Jerusalén Ilumina sus Murallas Ancestrales en el Día del Recuerdo del Holocausto (Yom HaShoá)

Descubre la emotiva conmemoración de Yom HaShoá en Jerusalén: las Murallas de la Ciudad Vieja iluminadas con el parche amarillo y "Nunca Olvides". Un tributo a las víctimas y a los 7.900 sobrevivientes del Holocausto en la capital israelí.

En el corazón palpitante de la historia, donde las piedras susurran relatos milenarios, Jerusalén se viste de memoria y solemnidad. Cada año, al llegar Yom HaShoá ve HaGvurah (Día del Recuerdo del Holocausto y el Heroísmo), Israel se detiene. El tráfico cesa, las sirenas rasgan el aire en un lamento colectivo, y la nación entera inclina la cabeza en recuerdo de los seis millones de judíos asesinados durante el Holocausto. Pero este año, la capital israelí añade una capa visualmente impactante y profundamente simbólica a su conmemoración: las murallas de la Ciudad Vieja de Jerusalén, testigos silenciosos de imperios y épocas, se convierten en un lienzo luminoso para el recuerdo.

La Municipalidad de Jerusalén, en una iniciativa conmovedora, ha decidido proyectar sobre estas antiguas piedras imágenes cargadas de significado: el símbolo del parche amarillo, esa infame insignia de discriminación impuesta por los nazis, ahora resignificada como emblema de memoria; velas conmemorativas virtuales, evocando las llamas que se encienden en hogares y ceremonias en recuerdo de las almas perdidas; y las poderosas palabras en hebreo e inglés: «זכור» (ZACHOR – Recuerda) y «לעולם לא עוד» (LEOLAM LO OD – Nunca Olvides / Nunca Más).

Este acto no es meramente estético. Es una declaración pública, una lección de historia proyectada sobre uno de los monumentos más icónicos del mundo, y un abrazo simbólico a los aproximadamente 7.900 sobrevivientes del Holocausto que residen en Jerusalén. Estos hombres y mujeres, portadores de memorias indelebles y testimonios vivientes de la capacidad humana tanto para la crueldad extrema como para la resiliencia inimaginable, son el centro de esta conmemoración. El municipio subraya que su compromiso con ellos no se limita a este día señalado, sino que se extiende a través de servicios sociales y apoyo continuo durante todo el año, reconociendo su invaluable contribución y sus necesidades particulares.

Este artículo explorará en profundidad el significado de esta iniciativa única, el contexto de Yom HaShoá en Israel, el simbolismo de los elementos proyectados, la importancia vital de los sobrevivientes en Jerusalén y la relevancia perdurable del mandato «Nunca Olvides» en el mundo contemporáneo.

Yom HaShoá: Un Día Grabado en el Calendario y el Corazón de Israel

Para comprender la magnitud de la iluminación de las murallas, es esencial entender la centralidad de Yom HaShoá en la identidad y la conciencia colectiva israelí. Establecido oficialmente por la Knesset (el parlamento israelí) en 1953, y fijado permanentemente en 1959 en el día 27 del mes hebreo de Nisán, esta fecha se eligió deliberadamente para caer cerca del aniversario del Levantamiento del Gueto de Varsovia (que comenzó en la víspera de Pésaj, el 19 de abril de 1943), honrando así no solo a las víctimas sino también la resistencia judía frente a la barbarie nazi.

A diferencia del Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto (27 de enero, aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau), Yom HaShoá es una jornada de duelo nacional profundamente israelí y judía. Las observancias comienzan oficialmente la noche anterior con una ceremonia estatal en Yad Vashem, el Centro Mundial de Conmemoración de la Shoah, situado en el Monte del Recuerdo (Har HaZikaron) en Jerusalén. Durante esta ceremonia, seis sobrevivientes del Holocausto encienden seis antorchas, simbolizando a los seis millones de judíos asesinados. Asisten el Presidente y el Primer Ministro de Israel, dignatarios, sobrevivientes y sus familias, marcando el tono solemne que impregnará las siguientes 24 horas.

