Colombia, una nación de rica diversidad cultural y religiosa, se encuentra en medio de una tormenta política y social tras el reciente nombramiento de Richard Gamboa Ben-Eleazar como Director de Asuntos Religiosos en el Ministerio del Interior. La decisión, tomada por el presidente Gustavo Petro, ha desatado una ola de indignación y preocupación, particularmente dentro de la comunidad judía colombiana y en organizaciones internacionales de derechos humanos y lucha contra el antisemitismo. La controversia no radica únicamente en la figura de Gamboa, sino en sus declaradas posturas antisionistas, sus comentarios incendiarios comparando a judíos sionistas con «nazis» y «apóstatas», y las serias dudas sobre la legitimidad de su ordenación rabínica. Este nombramiento se produce en un contexto ya tenso, marcado por el reciente rompimiento de relaciones diplomáticas entre Colombia e Israel por parte del gobierno Petro, añadiendo una capa de complejidad geopolítica a una cuestión interna de libertad religiosa y representación comunitaria.
El epicentro del conflicto reside en la percepción de que una persona con un historial de declaraciones consideradas antisemitas por los principales organismos judíos, y cuya formación rabínica es cuestionada, ha sido puesta a cargo de velar por los derechos y la libertad de todas las confesiones religiosas en el país, incluyendo aquella a la que ataca virulentamente. La comunidad judía organizada de Colombia ha sido unánime en su rechazo, argumentando que Gamboa no solo no los representa, sino que representa una amenaza directa a su bienestar y seguridad. Este artículo profundizará en los detalles del nombramiento, el perfil de Richard Gamboa Ben-Eleazar, las reacciones viscerales de la comunidad judía local e internacional, el contexto político bajo la administración Petro, las implicaciones para la libertad religiosa en Colombia y el delicado debate sobre la línea entre la crítica a Israel y el antisemitismo.
¿Quién es Richard Gamboa Ben-Eleazar? Perfil del Nuevo Director de Asuntos Religiosos
Mi encuentro con el Gran Rabino YISROEL DOVID WEISS, vocero de Neturei Karta, quien visita por estos días nuestro país. Los verdaderos rabinos no somos sionistas, no apoyamos al nazismo israelí, y no aceptamos el uso del Judaísmo para hacer apología del genocidio. #NotInOurName pic.twitter.com/GN2oQelrQY
— Rabino Dr. Richard Gamboa Ben-Eleazar (@rabinogamboa) March 29, 2025
La figura de Richard Gamboa Ben-Eleazar emerge en el escenario público colombiano envuelta en controversia. Antes de su designación, su perfil no era ampliamente conocido fuera de ciertos círculos activistas y religiosos específicos. Sin embargo, su nombramiento lo ha catapultado al centro de un debate nacional e internacional.
Uno de los puntos más cuestionados es su autoproclamado título de «rabino». Según informes y la propia información disponible en su perfil de LinkedIn, Gamboa habría obtenido una ordenación rabínica a través del «Seminario Teológico Esotérico» (Esoteric Theological Seminary), una institución con sede en Florida, Estados Unidos. Investigaciones periodísticas y comentarios de líderes comunitarios señalan que esta institución ofrece títulos religiosos, incluyendo el de rabino, por una tarifa relativamente baja (mencionándose la cifra de $160 USD) a través de programas en línea y con requisitos académicos considerados laxos por las corrientes principales del judaísmo (Ortodoxo, Conservador, Reformista, Reconstruccionista).
Estas corrientes mayoritarias del judaísmo tienen procesos de ordenación rigurosos que implican años de estudio intensivo en seminarios reconocidos (yeshivot o seminarios rabínicos), dominio del hebreo y arameo, profundo conocimiento de la Torá, el Talmud, la Halajá (ley judía), filosofía judía, historia y práctica pastoral. La ordenación por parte de instituciones no afiliadas a estas corrientes y con modelos educativos acelerados o a distancia, como parece ser el caso del Seminario Teológico Esotérico, generalmente no es reconocida por la comunidad judía organizada a nivel mundial ni por sus líderes religiosos establecidos.
