La madre y abuela materna de Elisheva Irma Díaz es de origen judío pero ella creció en contacto con su fe y la religión católica. Para ella fue natural asistir a misa y a los Bar Mitzvah de sus primos.
“Me crié alrededor de las dos religiones y eso fue muy simple para mí. No fue nada extraordinario”, dijo Díaz, oriunda de México, quien se convirtió en fundadora y pastora de Upon This Rock Ministries. Sin embargo, siempre tuvo la inquietud de profundizar en la fe de su familia materna.
Pero a pesar de tener una vida dedicada a predicar y guiar a otros en varias iglesias cristianas, tanto en Estados Unidos como a nivel internacional, Díaz siempre sintió amor por la religión de su madre, por las enseñanzas de la Torá. Es por ello que decidió volver a sus raíces judías y comenzar una nueva etapa de su vida.
“Yo me dije, ‘no, yo soy judía’. Cambie todo, deje todo lo que tenía y me regrese a mis raíces judías”, dijo Díaz, quien decidió dar ese paso hacer diez años. Fue un cambio bastante difícil porque ya había publicado libros y tenía un programa de televisión.
Una comunidad extendida por Latinoamérica
Díaz pertenece forma parte de la comunidad judía sefardí, descendientes de los judíos que vivieron en España hasta 1492, cuando los Reyes Católicos les ofrecieron la opción de convertirse al catolicismo o ser expulsados del país.
Muchos decidieron salir del territorio y establecerse en el norte de África, en los reinos de Portugal o Navarra o en los estados italianos. Pero una gran mayoría emigró al continente americano.
Muchos de los bautizados en la fe católica siguieron los ritos de su nueva religión pero una gran mayoría, llamados Criptojudíos, mantuvieron a escondidas sus costumbres e incluso su fe judía y su idioma denominado ladino.
“Actualmente en España, después que reconocieron el Estado de Israel, hay muchos que están volviendo que están regresando al judaísmo”, dijo Raphael Ortasse, fundador y director del Coro Kol Sephardic. “Los llamamos ‘conversos’ porque están regresando”.
Ortasse señala que hay muchas personas latinas que llevan apellidos sefarditas sin saberlo, como López, Rodríguez.
De acuerdo con el American Jewish Year Book, la comunidad sefardí en el mundo está compuesta de unos dos millones de integrantes, con la mayor parte de ellos en Israel, Francia y Estados Unidos. Pero también existen comunidades en varios países de Latinoamérica como Argentina, México, Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua .
Redescubriendo las raíces
Ana Alarcón, de origen salvadoreño, creció como adventista pero siguiendo ciertas costumbres y preceptos de la religión judía, como una variante de la dieta kosher y la observación del Shabat (sábado). Incluso noto que en su familia paterna el nombre de Benjamín se repetía mucho.
“Siempre quería venir a una sinagoga pero no sabía cómo hacerlo hasta que me animé y fui yo que lo busque”, dijo Alarcón, quien comenzó el proceso hace unos cincos años. “Me siento como que llegué a casa, como que si aquí era que tenía que haber estado siempre”.
Aunque Alarcón comenzó con la inquietud por saber de sus orígenes, fue su hijo el que primero se interesó por sus raíces judías desde los 12 años. La madre de Alarcón siempre le repetía al niño que él era judío.
A pesar de que muchos familiares y amigos no aceptan su regreso a la fe judía, otros han seguido su ejemplo y han comenzado a estudiar para profundizar en la fe. Su abuela incluso se sintió feliz de su decisión y se lo expresó antes de morir.
“Ella me dijo. ‘Que bueno, porque estás a tiempo pero para mí ya es muy tarde’”, recuerda Alarcón.
Al igual que Alarcón, Ela Bonilla Hernández creció en El Salvador como Adventista del Séptimo Día, en donde tienen la costumbre de observar el Shabat. Pero siempre sintió inquietud por sus raíces y cuando llegó a Los Ángeles, comenzó a investigar sus orígenes y se dio cuenta que su padre era de ascendencia judía.
Bonilla Hernández sintió el llamado para volver a su fe y decidió regresar a sus raíces, en donde comenzó a estudiar la Cábala, que se enfoca en la interpretación mística de la religión. Sin embargo, su familia no quiso seguir sus pasos y prefirió seguir profesando la fe cristiana.
“A mí no se me hizo difícil porque ya había comenzado a estudiar desde mucho antes”, dijo Bonilla Hernández. “A mis hijos les digo pero ellos me dicen, ‘ustedes nos enseñó acá y aquí nos vamos a quedar’”.
Educando a otros sobre la comunidad sefardita
Díaz destaca que a veces es difícil para los judíos sefarditas ser aceptados en las sinagogas porque no creen que sean de la misma fe. Es por eso que se han unido para informar a la comunidad sobre sus orígenes.
“El movimiento de nosotros es para educar, para que la gente despierte y vean que hay muchos sefardíes y hay muchos latinoamericanos que están regresando a la fe, a las raíces que tenían antes”, dijo Díaz. “Pero hay veces que a los sefardíes no nos quieren aceptar en las sinagogas y es por eso que tenemos que educar a los Asquenazí [judíos de Europa central y oriental] para que acepten a los sefarditas”.
Díaz señaló que ellos educan a la comunidad en dos formas.
“Hay el camino que estamos educando que está regresando y hay el camino de las personas que no saben que existimos”, dijo Díaz, quien añadió que el regreso a la fe “tiene que ser cosa del corazón y el alma que atrae a uno”, dijo Díaz.
Es algo en que coincide el salvadoreño Óscar Domínguez, quien sintió la inquietud de investigar sobre el origen de sus raíces cuando estudió la biografía de José A. Castellanos, salvadoreño que salvó la vida de muchas personas de esa religión cuando era cónsul de su país en Suiza durante la Segunda Guerra Mundial.
“El momento que estamos viviendo es importante porque cada uno está buscando su propia verdad. Cada alma, cada quien se está queriendo conectar. Es algo que nadie lo va a parar”, dijo Domínguez. “Por eso, para nosotros el haber encontrado el judaísmo es como un rescate de las almas de los tatarabuelos”.
“La idea realmente es entrar en el tema, de que la gente explore, que se pregunte, que cuestione”, añadió Domínguez.
Pero también educan y muestran el origen de las tradiciones sefardíes a través del canto.
“Toda la cultura española proviene de la cultura judía”, dijo Ortasse, quien en 1992 fundó el coro en forma informal pero que con el tiempo llegó a convertirse en un grupo de renombre. “El flamenco tiene su origen en nuestra música porque somos originarios de España”.
Ortasse destaca que las canciones que ellos entonan, en ladino, tienen más de 500 años.
“Seguimos la misma religión que los judíos europeos pero tenemos diferentes melodías, diferentes canciones y tradiciones”, dijo Ortasse. “Pero en el fondo, somos iguales, porque creemos en el mismo Dios”.
Por Marvelia Alpizar
Fuente: hispanospress.com