Los mitos del antisemitismo: Ni los judíos mataron a Cristo ni controlan la economía
Un chiste popular en la Europa de entreguerras mostraba a dos paisanos discutiendo acerca de las causas de la Primera Guerra Mundial. Uno de ellos aseguraba: «La culpa de la guerra fue de los judíos y los ciclistas». Y su interlocutor le preguntaba asombrado: «¿Y por qué de los ciclistas?» Para la pensadora Hanna Arendt, el chiste mostraba la pervivencia de un mito antisemita tan ridículo como eficaz que condensó los peores demonios de occidente en forma de una nueva guerra mundial y del exterminio de sus caricaturizados protagonistas. ¿Cómo nacieron semejantes patrañas, de qué manera infligieron tanto daño y cómo es posible que tantas de ellas pervivan aún hoy?.
De la iconografía que alentó las persecuciones medievales a las películas de Mel Gibson, la historiadora brasileña Maria Luiza Tucci Carneiro (1972) ha sintetizado las más socorridas falacias del antisemitismo en su último libro, ‘Diez mitos sobre los judíos’ (Cátedra). Se trata de un breviario de textos cortos «en dosis homeopáticas» que desgrana afirmaciones alimentadas por la cultura popular con el marchamo de la verosimilitud pero que, a poco que husmeemos en sus orígenes, se muestran como las falsificaciones que son. «El mito también es historia», explica Tucci Carneiro, «pues se construye como un seudosaber que legitima la versión de aquellos que, por algún interés, insisten en la idea de que los judíos son una raza o un grupo indeseable».
Y así, con medida erudición y buena puntería, van desplomándose falacias. Seleccionamos cinco de ellas:
1. Los judíos mataron a Cristo
«Al transformar a los judíos en asesinos de Cristo, los eruditos cristianos intentaban ahogar las dudas lanzadas por los judíos en cuanto a la naturaleza terrenal de Jesús, el carácter ilusorio de su resurrección y sobre que él no era el tan esperado Mesías. A lo largo de los siglos, el mito de que ‘los judíos mataron a Cristo’ fue reafirmado y renovado por otros mitos que, a partir del siglo XII, contribuyeron a fortalecer la idea del ‘peligro judío’. Tales hostilidades llegaron al apogeo en el período posterior a las Cruzadas y a partir de la instalación de la Inquisición ibérica, momento en que la Iglesia católica fortaleció su discurso de ‘unidad del cristianismo’ en lucha contra los herejes. Durante la Edad Media, por ejemplo, la sociedad creyó en la leyenda del asesinato ritual de un niño celebrada anualmente durante la Pascua, en la profanación de las hostias y, en el inicio del siglo XV, en la acusación de que los judíos envenenaban los pozos».
Durante la Edad Media la sociedad creyó en la leyenda del asesinato ritual de un niño durante la Pascua
«El antisemitismo se recrudece en la actualidad. Hoy se continua responsabilizando a los judíos de la muerte de Jesucristo. El tema nunca salió de la agenda de las corrientes católicas conservadoras y los movimientos anti-Israel. (…) El cine también ha reavivado el mito de que el pueblo judío es deicida, como en la polémica película ‘La Pasión de Cristo’, dirigida por Mel Gibson y lanzada en la Semana Santa de 2004. Éxito de taquilla en los Estados Unidos y otros países, reavivó el mito judeofóbico al traer a debate la tradicional pregunta: ‘¿Quién mató a Cristo?'»
«Consciente del discurso antisemita, la Iglesia católica ha revisado sus posiciones desde el Concilio Vaticano II cuando, en octubre de 1965, se divulgó la declaración ‘Nostra Aetate’ que suprimió la acusación católica contra el pueblo judío. Al reconocer implícitamente sus culpas pasadas, el Vaticano nos ofrece la imagen de que, a partir de esa fecha, una nueva mentalidad se instauraría en el mito católico por unanimidad».
2. Los judíos son una entidad secreta
«La acusación de que ‘los judíos actúan como una sociedad secreta’ tuvo eco en la primera versión de la obra apócrifa ‘Los Protocolos de los Antiguos Eruditos Sabios de Sión’, publicada por el periódico Znamaya [La Bandera] de San Petersburgo en el contexto de los conflictos políticos que marcaron a la Rusia zarista entre 1903 y 1917. Un conjunto de 24 conferencias ‘demostraban’ que los ‘antiguos judíos eruditos», organizados en una comunidad secreta y multidimensional, buscaban poner en práctica el ‘programa para la conquista del mundo de los judíos’.