Este es precisamente el argumento central de la Confederación de Comunidades Judías de Colombia (CCJC) y del Gran Rabino de Colombia, Alfredo Goldschmidt: Richard Gamboa Ben-Eleazar no es reconocido como rabino por la comunidad a la que, irónicamente, su nuevo cargo debería también servir y proteger. Esta falta de reconocimiento no es un mero tecnicismo religioso; socava fundamentalmente su credibilidad y legitimidad para interactuar con la comunidad judía desde una posición de autoridad o entendimiento religioso compartido.
Más allá de la cuestión de su ordenación, son sus declaraciones públicas, principalmente en redes sociales como X (anteriormente Twitter), las que han encendido las alarmas más fuertes. Gamboa ha cultivado una presencia en línea marcada por una crítica feroz y constante hacia el Estado de Israel y el sionismo, la ideología que aboga por la autodeterminación del pueblo judío en su patria ancestral. Sin embargo, su lenguaje trasciende lo que muchos considerarían crítica política legítima.
En publicaciones documentadas, Gamboa ha calificado a Israel de «estado neonazi». Ha descrito el sionismo como una «herejía antijudía, idólatra y apóstata». Y, de manera particularmente hiriente y peligrosa, ha llamado a los judíos que se identifican como sionistas (la vasta mayoría de los judíos en el mundo, que ven en Israel un componente central de su identidad o seguridad) «herejes», «apóstatas» y «nazis».
El uso del término «nazi» en este contexto es profundamente ofensivo y trivializa el Holocausto, el genocidio sistemático de seis millones de judíos perpetrado por el régimen nazi alemán y sus colaboradores. Para la comunidad judía, comparar las acciones del Estado judío, por muy criticables que puedan ser para algunos, con las de sus perseguidores genocidas es una forma clásica de antisemitismo moderno, según la definición de trabajo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA), adoptada o respaldada por numerosos países y organizaciones.
Además, calificar a otros judíos de «herejes» y «apóstatas» por sus convicciones políticas o su conexión con Israel se adentra en un terreno teológico divisivo y hostil, impropio de un funcionario público encargado de fomentar la convivencia y el respeto entre todas las fes. Estas declaraciones no son incidentes aislados, sino que parecen formar parte de una ideología consistente expresada por Gamboa a lo largo del tiempo.
El Nombramiento y la Reacción de Gamboa: Un Acto de «Justicia» Cuestionado
Hijos de Abraham, unidos! En esta foto, con el Sheikh Hari (Comunidad Islámica Ahlul Bayt Colombia) y con dos sacerdotes de la Iglesia Siro-Ortodoxa, Patriarcado de Antioquía. Foto cortesía de @lauramcomunica . pic.twitter.com/BBhdAJFISt
— Rabino Dr. Richard Gamboa Ben-Eleazar (@rabinogamboa) March 17, 2025
El anuncio del nombramiento se hizo público a través de las propias redes sociales de Gamboa el jueves anterior a la publicación de las noticias iniciales. En su mensaje, expresó su gratitud al presidente Gustavo Petro «por la oportunidad de servir a las minorías religiosas excluidas y marginalizadas desde la Dirección de Asuntos Religiosos, en la construcción de una Colombia justa y en paz para todos».
Esta declaración enmarca su nombramiento como un acto de inclusión y reparación hacia grupos religiosos minoritarios que, según él, han sido históricamente desatendidos. Si bien la Dirección de Asuntos Religiosos tiene ciertamente el mandato de trabajar con todas las confesiones, incluyendo las minoritarias y emergentes, la elección de una figura tan polarizante y específicamente hostil hacia una de las comunidades minoritarias más establecidas y vulnerables del país (la comunidad judía) ha generado el efecto contrario: una profunda sensación de exclusión y amenaza.
Ante la avalancha de críticas que siguió a su nombramiento, Gamboa adoptó una postura defensiva, presentándose como víctima. En otra publicación en X, denunció: «En las últimas 48 horas, mis derechos humanos han sido violados en Colombia: libertad religiosa, derecho a la honra y al buen nombre, libertad de conciencia… ¡lo han hecho públicamente y en mi calidad de DEFENSOR DE DERECHOS HUMANOS!».
