El té es la segunda bebida más popular del mundo, pero si usted bebe la variedad verde, tal vez quiera hacer una pausa antes de tomarse su próxima taza.
Un nuevo estudio publicado por investigadores israelíes y canadienses advierte de que el té verde puede causar graves daños hepáticos en algunas personas. Por el momento, no hay forma de saber exactamente quién está predispuesto a este peligro, así que los amantes del té verde deben ser conscientes de los posibles efectos adversos.
Según el autor principal del estudio, el profesor Stephen Malnick, jefe de un departamento de medicina interna del Centro Médico Kaplan de Rehovot, el té verde merece crédito por muchos beneficios significativos que ha proporcionado a los seres humanos desde la antigüedad.
“Está relacionado con la prevención del síndrome metabólico [una combinación de diabetes, hipertensión arterial y obesidad] y favorece la pérdida de peso. Tiene efectos beneficiosos para el corazón”, afirma Malnick.
El problema es que el té verde es también la causa número uno de lesión hepática inducida por hierbas (HILI). Aunque infrecuente -sólo 100 casos en todo el mundo en la literatura médica-, la HILI puede ser grave y conducir rápidamente a una insuficiencia hepática aguda o, como mínimo, a daños que tardan meses o años en revertirse.
Malnick, que también forma parte del profesorado de la Facultad de Medicina de la Universidad Hebrea, afirma que el estudio publicado en GastroHep es oportuno, ya que el consumo de té verde se ha disparado en los últimos años. La gente no sólo lo bebe, sino que también lo consume a través de otros productos, como los suplementos nutricionales.
“Se calcula que a finales de esta década el mercado del té verde en Estados Unidos rondará los 27.000 millones de dólares. Y el té verde no es una sola entidad. Tiene un montón de combinaciones diferentes de materiales, algunos de ellos importados de lugares como la India, y puede incluso contener metales pesados, lo que es peligroso en sí mismo”, dijo Malnick.
El estudio analizó casi 60 artículos revisados por expertos sobre el té verde y otras hierbas y la hepatotoxicidad. Descubrió que la respuesta de una persona al té verde es idiosincrásica. Es imposible predecir quién es propenso a enfermar por su consumo, o cuánto té verde es demasiado para esas personas. Esto no significa que no deba disfrutarse, sino que hay que ser consciente de ello.
Malnick afirma que es fundamental conocer los signos de HILI y buscar atención médica en caso de que se produzcan. Estos incluyen lo que Malnick denomina “síntomas sospechosos”, como debilidad, pérdida de apetito, orina oscura, heces pálidas y prurito (picor en la piel). La ictericia, o coloración amarillenta de la piel o el blanco de los ojos, también es algo a lo que hay que prestar atención.
Según Malnick, los resultados del estudio son tan importantes para los médicos como para los consumidores de té verde. Dijo que los médicos deberían añadir preguntas sobre el consumo de té verde cuando los pacientes acuden a la clínica o al hospital.
Recordó el caso de una paciente con graves daños hepáticos a la que trató. La habían investigado a fondo en otro hospital, le habían preguntado repetidamente por los medicamentos que tomaba e incluso le habían hecho una biopsia hepática. Nadie pudo averiguar por qué le fallaba el hígado.
“Cuando estaba haciendo las rondas con los estudiantes de medicina, pregunté a esta paciente por el té verde. Resultó que tomaba té verde. Ahora está bien, pero necesitó un año y medio de tratamiento con esteroides”, explica Malnick.