La obsesión de Franco era combatir a la masonería y al comunismo que, en su opinión, conspiraban contra la regeneración de España
La idea del complot judeomasónico resurgió en España en 1935 en la obra ‘La Masonería contra España’, de Francisco de Luis, considerado por el historiador Domínguez Arribas como una de las obras antijudeomasónicas más importantes de los años treinta. Durante la Guerra Civil española (1936-1939) tuvieron lugar manifestaciones contra los judíos y masones por parte de los partidarios de Franco, quienes, además de identificarse con la ideología nazi, tenían como matrices de pensamiento las obras del catolicismo francés. La obsesión de Franco era combatir a la masonería y al comunismo que, en su opinión conspiraban contra la regeneración de España».
3. Los judíos controlan la economía mundial
«La relación directa de los judíos con el capitalismo moderno ha generado una acumulación de acusaciones por parte de aquellos que, por envidia o por sentirse ‘atrapados’ por las normas de sus religiones, no aceptan las conquistas de este grupo en el campo empresarial. Para algunos, vivir como comerciante o como banquero significa vivir a costa de otro’, seducido por la ganancia fácil, el ocio y el lucro. Pero, en verdad, el sentimiento de ganancia y ambición en el hombre no es una fatalidad exclusiva de los judíos ni del capitalismo».
El mito nace en ‘Los Protocolos de los Sabios de Sión’, uno gran engaño de la historia contemporánea
«Para comprender la dinámica del mito de que ‘los judíos dominan la economía mundial’ y su extensión a lo largo de los siglos XX y XXI, debemos retomar la historia de ‘Los Protocolos’ que, en cuanto a producto de varios mitos políticos, se transformó en uno de los propulsores del antisemitismo y el genocidio modernos. Su contenido nos remite a otro mito relacionado: el de que los judíos forman una sociedad secreta internacional, que controlan los medios de información y la política, financian las guerras, el tráfico de armas, etc. Esta obra, considerada uno de los mayores engaños de la historia contemporánea, es el perfecto ejemplo del principio de que, cuando se repite una mentira innumerables veces, no importa cuan ridícula sea, se la empieza a aceptar como verdad».
4. Los judíos no tienen patria
«La expresión de que los judíos ‘no tienen patria’ o de que son ‘eternos caminantes’ no se refiere tan solo al pasado: ha sido, a lo largo de los siglos, repetida y actualizada de acuerdo con los intereses de distintos grupos sociales y políticos, ya ha servido para justificar una y otra ideología. La figura del judío errante fue rehabilitándose bajo nuevas máscaras, pues el arquetipo favorece la promoción de discursos intolerantes que, adptándose a la realidad por donde circulan, alimentan el odio y la violencia, no sólo contra los judíos, sino también contra los africanos. Considerando que nuestras mentes son verdaderos recipientes de proyecciones mentales, tales imágenes —al mantener estrecha verosimilitud con la realidad— se adaptan, contribuyendo a perpetuar la mentira».
5. Los judíos manipulan a los EE.UU
«Por su contenido, este mito —al igual que tantos otros— nos ofrece apoyos para escribir un ‘ensayo sobre la ceguera de los antisemitas’ y sobre el proceso de satanización de los Estados Unidos e Israel. Las imágenes que representan el mito generalizan y omiten ciertos hechos históricos que atraviesan las relaciones Estados Unidos-Israel, sin tener en cuenta que entre los dos países hay convergencias y divergencias. Es importante recordar que ambos países tienen una identidad cultural e ideológica común en la defensa de valores democráticos y como herederos de tradiciones judías con siglos de existencia».
«Tal narrativa perdura aún hoy, rehabilitada por el nuevo antisemitismo que reverbera el odio y la intolerancia en este siglo XXI. Sus adeptos se apropian, día tras día, de acusaciones panarabistas, antisionistas y antiamericanas que tienen eco en los conflictos entre Israel y Palestina. Es un discurso que sobrevive, en gran parte, alimentado por vídeos, fotografías, caricaturas y textos periodísticos con opiniones generalizadas sobre la crisis en Oriente Medio que tiene en Estados Unidos a un tradicional mediador».
Fuente: elconfidencial.com