Esta autodefensa, sin embargo, ha sido recibida con escepticismo. Los críticos argumentan que la controversia no surge de una violación de sus derechos personales, sino de la evaluación de su idoneidad para un cargo público de alta sensibilidad, basada en sus propias declaraciones y acciones pasadas. La libertad de expresión, señalan, no exime a un funcionario público de la responsabilidad por discursos que incitan al odio o que son incompatibles con la naturaleza de su función, especialmente una dedicada a la protección de la libertad religiosa de todos los ciudadanos. Presentarse como defensor de derechos humanos mientras se le acusa de violar potencialmente los derechos de una minoría religiosa mediante retórica antisemita es una contradicción que sus detractores no han tardado en señalar.
La Furia de la Comunidad Judía Colombiana: «No se le Puede Confiar Nuestra Libertad Religiosa»
La reacción de la comunidad judía organizada en Colombia ha sido rápida, unánime y contundente. Lejos de ver el nombramiento como un gesto de pluralismo, lo perciben como una afrenta directa y una fuente de grave preocupación.
Marcos Peckel, director ejecutivo de la Confederación de Comunidades Judías de Colombia (CCJC), el organismo cúpula que representa a la mayoría de las instituciones judías del país, expresó sin rodeos la indignación comunitaria. En declaraciones a The Media Line, Peckel fue claro: «Este hombre se refiere a los judíos sionistas como herejes, apóstatas y nazis. Así es como nos describe». Su conclusión fue lapidaria: «A una persona que habla así no se le puede confiar la libertad religiosa de los ciudadanos judíos».
Las palabras de Peckel resumen el núcleo del temor judío: ¿cómo puede un individuo que utiliza un lenguaje tan deshumanizante y demonizador hacia la mayoría de los judíos del mundo ser el garante de sus derechos religiosos en Colombia? La identificación con el sionismo o el apoyo al Estado de Israel, ya sea como refugio, centro espiritual o expresión de autodeterminación nacional, es un componente integral de la identidad para una gran parte de la diáspora judía, incluyendo la colombiana. Ser etiquetados como «nazis» o «herejes» por esta conexión por parte de un funcionario gubernamental es visto no solo como un insulto, sino como una señal de hostilidad oficial que podría traducirse en discriminación o falta de protección.
El Gran Rabino de Colombia, Alfredo Goldschmidt, máxima autoridad religiosa de la comunidad judía Ashkenazí del país y una figura respetada a nivel nacional, se sumó al rechazo. En sus declaraciones, también a The Media Line, contrastó la situación actual con experiencias pasadas: «Hemos tenido muy buenas experiencias con anteriores directores de asuntos religiosos, generalmente líderes evangélicos que respetaban todas las confesiones». Esta comparación subraya la anomalía que representa Gamboa. Goldschmidt añadió un elemento crucial sobre la falta de consenso que genera Gamboa, no solo entre los judíos: «Gamboa no cuenta con ese apoyo, ni de judíos, ni de evangélicos, ni de católicos. Ha tenido enfrentamientos con todos».
Esta afirmación sugiere que la controversia va más allá de la relación de Gamboa con la comunidad judía y apunta a un perfil conflictivo en el ámbito interreligioso más amplio. Si, como indica el Gran Rabino, Gamboa carece del respeto y la confianza de las principales confesiones del país, su capacidad para cumplir eficazmente el mandato de la Dirección de Asuntos Religiosos –fomentar el diálogo, la cooperación y la protección equitativa– queda seriamente comprometida desde el inicio.
La comunidad judía colombiana, aunque pequeña en número (estimada en unos pocos miles de personas, principalmente concentrada en Bogotá, Cali y Barranquilla), tiene una historia significativa en el país y ha contribuido activamente a la sociedad colombiana en diversos campos. Como cualquier minoría, su seguridad y bienestar dependen en gran medida de la protección del Estado y del respeto de sus derechos fundamentales, incluida la libertad religiosa y la protección contra el discurso de odio. El nombramiento de Gamboa es percibido como una señal alarmante de que esta protección podría estar en riesgo bajo la administración actual.