La mañana de Yom HaShoá, a las 10:00 en punto, una sirena suena en todo el país durante dos minutos. Es uno de los momentos más sobrecogedores de la vida israelí. Los coches se detienen en las autopistas, los peatones se paran en seco en las calles, los estudiantes se levantan en sus aulas, los trabajadores interrumpen sus labores. Todo Israel se une en un silencio colectivo, un acto de memoria compartida que trasciende diferencias políticas o religiosas. Es un momento para recordar, para sentir el peso de la historia y para reafirmar el compromiso con el futuro.

Durante todo el día, los lugares de entretenimiento público permanecen cerrados. La televisión y la radio emiten programaciones especiales dedicadas al Holocausto: documentales, películas, testimonios de sobrevivientes y ceremonias conmemorativas. En las escuelas, se llevan a cabo actos especiales, y los estudiantes aprenden sobre la Shoah, a menudo escuchando directamente a sobrevivientes o a sus descendientes.

En este contexto de profunda introspección nacional, la iniciativa de la Municipalidad de Jerusalén de iluminar las murallas de la Ciudad Vieja adquiere una resonancia particular. Lleva el acto de recordar más allá de las ceremonias formales y los hogares individuales, proyectándolo literalmente sobre el paisaje histórico y espiritual más significativo del pueblo judío.

Jerusalén: El Escenario Perfecto para un Recuerdo Imperecedero

La elección de Jerusalén, y específicamente de las murallas de su Ciudad Vieja, como lienzo para esta conmemoración no es casual. Jerusalén ocupa un lugar central e insustituible en la conciencia judía. Es la capital eterna, el sitio del Primer y Segundo Templo, el foco de las oraciones diarias durante milenios de diáspora, y el símbolo máximo del retorno y la soberanía judía con el establecimiento del Estado de Israel.

Las murallas de la Ciudad Vieja, construidas en su forma actual por el sultán otomano Solimán el Magnífico en el siglo XVI sobre cimientos mucho más antiguos, han sido testigos de innumerables capítulos de la tumultuosa historia de la ciudad. Han visto conquistas y peregrinaciones, destrucción y reconstrucción. Rodear la Ciudad Vieja – que alberga el Muro Occidental (Kotel), el lugar más sagrado del judaísmo accesible para la oración, la Iglesia del Santo Sepulcro, la Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa – confiere a cualquier mensaje proyectado sobre ellas una visibilidad y un peso simbólico extraordinarios.

Proyectar los símbolos del Holocausto sobre estas murallas ancestrales crea un poderoso diálogo entre el pasado remoto y la historia reciente. Vincula la tragedia más oscura del siglo XX con la larga narrativa de persecución, resiliencia y retorno del pueblo judío. Es un acto que dice: «Aquí estamos, en nuestra capital eterna, recordando lo que intentaron hacernos y afirmando nuestra existencia».

Además, Jerusalén no es solo un símbolo histórico; es una ciudad vibrante y moderna, la capital de Israel, donde reside una parte significativa de los sobrevivientes del Holocausto del país. Honrarlos en este escenario es reconocer su presencia viva y su conexión intrínseca con el renacimiento judío que Jerusalén representa.

Descodificando los Símbolos: Luz sobre la Oscuridad

La elección de los elementos proyectados – el parche amarillo, las velas y las palabras «Recuerda» y «Nunca Olvides» – está cargada de significado y merece un análisis detallado.

El Parche Amarillo (La Estrella de David Amarilla)

Pocos símbolos evocan de manera tan inmediata la persecución nazi como la estrella de David amarilla. Aunque la obligación de llevar insignias distintivas para los judíos existió esporádicamente en diferentes épocas y lugares a lo largo de la historia, los nazis sistematizaron y universalizaron su uso como herramienta de segregación, humillación y control. A partir de 1939 en la Polonia ocupada y de 1941 en Alemania y otros territorios ocupados, los judíos fueron obligados a coser una estrella de David de seis puntas, generalmente de color amarillo y con la palabra «Jude» (judío) inscrita, en su ropa exterior.

