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Escena del documental © Miami Jewish Film Festival
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A principios del siglo XX un judío sefardita procedente de Turquía escribió una carta a sus familiares contando que “en Cuba los billetes crecían en los árboles”. Este fue el comienzo de una inmigración que todavía tiene descendientes en la isla. Sin embargo, según la historiadora cubana Maritza Corrales, una de las entrevistadas en el documental The Chosen Island (2012), la presencia de los sefarditas –los judíos de España y Portugal– en Cuba data de mucho antes, de esa loca empresa de hombres de múltiples orígenes y procedencia social que fue el viaje de Colón a América. “Cuba nació a la historia a través de los ojos de un judío”, afirma Corrales porque fue el sefardita Luis de Torres el primer enviado del Almirante a explorar la isla.
“Del pueblo judío lo que quisiera que la gente aprendiera es la unidad, cómo se ayudan y cómo pueden ser uno en todo el mundo”, dijo a El Nuevo Herald Yassel Iglesias, director de The Chosen Island (La isla escogida), que desde su llegada de Cuba a Estados Unidos en julio lo ha presentado en el Centro Cultural Skirball de Los Angeles, en el Centro Comunitario Judío (JCC) de Berkeley, California, en el centro para estudiantes judíos Harvard Hillel, en Cambridge, y este domingo 3 lo muestra en el Frank Theater de North Miami como parte del Miami Jewish Film Festival.
Iglesias estuvo un año y medio filmando The Chosen Island entre los miembros de la comunidad judía sefardita de Cuba guiado por Corrales, autora del libro La isla elegida, que sirvió de esqueleto para el guión del documental. Tuvo acceso a los servicios religiosos, festividades y eventos en el Centro Hebreo Sefardí de Cuba, en El Vedado, y filmó entre las tendederas de ropas del hoy semiderruido edificio donde los sefarditas fundaron en 1914 su primera sinagoga en La Habana, en la calle Inquisidor. Este es un detalle que Corrales señala como una prueba del sentido del humor judío, que nunca pierden. Ellos, que fueron perseguidos por la Inquisición, eligen una calle con ese nombre para fundar su sinagoga en “el país elegido”.
“No quería hacer un documental tipo National Geographic sino una película sobre las personas, que fuera entretenida, con historias de vida con las que yo, que no soy judío, pudiera identificarme”, precisó Iglesias, que no sólo ofrece datos históricos sino que habla de los sefarditas cubanos que integraron un batallón que fue a pelear para establecer el estado de Israel, de los que se hicieron comunistas, de los que lucharon contra sus padres para subvertir la tradición y casarse con un no judío, de los que se fueron y de los que se quedaron, de los viejos que se apartaron de sus tradiciones y de las jóvenes generaciones que redescubren lo olvidado.
En el 2009, Iglesias, de 24 años, combinaba su trabajo como escritor de sinopsis en la mediateca de la Escuela Internacional de cine de San Antonio de los Baños con sus estudios de Dirección cinematográfica en el Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana cuando decidió crear con dos amigos del barrio la productora La Rabia.
“Queríamos hacer lo que nadie había hecho, la llamamos ‘productora’ para hacerla parecer más grande”, contó Iglesias, que cree que la mayoría de lo que sabe de cine lo aprendió de manera autodidacta.
“Leía muchas entrevistas de directores. Recuerdo que una vez leí una entrevista de [Steven] Spielberg en la que decía que era judío y lo importante que era para él retomar las raíces. Dije: Spielberg es judío. Eso puede ser un club. Si me convierto en judío puedo hacer películas como las que él hace”, recordó Iglesias, a la vez que explica que muchos jóvenes en Cuba no saben qué es un judío.
Cuando Iglesias comenzó a trabajar en The Chosen Island ya había filmado el corto En primera persona, sobre la educación en la isla. Para este se le ocurrió salir a la calle y preguntar a la gente qué creían de que Estados Unidos levantara un muro en su frontera con Australia. Lo sorprendente fue que la mayoría estuvo dispuesta a condenar inmediatamente a Estados Unidos, demostrando al mismo tiempo su escaso conocimiento de geografía. En la edición del corto, Iglesias añadió una frase de los primeros discursos de Fidel Castro en la que afirmaba que podía declarar a los cubanos como un pueblo libre de analfabetismo.
“Eso fue dinamita”, recordó Iglesias, indicando que la premiere del corto fue en el ISA. Sus compañeros de clase lo grabaron en su flash memory y así ayudaron a que se difundiera por toda la isla. El joven director comenzó a ser vigilado por las autoridades de la escuela y su película no fue aceptada en la Muestra de Jóvenes Realizadores.
Más tarde, como menciona Iglesias, el corto fue un pasaporte para The Chosen Island cuya filmación fue “a pulmón”. “Si crees que existe cine pobre, ponnos más abajo de esa categoría”, precisó el director, contando que grabaron con una cámara prestada y editaron el material en una computadora.
“Todos los clichés que ves en una película cubana, que se va la luz, que no llega la guagua, todo nos pasó”, comentó el cineasta, que le dio los últimos toques al documental un día antes de viajar a Estados Unidos.
Hoy, desde Miami y armado con una lista de 15 universidades, planea continuar los estudios de cine que abandonó en segundo año.
“Lo que admiro del pueblo judío es cómo conservan su historia para que no se olvide lo que han pasado y no vuelva a ocurrir”, destacó Iglesias, que asistirá a la proyección del documental para una sesión de preguntas y respuestas con el público.
“En Cuba uno de los principales problemas de la juventud es que no le interesa la historia. Solo piensan en vivir bien o en irse del país, y eso me entristece”, concluyó.
Artículo de Sarah Moreno. Publicado en El Nuevo Herald.