Reacciones Internacionales y Acusaciones Adicionales: ADL, Centro Simon Wiesenthal y Vínculos Preocupantes
La controversia trascendió rápidamente las fronteras colombianas, atrayendo la condena de importantes organizaciones judías internacionales dedicadas a la lucha contra el antisemitismo y la defensa de los derechos humanos.
La Liga Antidifamación (ADL, por sus siglas en inglés), una de las organizaciones más prominentes en este campo a nivel mundial, con sede en Estados Unidos, se pronunció enérgicamente. A través de una publicación en X, la ADL calificó el nombramiento de Gamboa como una acción que «amenazaría la libertad religiosa y la seguridad de la comunidad judía de Colombia». Esta declaración, proveniente de una entidad con décadas de experiencia en el monitoreo del antisemitismo, otorga un peso significativo a las preocupaciones expresadas por la comunidad local.
La ADL no se detuvo ahí, añadiendo una acusación grave: acusó a Gamboa de tener «vínculos con grupos extremistas». Aunque la declaración pública no especificó cuáles serían estos grupos, la mera sugerencia de conexiones extremistas por parte de una organización como la ADL intensifica la preocupación sobre el perfil del nuevo director y las posibles implicaciones para la seguridad nacional y la cohesión social.
El Centro Simon Wiesenthal (SWC), otra influyente organización internacional de derechos humanos judía conocida por su lucha contra el antisemitismo, el neonazismo y la memoria del Holocausto, también emitió un comunicado. El SWC fue aún más específico en sus acusaciones, afirmando que Gamboa mantiene una «estrecha relación» con el embajador que representa a Irán en la región. Irán es considerado el principal adversario de Israel en Oriente Medio y un régimen teocrático con un historial documentado de retórica antisemita genocida y apoyo a grupos terroristas que atacan a Israel y a comunidades judías en el extranjero (como Hezbollah y Hamas).
Si la acusación del Centro Simon Wiesenthal es precisa, la supuesta cercanía de Gamboa con representantes del régimen iraní añade una dimensión geopolítica alarmante a la controversia. Pondría en duda su capacidad para actuar de manera imparcial y podría ser interpretado como una señal de alineamiento del gobierno colombiano, a través de este nombramiento, con actores hostiles a Israel y, por extensión, potencialmente a la comunidad judía global. Estas acusaciones, aunque requieren una verificación independiente más profunda, pintan un cuadro aún más preocupante del nuevo Director de Asuntos Religiosos y sus posibles agendas ocultas.
Estas reacciones internacionales no solo validan las preocupaciones de la comunidad judía colombiana, sino que también ponen el nombramiento bajo el escrutinio de la comunidad internacional de derechos humanos y podrían tener implicaciones para la imagen y las relaciones exteriores de Colombia.
Contexto Político: El Gobierno Petro, las Relaciones Colombia-Israel y la Cuestión Palestina
El nombramiento de Richard Gamboa no puede entenderse en un vacío. Se inscribe en un contexto político específico marcado por la presidencia de Gustavo Petro, el primer líder de izquierda en la historia reciente de Colombia, y su postura crítica hacia Israel, que ha culminado en una crisis diplomática sin precedentes.
Desde su llegada al poder en agosto de 2022, Gustavo Petro ha adoptado una política exterior que busca un mayor alineamiento con gobiernos de izquierda en América Latina y una postura más crítica hacia Estados Unidos y sus aliados tradicionales, incluyendo a Israel. Históricamente, Colombia había mantenido relaciones estrechas y cordiales con Israel, abarcando cooperación en áreas de seguridad, tecnología, agricultura y comercio. Israel fue un proveedor importante de armamento, tecnología de inteligencia y entrenamiento para las fuerzas armadas colombianas en su lucha contra grupos guerrilleros y el narcotráfico.
Sin embargo, la relación comenzó a deteriorarse significativamente tras el ataque de Hamas a Israel el 7 de octubre de 2023 y la subsiguiente respuesta militar israelí en la Franja de Gaza. El presidente Petro adoptó una retórica extremadamente crítica hacia Israel, utilizando un lenguaje que muchos consideraron excesivo e inapropiado. Comparó las acciones de Israel en Gaza con las de la Alemania nazi, una analogía que, como se mencionó anteriormente, es profundamente problemática y considerada antisemita por muchos. Acusó repetidamente a Israel de cometer «genocidio» contra el pueblo palestino en Gaza, una acusación que Israel niega vehementemente y que está siendo litigada en la Corte Internacional de Justicia con resultados aún pendientes y bajo fuerte debate legal internacional.