Esta insignia hacía instantáneamente identificables a los judíos, exponiéndolos a la discriminación, la violencia arbitraria y las restricciones de movimiento. Era un símbolo impuesto de otredad y vergüenza. Sin embargo, en el contexto de la conmemoración del Holocausto, proyectar el parche amarillo sobre las murallas de Jerusalén representa una poderosa inversión de su significado. Ya no es una marca de humillación impuesta por el opresor, sino un emblema de memoria adoptado por los descendientes y la nación renacida. Es un acto de reclamación: reconocer el sufrimiento y la identidad que intentó ser borrada, y honrar a quienes fueron forzados a llevarla camino de la muerte. Se convierte en un recordatorio visual contundente de la ideología genocida nazi y de la singularidad del sufrimiento judío durante la Shoah.

Velas Conmemorativas (Ner Neshamá)

La tradición de encender velas en memoria de los difuntos está profundamente arraigada en el judaísmo. La Ner Neshamá (vela del alma) se enciende en el aniversario de la muerte (Yahrzeit) y durante ciertas festividades y servicios de recuerdo (Yizkor). La llama se considera un símbolo del alma humana, como se alude en Proverbios 20:27: «Lámpara del Señor es el espíritu del hombre».

Proyectar velas conmemorativas virtuales sobre las murallas evoca esta tradición sagrada y la multiplica a una escala inmensa. Cada punto de luz puede interpretarse como una representación de una de las seis millones de almas perdidas. Es un mar de luces tenues contra la oscuridad de la noche y la oscuridad de la historia, simbolizando la persistencia de la memoria individual y colectiva frente al intento de aniquilación total. La vela también representa la esperanza y la continuidad de la vida y la tradición judía, incluso después de la catástrofe.

«Zachor» (Recuerda)

La palabra hebrea «זכור» (Zachor – Recuerda) es uno de los mandamientos (mitzvot) más recurrentes e importantes en la Torá y la tradición judía. El pueblo judío es exhortado repetidamente a recordar eventos clave de su historia: el Éxodo de Egipto, la entrega de la Torá en el Sinaí, e incluso los actos de Amalek, la tribu que atacó a los israelitas más débiles tras salir de Egipto y que se considera el arquetipo del odio irracional y genocida contra los judíos.

En el contexto del Holocausto, «Zachor» adquiere una urgencia y una gravedad particulares. Es un imperativo moral y existencial. Recordar no es solo un acto pasivo de traer a la mente el pasado, sino un compromiso activo:

  • Recordar a las víctimas: Darles nombre, rostro e historia, rescatándolas del anonimato al que los perpetradores quisieron condenarlas.
  • Recordar los hechos: Estudiar y comprender cómo fue posible el Holocausto, los mecanismos de la propaganda, la deshumanización y la violencia estatal.
  • Recordar las lecciones: Extraer enseñanzas sobre los peligros del odio, el racismo, el antisemitismo, la indiferencia y la importancia de la intervención temprana.
  • Recordar para actuar: Asegurar que la memoria impulse acciones concretas para prevenir futuros genocidios y proteger los derechos humanos.

Proyectar «Zachor» sobre las murallas de Jerusalén es reafirmar este mandato fundamental en el corazón mismo de la identidad judía y nacional israelí.

«Le’olam Lo Od» / «Never Forget» (Nunca Olvides / Nunca Más)

Mientras que «Zachor» tiene raíces bíblicas profundas, la frase «לעולם לא עוד» (Le’olam Lo Od) y su traducción común «Never Forget» (Nunca Olvides) o «Never Again» (Nunca Más) son expresiones más modernas, surgidas directamente de la conmoción y la resolución posteriores a la Shoah. Encapsulan la doble promesa: nunca olvidar a las víctimas y los horrores del Holocausto, y nunca permitir que tal genocidio vuelva a ocurrir, ni al pueblo judío ni a ningún otro pueblo.

Esta frase se ha convertido en un lema universal de la conmemoración del Holocausto y de la lucha contra el genocidio. Implica una responsabilidad no solo de recordar, sino también de vigilar, educar y actuar contra las ideologías y las condiciones que pueden conducir a atrocidades similares. Proyectar «Never Forget» junto a «Zachor» subraya la dimensión universal y prospectiva del recuerdo del Holocausto. Es una advertencia y un compromiso dirigido tanto hacia adentro, a la propia sociedad israelí y al pueblo judío, como hacia afuera, a la comunidad internacional.

