borlant fue evacuada al oeste de Francia, en Anjou. Allí fueron recibidos calurosamente por los lugareños, lo que les brindó un breve respiro en medio de la incertidumbre. Como medida de precaución, los niños fueron bautizados y asistieron a una escuela católica.
La Ocupación Alemana y la Deportación
El 15 de julio de 1942, la tragedia golpeó a los Borlant. Henri, su madre, su hermano Bernard y su hermana Denise fueron arrestados por soldados alemanes. Dos días después, su madre fue liberada inesperadamente y reemplazada por su padre, Aron.
El 20 de julio, Henri, su padre y sus hermanos fueron deportados en el convoy número 8 de Angers a Auschwitz. Este viaje marcó el inicio de un calvario que lo llevaría al corazón del Holocausto.
Sobrevivir a Auschwitz y Otros Campos de Concentración
La Llegada a Auschwitz-Birkenau
A su llegada a Auschwitz, la hermana de Henri fue asesinada de inmediato. Poco después, su padre y su hermano también perecieron. Henri quedó solo, enfrentando la brutalidad del campo de concentración.
En su libro Merci d’avoir survécu (“Gracias por sobrevivir”), Henri describió cómo la esperanza de que su sufrimiento fuera conocido algún día alimentó su voluntad de sobrevivir.
De Auschwitz a Otros Campos
Con el avance del Ejército Rojo, Henri fue trasladado a varios campos: Sachsenhausen, Oranienburg y finalmente Ohrdruf-Buchenwald. En cada uno de estos lugares, enfrentó trabajos forzados y condiciones inhumanas.
Poco antes de que las tropas estadounidenses liberaran Ohrdruf-Buchenwald, Henri escapó y encontró refugio con un vendedor de carne antinazi.
El Retorno a Francia y una Nueva Vida
Repatriación y Recuperación
El 16 de abril de 1945, Henri regresó a Francia, donde se reunió con su madre y sus hermanos que habían logrado sobrevivir. Sin embargo, el regreso no estuvo exento de desafíos: sufría de tuberculosis y cargaba con el trauma de los horrores vividos.
A pesar de todo, Henri mostró una notable resiliencia. Estudió medicina y se convirtió en médico, dedicando su vida a ayudar a otros.
Silencio y Testimonio
Durante décadas, como muchos sobrevivientes, Henri mantuvo en silencio sus experiencias. Sin embargo, en la década de 1990, decidió romper ese silencio. Se unió a la asociación Témoignage pour mémoire y comenzó a hablar en escuelas, universidades y foros públicos.
Su Legado: Educación y Memoria
Merci d’avoir survécu
En 2011, Henri publicó su libro Merci d’avoir survécu, un relato conmovedor de su vida. El título se inspiró en una nota que recibió de un joven de 15 años que había escuchado su historia, agradeciéndole por compartirla.
Miembro Activo en la Preservación de la Memoria
Henri participó activamente en la Fundación para la Memoria de la Deportación y en la comisión educativa del Memorial de la Shoá. Su objetivo era garantizar que las nuevas generaciones comprendieran la magnitud del Holocausto y trabajaran para evitar que algo similar volviera a ocurrir.
Reflexiones Finales
Henri Borlant no solo sobrevivió a los horrores del Holocausto, sino que convirtió su dolor en un poderoso testimonio de resiliencia y esperanza. Su vida, marcada por la pérdida y la superación, es un recordatorio del valor de la memoria histórica.
Su legado vive en las generaciones que escucharon sus relatos y en aquellos que, inspirados por su historia, luchan por un mundo más justo y humano.