Todos los nombres de Sefarad

Un libro editado por José Luis Avello y Jorge Sánchez-Lafuente reúne todas las investigaciones realizadas acerca de los leoneses judíos durante la Edad Media.

Abraham, Aceclín, Abisay, Abolphazan, Crescencio, David, Eleazar, Ferruziel, Hasday, Judá, Peres, Meir, Vellite o Xab. Son algunos de los alrededor de 350 nombres que reúne El mundo judío en la Península Ibérica: sociedad y economía, la obra de Jorge Sánchez-Lafuente y José Luis Avello que recoge las últimas investigaciones que varios expertos han realizado acerca del mundo sefardí.

El tratado, publicado por Alderabán, reúne datos inéditos hasta el momento. Se trata de documentos acerca de la posición que los judíos tenían en la España visigoda, la judería de Puente Castro, la de Bembibre o la de Astorga.

El rescate de una esclava

La obra incluye información acerca de todos los legajos en los que aparece información acerca de la población judía, tales como su relación con los reyes, sus derechos y deberes, los impuestos, fueros o sepulturas pertenecientes a los reinados comprendidos entre Alfonso III y Fernando III. Se abre con el Concilio de Coyanza presidido por Fernando I en el que se prohíbe que cristianos y judíos habiten y coman juntos, bajo pena de siete días de penitencia, un año de excomunión si se tratare de persona noble y cien latigazos si fuere plebeyo.

Uno de estos documentos se refiere a la solidaridad entre los judíos durante el reinado de la reina Urraca y habla de un intercambio epistolar entre Yehuda ha-Levi y un rico comerciante llamado Halfon acerca de los esfuerzos para redimir de manos de la reina a una cautiva judía por la que se exigían 33,3 denarios de oro. También se recogen privilegios reales, como el que se refiere al que Alfonso VII da a su fiel Matín Cipriániz con las propiedades que posee en Vila Johane, con exención de todo tributo real, incluido el denominado iudaica.

Resulta curioso un documento de compraventa en virtud del cual Oro Toda bat çid Queresent y su marido, Mar Yishqat bar Mar Mosé, venden al conónico don Albertín (año 1137) «toda nuestra parcela de toda la dicha viña que tenemos en término de Castrillo de la Ribera, y sus lindes de los dos lados..»

Y los nombres. El libro tiene la virtud de haber recopilado a los protagonistas de las juderías hispanas entre el año 910 y el 1.230. Manuel Carriedo ha buceado en todos los documentos en los que se hace mención de algún español de la fe de David, y ha encontrado más de trescientos nombres, nombres que hacen referencia a una historia, a una profesión, a un año y a una familia. Y es que todos eellos aparecen junto a la fecha, el lugar y el documento en el que se les hace mención. Son alrededor de 350 personas (tanto mujeres como hombres) reunidos en torno a varios nombres, como Abraham, Aceclín, Abisay, Abolphazan, Crescencio, David, Eleazar, Ferruziel, Hasday, Judá, Peres, Meir, Vellite, Moisés o Xab.

Reflejo documental

Todos estos documentos demuestran, según Manuel Carriedo que en León los hebreos comenzaron a tener un ininterrumpido reflejo documental hacia 941, tras las visitas que hizo a la ciudad el judío Hasday, de quien se dice consiguió reponer a Sancho el Gordo en el trono después de las gestiones que éste le procuró a la reina Toda con Abderramán III para volver a instalar en el trono a su nieto. «Si bien la comunidad judía leonesa estuvo muy lejos de alcanzar el esplendor toledano, lo cierto es que sí logró mantener una significativa presencia social, al menos hasta la brusca destrucción del Castrum Iudeorum por las tropas castellanas y aragonesas, lo que propició el posterior establecimiento de los judíos supervivientes (por vez primera) al abrigo de la propia urbe legionense.

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