La combinación de estos cuatro elementos – el símbolo visual de la persecución (parche amarillo), el símbolo tradicional del recuerdo del alma (velas), el mandato ancestral (Zachor) y el compromiso moderno (Nunca Olvides) – crea un mensaje multifacético y profundamente resonante. La iluminación de las murallas de Jerusalén se convierte así en un acto de memoria, homenaje, educación y advertencia, todo en uno.

Los Guardianes de la Memoria: Los Sobrevivientes del Holocausto en Jerusalén

Detrás de los símbolos y las ceremonias, está la presencia humana irremplazable de los sobrevivientes del Holocausto. Los aproximadamente 7.900 sobrevivientes que viven en Jerusalén son el vínculo vivo más directo con los eventos que se conmemoran. Cada uno de ellos es un universo de experiencias, pérdidas y resiliencia. Sus historias personales, marcadas por el trauma indecible de los guetos, los campos de concentración y exterminio, la ocultación o la huida, son la sustancia misma de la memoria del Holocausto.

La iniciativa de la Municipalidad de Jerusalén no solo honra la memoria de los seis millones, sino que también reconoce y valora a estos sobrevivientes que eligieron reconstruir sus vidas en la capital israelí. El hecho de que el municipio destaque su compromiso de brindarles «servicios sociales durante todo el año» es crucial. A medida que envejecen, muchos sobrevivientes enfrentan desafíos únicos: problemas de salud física y mental relacionados con sus experiencias traumáticas, pobreza (especialmente aquellos que llegaron de la antigua Unión Soviética con pocas pensiones), soledad y la necesidad de cuidados especializados.

Estos servicios pueden abarcar una amplia gama de apoyos:

  • Asistencia económica: Ayudas para cubrir necesidades básicas, vivienda, medicamentos.
  • Atención médica y psicológica: Acceso a profesionales especializados en trauma y envejecimiento.
  • Programas sociales: Clubes, actividades culturales, encuentros intergeneracionales para combatir el aislamiento.
  • Ayuda práctica: Asistencia con la burocracia, transporte, reparaciones en el hogar.
  • Proyectos de testimonio: Facilitar que compartan sus historias, ya sea en escuelas, con investigadores o a través de grabaciones para preservar su legado.

Apoyar a los sobrevivientes en sus últimos años no es solo una cuestión de bienestar social; es un deber moral y una inversión en la memoria colectiva. Su presencia y sus testimonios son la defensa más poderosa contra el negacionismo y la trivialización del Holocausto. Escuchar directamente a alguien que sufrió la barbarie nazi tiene un impacto que ningún libro o documental puede replicar completamente.

La iluminación de las murallas de la Ciudad Vieja puede verse también como un mensaje para ellos: «Os vemos, os honramos, vuestra historia está grabada en el corazón de nuestra ciudad y nuestra nación». Es un reconocimiento público de su sufrimiento y su triunfo sobre la adversidad, un gesto que puede brindar consuelo y un sentido de pertenencia y reconocimiento en la etapa final de sus vidas.

La Educación sobre el Holocausto: Un Pilar Fundamental en la Lucha contra el Olvido

La espectacularidad de la iluminación de las murallas sirve también como un poderoso catalizador para la educación sobre el Holocausto. En un mundo donde el conocimiento histórico a veces parece superficial y la desinformación se propaga rápidamente online, iniciativas visibles y emotivas como esta pueden despertar la curiosidad y motivar a la gente, especialmente a las generaciones más jóvenes, a aprender más.

Jerusalén es, de hecho, el epicentro mundial de la educación y la investigación sobre el Holocausto, gracias a la presencia de Yad Vashem. Esta institución, mucho más que un museo, es un complejo vasto que incluye archivos exhaustivos, un instituto de investigación internacional, una escuela para estudios del Holocausto, el Salón de los Nombres (un esfuerzo monumental por recuperar los nombres de todas las víctimas), jardines y monumentos conmemorativos (como el dedicado a los niños víctimas o el Valle de las Comunidades), y el Departamento de los Justos entre las Naciones, que honra a los no judíos que arriesgaron sus vidas para salvar judíos durante la Shoah.

La educación sobre el Holocausto («Limud HaShoah») es obligatoria en el sistema escolar israelí. Los estudiantes aprenden sobre los eventos históricos, leen testimonios, visitan museos y, tradicionalmente, muchos participan en viajes educativos a Polonia para visitar los sitios de los antiguos campos de concentración y exterminio, una experiencia profundamente formativa conocida como la «Marcha de la Vida».