Esta escalada retórica culminó en mayo de 2024, cuando el presidente Petro anunció la ruptura formal de relaciones diplomáticas con Israel. Esta decisión aisló a Colombia de muchos de sus aliados occidentales y generó preocupación en sectores económicos y de seguridad que dependían de la cooperación israelí.
En este clima de hostilidad diplomática abierta hacia Israel, el nombramiento de un individuo conocido por su virulento antisionismo y su retórica comparando a sionistas con nazis para dirigir la oficina de Asuntos Religiosos es interpretado por muchos observadores no como una coincidencia, sino como un paso más en la línea política anti-Israel del gobierno Petro. Para la comunidad judía colombiana, esto es particularmente alarmante, ya que sugiere que la hostilidad del gobierno hacia el Estado de Israel podría estar traduciéndose en políticas internas que afectan negativamente su seguridad y libertad. Se teme que el nombramiento de Gamboa sea una señal de que la crítica legítima a las políticas israelíes (que muchos judíos también ejercen) ha sido reemplazada en el discurso oficial por un antisionismo radical que roza o cruza abiertamente la línea hacia el antisemitismo, y que ahora se le da una plataforma institucional.
La Dirección de Asuntos Religiosos: Rol, Importancia y Desafíos
La Dirección de Asuntos Religiosos, adscrita al Ministerio del Interior, es una entidad gubernamental clave en un país constitucionalmente laico pero con una profunda diversidad religiosa como Colombia. Su mandato principal es garantizar el ejercicio efectivo del derecho fundamental a la libertad religiosa y de cultos, consagrado en la Constitución Política de 1991.
Entre sus funciones se encuentran:
- Servir como interlocutor entre el Estado y las diferentes entidades y confesiones religiosas presentes en el país.
- Promover el diálogo interreligioso y la convivencia pacífica entre las diversas comunidades de fe.
- Velar por la protección de los derechos de las minorías religiosas frente a la discriminación o la intolerancia.
- Gestionar el registro público de entidades religiosas.
- Asesorar al gobierno en materias relacionadas con la política pública en asuntos religiosos.
Históricamente, como señaló el Gran Rabino Goldschmidt, este cargo había sido ocupado a menudo por líderes (frecuentemente del sector evangélico, una minoría religiosa grande y creciente en Colombia) que mantenían buenas relaciones y un trato respetuoso con todas las confesiones, incluyendo la católica mayoritaria y las diversas minorías como la judía, musulmana, religiones afrocolombianas, indígenas, entre otras. La eficacia de la Dirección depende en gran medida de la capacidad de su titular para generar confianza, actuar con imparcialidad y comprender las necesidades y sensibilidades de un espectro religioso muy variado.
El nombramiento de una figura como Richard Gamboa, que llega al cargo precedido por un rechazo explícito de una de las comunidades que debe proteger y con un historial de lenguaje divisivo y ofensivo hacia ella, plantea serios interrogantes sobre su capacidad para cumplir con este mandato. ¿Puede un director que demoniza a una parte significativa de una comunidad religiosa ser un interlocutor válido para ella? ¿Puede promover el diálogo interreligioso alguien cuyas declaraciones pasadas han sido calificadas de incendiarias y antisemitas? ¿Puede garantizar la protección de una minoría alguien que parece albergar prejuicios profundos contra su identidad central (su conexión con Israel/sionismo)?
La preocupación no es solo simbólica. La Dirección de Asuntos Religiosos tiene un rol práctico en la vida de las comunidades de fe. Decisiones sobre el registro de entidades, la mediación en conflictos, la asignación de recursos o espacios (si aplicara), y la respuesta a incidentes de discriminación o intolerancia pasan por esta oficina. Una dirección sesgada o percibida como hostil podría tener consecuencias tangibles y negativas para la libertad religiosa efectiva de la comunidad judía y potencialmente de otros grupos que no se alineen con la visión del director o del gobierno.
