Costa Rica es un país con una superficie que mide 51.100 kilómetros cuadrados, reconocido mundialmente por su biodiversidad, en el cual no hay ejército y la gente aspira vivir en paz; donde su población está constituida por una pluralidad étnica y cultural, conformada en un principio por indígenas de la región chorotega al norte del país, pueblos autóctonos del pacífico central y sur, además de otros sectores.
Luego, en la época de la conquista por españoles provenientes de diferentes zonas de la península ibérica, entre los cuales también llegó un grupo de familias judío sefarditas huyendo de la inquisición a raíz del conocido decreto de expulsión del 31 de marzo de 1492 firmado por los Reyes Católicos de España en aquella época, como lo revelara Gonzalo Chacón Trejos en su obra Costa Rica es distinta en Hispanoamérica (1969).
Así podemos apreciar que la conformación de la idiosincrasia de esta nación es muy particular, debido a que buena parte de sus orígenes después de la llegada de los españoles, gira en torno a este hecho.
Investigando la identidad nacional costarricense, se ha podido apreciar que hay varios indicios a través de la historia de este pequeño país centroamericano que nos muestra como desde el lenguaje, las costumbres y tradiciones culinarias de sus habitantes se refleja una influencia judía muy arraigada, donde se estima que entre el 70 y 80% de los apellidos de su población son de origen sefardita, como así lo han indicado varios autores, entre ellos Samuel Stone y Chacón Trejos, durante muchos años.
Además, como dijo alguna vez el periodista y poeta Luis Kleiman, judío costarricense que investigó la cultura sefardí: “El tico nació en Israel, dejó su ombligo en Sefarad y aprendió a caminar en Costa Rica”. (C. Umaña. Las raíces judío-sefarditas del pueblo de Costa Rica. Free eboocks.net/es).
De esta forma, todas esas características del costarricense son las que influyeron su manera de ser desde la época de la Colonia y esto se ha podido observar a lo largo de su historia.
En cuanto al hablar cotidiano, nos encontramos con gran cantidad de palabras provenientes del djudeo-espanyol o ladino que fueron expresiones propias que identificaron el lenguaje de nuestros campesinos. Por ejemplo la palabra “merkar” que en ladino significa “comprar”, la cual es utilizada en la obra del renombrado escritor costarricense Aquileo J. Echeverría, denominada “Mercando leña”, una de las creaciones literarias más representativas de Costa Rica que utiliza este término sefardí como propio del vocabulario típico campesino.
Por otra parte, en cuanto a las costumbres es bien conocido el hecho de que a los habitantes del pueblo de Escazú, se les llama en la actualidad “brujos y brujas,” debido a que al oeste de la capital San José, desde el año de 1775, sus pobladores se dieron cuenta que todos los viernes al anochecer, algunas mujeres y hombres no salían de sus casas, prendían candelas y hablaban en una lengua extraña, haciendo gestos con sus manos, siendo esto calificado como un “aquelarre” en aquella época y hasta nuestros días, ignorando que se trataba de la conmemoración del Shabat, con lo cual se evidencia que las tradiciones judías han estado presentes desde hace mucho tiempo en este país, a pesar de las persecuciones y de algunas versiones de la historia que han tratado de ocultarlas.
Además, el historiador costarricense Carlos Monge Alfaro, en su libro Historia de Costa Rica (1966) ya había expresado en relación con este tema lo siguiente: “Durante mucho tiempo los colonizadores dieron un ejemplo tan malo de vida cristiana, que a principios del siglo XVIII, el Obispo de Nicaragua excomulgó a todos los habitantes de la provincia, observando que estos se alejaban de los pueblos donde había una iglesia”.
Del análisis de este hecho, varios autores han concluido que muchos de estos colonos fueron en realidad judíos conversos que se distanciaban de sus pueblos para así poder practicar su religión a escondidas, teoría que debería ser más estudiada, ya que generaría un cambio en la interpretación del origen de la sociedad costarricense, como bien lo expuso Samuel Stone en su libro La Dinastía de los Conquistadores (1975).
Ahora, en cuanto a las tradiciones culinarias, se denota su influencia sefardí en la cocina típica. Desde la Adafina, presente en un caldo de frijoles, carne, arroz y huevos duros o haminados con especias, hasta la jalea de guayaba (membrillo) que no falta en ninguna casa, las berenjenas en todo tipo de fritos, los Buñuelos, las Borrekas o empanadillas rellenas de quesos que nos hacen a todos la boca agua, la mermelada de naranjas amargas, el Raki o aguardiente anisado, siempre presente en la mesa de las abuelas después de las comidas, al igual que un sinnúmero de otras recetas.
Vemos entonces que las tradiciones judío sefarditas en Costa Rica se conservan de esta manera, por cada uno de los descendientes de todo judío proveniente de la antigua Sefarad que se transmiten de generación en generación a sus hijas e hijos, como un legado que marca sus orígenes y destinos.
Marisol Chévez Hidalgo
Licenciada en Filosofía
Universidad de Costa Rica.