A finales de la semana pasada, el embajador de Israel ante las Naciones Unidas, Gilad Erdan, presentó una carta de queja contra Líbano ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
En la carta, el embajador detallaba las últimas provocaciones de Hezbolá en la frontera entre Israel y Líbano, que constituyen una flagrante violación de la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad, incluido el cruce de la frontera por infiltrados libaneses, uno de los cuales es miembro del parlamento libanés, y el establecimiento de puestos militares bajo la apariencia de la organización «Verdes sin Fronteras».
El embajador Erdan dejó claro en la carta que las tensiones en la frontera norte son tan altas como lo han sido en muchos años y que si no hay una acción inmediata por parte del gobierno libanés y UNIFIL contra las continuas acciones de Hezbolá en la frontera, «la situación sobre el terreno continuará deteriorándose y las consecuencias serán de largo alcance y desastrosas».
El jueves, Erdan declaró ante el Consejo de Seguridad: «En los últimos años, Yenín -y su «campo de refugiados» en particular- se ha convertido en un hervidero de actividad terrorista. Es un lugar gobernado por organizaciones terroristas designadas como Hamás y la Yihad Islámica. Es desde donde se planearon y llevaron a cabo muchos de los recientes atentados mortales, más de 50, y es una ciudad de refugio para terroristas huidos».
Y añadió: «Permítanme ser claro: no existe el ‘derecho al retorno’. Todos ustedes lo saben. La exigencia de devolver a millones de descendientes de refugiados es una exigencia de borrar el derecho del pueblo judío a la autodeterminación, y esto nunca sucederá».