Sin embargo, la necesidad de una educación efectiva sobre el Holocausto se extiende mucho más allá de Israel. El aumento del antisemitismo en diversas partes del mundo, a menudo disfrazado de antisionismo, así como el resurgimiento de ideologías de extrema derecha y la persistencia del negacionismo del Holocausto (aunque sea marginal, su presencia online es preocupante), subrayan la urgencia de mantener viva la memoria y sus lecciones.

La iniciativa de Jerusalén, al utilizar un monumento de fama mundial como las murallas de la Ciudad Vieja, envía un mensaje global. Recuerda al mundo no solo lo que sucedió, sino también la importancia de permanecer vigilantes contra el odio, la intolerancia y la deshumanización en todas sus formas. Actos como este refuerzan la idea de que la memoria del Holocausto no es solo «historia judía» o «historia israelí», sino parte integral de la historia humana, con lecciones universales para toda la humanidad.

El Contexto Histórico Indispensable: Una Breve Mirada a la Shoah

Para apreciar plenamente la profundidad de la conmemoración, es útil recordar, aunque sea brevemente, la escala y la naturaleza sin precedentes del Holocausto (Shoah en hebreo, que significa «catástrofe»).

  • Raíces Ideológicas: El Holocausto fue la culminación de siglos de antisemitismo europeo, radicalizado por la ideología racial nazi, que consideraba a los judíos una «raza inferior» y una amenaza existencial para la «raza aria».
  • Ascenso del Nazismo: Tras llegar al poder en Alemania en 1933, Adolf Hitler y el partido nazi implementaron gradualmente políticas discriminatorias (Leyes de Nuremberg de 1935), expropiación económica, exclusión social y violencia (Kristallnacht, 1938).
  • Segunda Guerra Mundial y Expansión: La invasión de Polonia en 1939 marcó el inicio de la guerra y la expansión del control nazi sobre millones de judíos europeos. Se establecieron guetos superpoblados y plagados de enfermedades (Varsovia, Lodz, etc.).
  • La «Solución Final»: En 1941, con la invasión de la Unión Soviética, comenzó el asesinato sistemático en masa a través de fusilamientos por parte de los Einsatzgruppen. Poco después, en la Conferencia de Wannsee (enero de 1942), se coordinó la «Solución Final a la Cuestión Judía», un plan eufemístico para el genocidio de todos los judíos de Europa mediante deportaciones a campos de exterminio equipados con cámaras de gas (Auschwitz-Birkenau, Treblinka, Sobibor, Belzec, Chelmno, Majdanek).
  • Escala del Genocidio: Se estima que seis millones de hombres, mujeres y niños judíos fueron asesinados sistemáticamente por los nazis y sus colaboradores. Esto representaba aproximadamente dos tercios de la población judía europea. Millones de otras personas también fueron perseguidas y asesinadas por el régimen nazi, incluyendo prisioneros de guerra soviéticos, polacos étnicos, personas con discapacidad, romaníes (gitanos), homosexuales y disidentes políticos y religiosos.
  • Resistencia: A pesar de las condiciones desesperadas, hubo actos de resistencia judía, tanto armada (levantamientos en guetos como Varsovia y Bialystok, y en campos como Treblinka y Sobibor; partisanos en los bosques) como espiritual (mantener prácticas religiosas, actividades culturales y educativas clandestinas, documentar los horrores).
  • Liberación y Secuelas: La liberación de los campos por las fuerzas aliadas entre 1944 y 1945 reveló al mundo la magnitud total del horror. Para los sobrevivientes, la liberación fue solo el comienzo de un largo camino de recuperación física y emocional, búsqueda de familiares perdidos y reconstrucción de vidas en un mundo que había cambiado para siempre. Muchos encontraron refugio y un nuevo comienzo en el entonces Mandato Británico de Palestina y, posteriormente, en el Estado de Israel establecido en 1948.

Este trasfondo histórico es el abismo oscuro contra el cual brilla la luz proyectada sobre las murallas de Jerusalén. Es la razón por la cual el recuerdo es tan doloroso, tan necesario y tan central para la identidad israelí.