El Delicado Debate: Antisionismo vs. Antisemitismo
El caso de Richard Gamboa pone de relieve una de las discusiones más complejas y sensibles de la actualidad: la distinción y la superposición entre la crítica al sionismo y al Estado de Israel (antisionismo) y el odio o discriminación hacia los judíos (antisemitismo).
Es crucial reconocer que la crítica a las políticas específicas del gobierno israelí no es inherentemente antisemita. Israel, como cualquier otro país, puede y debe ser objeto de escrutinio y crítica por sus acciones, tanto internas como externas. Muchas personas, incluyendo judíos dentro y fuera de Israel, participan activamente en debates críticos sobre la ocupación de territorios palestinos, el trato a las minorías, las políticas de seguridad, etc.
Sin embargo, existe un consenso creciente, reflejado en la definición de trabajo de antisemitismo de la IHRA, de que ciertas formas de discurso sobre Israel y el sionismo sí cruzan la línea hacia el antisemitismo. Estas incluyen:
- Negar el derecho del pueblo judío a la autodeterminación (por ejemplo, afirmando que la existencia del Estado de Israel es un proyecto racista).
- Aplicar dobles raseros a Israel, exigiéndole un comportamiento no esperado ni exigido a ninguna otra nación democrática.
- Utilizar símbolos e imágenes asociados con el antisemitismo clásico (como mitos de conspiraciones judías, poder global, etc.) para caracterizar a Israel o a los israelíes.
- Establecer comparaciones entre la política israelí contemporánea y la de los nazis.
- Considerar a los judíos colectivamente responsables por las acciones del Estado de Israel.
Las declaraciones documentadas de Richard Gamboa parecen encajar claramente en varias de estas categorías, especialmente la comparación con los nazis y la posible negación implícita del derecho a la autodeterminación al calificar al sionismo de «herejía idólatra». Al llamar «nazis» a los judíos sionistas, no solo utiliza una analogía históricamente obscena y minimizadora del Holocausto, sino que también deshumaniza a una vasta porción del pueblo judío, recurriendo a un tropo clásico del antisemitismo moderno.
Figuras como Gamboa a menudo se defienden argumentando que su crítica es puramente política («antisionista, no antisemita»). Algunos grupos judíos minoritarios, a menudo ultraortodoxos antisionistas (como Neturei Karta) o grupos de izquierda radical, también argumentan vehementemente contra el sionismo desde una perspectiva judía. Sin embargo, la línea se difumina peligrosamente cuando el lenguaje utilizado adopta tropos antisemitas clásicos, demoniza colectivamente a los judíos asociados con Israel o niega la legitimidad fundamental de la existencia de Israel como estado judío.
En el contexto del nombramiento de Gamboa para un cargo de protección de la libertad religiosa, la cuestión no es solo académica. Su retórica pasada, independientemente de su intención declarada, ha sido percibida por la comunidad objetivo (los judíos colombianos) y por expertos internacionales (ADL, SWC) como antisemita y amenazante. Esta percepción, basada en evidencia concreta de sus declaraciones, es un factor crucial en la evaluación de su idoneidad para el cargo.
Implicaciones y Consecuencias Potenciales
El nombramiento de Richard Gamboa Ben-Eleazar como Director de Asuntos Religiosos de Colombia tiene el potencial de generar una serie de consecuencias negativas en diversos ámbitos:
- Seguridad y Bienestar de la Comunidad Judía: La implicación más inmediata y grave es el impacto en la comunidad judía colombiana. El nombramiento de una figura percibida como hostil y antisemita en una posición de poder genera un clima de miedo e inseguridad. Existe el temor de que esto pueda envalentonar a individuos o grupos antisemitas en la sociedad colombiana, llevando a un aumento del discurso de odio, la discriminación o incluso incidentes violentos. La comunidad podría sentirse menos protegida por el Estado y más vulnerable.
- Libertad Religiosa y Cohesión Social: Si el Director de Asuntos Religiosos no cuenta con la confianza de una o más de las comunidades religiosas importantes, su capacidad para fomentar el diálogo interreligioso y la convivencia se ve minada. Esto podría erosionar los esfuerzos por construir una sociedad más tolerante y pluralista en Colombia. Otros grupos minoritarios también podrían preguntarse si sus derechos serían protegidos adecuadamente por una dirección que muestra un sesgo tan marcado contra un grupo específico.
- Relaciones Interreligiosas: El nombramiento podría tensar las relaciones entre la comunidad judía y otras comunidades religiosas en Colombia, especialmente si estas últimas no se pronuncian claramente contra el nombramiento o si el director utiliza su posición para sembrar división. La afirmación del Gran Rabino Goldschmidt de que Gamboa ha tenido «enfrentamientos con todos» sugiere que este riesgo es real.
- Imagen Internacional de Colombia: En un momento en que Colombia ya enfrenta críticas por su postura sobre Israel y su alineamiento geopolítico, este nombramiento añade una preocupación sobre el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales a nivel interno. Podría dañar la reputación de Colombia como un país democrático y respetuoso de las minorías, afectando potencialmente relaciones diplomáticas, inversiones y cooperación internacional, especialmente con países y organizaciones comprometidos con la lucha contra el antisemitismo.
- Credibilidad del Gobierno Petro: La decisión de nombrar a Gamboa, a pesar de su controvertido historial, refuerza la percepción de que el gobierno Petro prioriza la lealtad ideológica o las posturas anti-Israel por encima de la idoneidad, la competencia y la necesidad de generar consenso en cargos sensibles. Socava la confianza en la capacidad del gobierno para proteger los derechos de todas las minorías y para gestionar las relaciones interreligiosas de manera equilibrada y justa.
Conclusión: Una Decisión Preocupante con Futuro Incierto
El nombramiento de Richard Gamboa Ben-Eleazar como Director de Asuntos Religiosos de Colombia ha generado una profunda y justificada controversia. Las preocupaciones no son abstractas ni menores: se centran en la idoneidad de un individuo con una ordenación rabínica cuestionada y un historial de declaraciones virulentamente antisionistas –calificadas de antisemitas por la comunidad judía y organizaciones internacionales– para ocupar un cargo cuya misión es proteger la libertad religiosa de todos los colombianos.
La reacción unánime de rechazo por parte de la comunidad judía organizada, tanto a nivel nacional como internacional, subraya la gravedad de la situación. El temor a que este nombramiento represente no solo una falta de respeto, sino una amenaza tangible a su seguridad y libertad religiosa en el contexto de una creciente hostilidad gubernamental hacia Israel, es palpable. Las acusaciones adicionales sobre posibles vínculos con grupos extremistas o con el régimen iraní añaden capas de alarma que requieren una investigación seria.
Mientras Richard Gamboa se defiende alegando ser víctima de una violación de sus derechos, la cuestión fundamental persiste: ¿puede una persona que utiliza retórica deshumanizante y comparaciones con el nazismo contra una comunidad religiosa ser el encargado de velar por sus derechos y fomentar la armonía interreligiosa? La respuesta de la comunidad judía y de observadores internacionales es un rotundo no.
El gobierno de Gustavo Petro se enfrenta ahora a una encrucijada. Mantener a Gamboa en el cargo enviaría una señal preocupante sobre su compromiso con la protección de las minorías y la lucha contra el antisemitismo, con potenciales consecuencias negativas para la cohesión social interna y la imagen internacional de Colombia. Reconsiderar el nombramiento podría ser un paso hacia la restauración de la confianza, pero la decisión inicial ya ha causado un daño significativo.
El futuro de la Dirección de Asuntos Religiosos bajo Gamboa es incierto, pero las alarmas encendidas por este nombramiento resonarán durante mucho tiempo, recordando la delicada línea entre la crítica política y el discurso de odio, y la responsabilidad fundamental del Estado de garantizar la seguridad y la libertad de todas sus comunidades, sin excepción. La vigilancia de la sociedad civil colombiana y de la comunidad internacional será crucial para monitorear los próximos pasos y asegurar que los derechos fundamentales de la comunidad judía y de todas las minorías religiosas en Colombia sean respetados y protegidos.