Las Murallas de la Ciudad Vieja: Testigos de la Historia, Portadoras de un Nuevo Mensaje

Volvamos a las murallas mismas. Construidas principalmente entre 1537 y 1541 por orden de Solimán el Magnífico, estas fortificaciones de piedra caliza se extienden por aproximadamente 4 kilómetros, con una altura que varía entre 5 y 15 metros y un espesor de hasta 3 metros. Incluyen 34 torres de vigilancia y 8 puertas, siete de las cuales están abiertas hoy (Puerta Nueva, Puerta de Damasco, Puerta de Herodes, Puerta de los Leones, Puerta Dorada -sellada-, Puerta del Estiércol, Puerta de Sion y Puerta de Jaffa).

Estas murallas han definido el perfil de Jerusalén durante casi 500 años. Han resistido asedios, han visto pasar ejércitos otomanos, británicos, jordanos e israelíes. Dentro de ellas, las comunidades judía, musulmana, cristiana y armenia han coexistido, a veces pacíficamente, a veces en tensión.

Utilizar estas piedras antiguas, imbuidas de tanta historia religiosa y política, como pantalla para conmemorar el Holocausto es un acto audaz. Fusiona la memoria de la Shoah, un evento eminentemente europeo en su ejecución, con el corazón físico y espiritual del pueblo judío en Oriente Medio. Subraya la conexión entre la catástrofe de la diáspora y la soberanía restaurada en la tierra ancestral.

La tecnología moderna de proyección permite que estas murallas «hablen» de una manera nueva, transmitiendo un mensaje del siglo XX y XXI sobre eventos que ocurrieron lejos de ellas, pero que impactaron profundamente el destino del pueblo al que Jerusalén es central. Es una yuxtaposición fascinante: la permanencia de la piedra antigua y la naturaleza efímera pero impactante de la luz proyectada, ambas sirviendo al propósito duradero de la memoria.

Reacciones y Resonancia: El Impacto de un Gesto Luminoso

Si bien es temprano para medir todas las reacciones, es previsible que la iniciativa de la iluminación de las murallas de Jerusalén para Yom HaShoá genere una respuesta significativa y mayormente positiva, tanto a nivel local como internacional.

  • Para los residentes de Jerusalén y los israelíes en general: Es probable que sea visto como un acto apropiado y conmovedor, una forma innovadora y respetuosa de cumplir con el deber nacional de recordar. Para muchos, ver estos símbolos proyectados en un lugar tan emblemático puede intensificar el sentimiento de conexión con la historia y el duelo colectivo.
  • Para los sobrevivientes del Holocausto: Puede ser una fuente de emoción profunda, un reconocimiento visible de su pasado y de su importancia en el presente. Ver el símbolo que una vez representó su persecución ahora utilizado como herramienta de memoria en el corazón de la capital judía puede ser particularmente significativo.
  • Para la comunidad judía mundial: Refuerza la centralidad de Israel y Jerusalén en la memoria del Holocausto y el compromiso del Estado judío de ser el garante del «Nunca Más».
  • Para la comunidad internacional: Sirve como un poderoso recordatorio visual del Holocausto y de la importancia de la conmemoración. Puede generar cobertura mediática internacional, amplificando el mensaje de recuerdo y educación más allá de las fronteras de Israel.

Por supuesto, en una ciudad tan compleja como Jerusalén, cualquier acto público puede ser interpretado de diversas maneras. Sin embargo, la naturaleza universalmente reconocida de la tragedia del Holocausto y el enfoque en símbolos de memoria y advertencia («Recuerda», «Nunca Olvides») hacen que esta iniciativa sea fundamentalmente un llamado a la conciencia histórica y moral.

Este gesto refuerza la narrativa de que la memoria del Holocausto no es un capítulo cerrado, sino una responsabilidad continua. Al elegir un escenario tan prominente, la Municipalidad de Jerusalén asegura que el mensaje llegue a una audiencia amplia y diversa, invitando a la reflexión y al diálogo sobre las lecciones perdurables de la Shoah.

Conclusión: La Luz Imperecedera de la Memoria Contra la Oscuridad del Olvido

La decisión de la Municipalidad de Jerusalén de iluminar las murallas de la Ciudad Vieja para Yom HaShoá con el parche amarillo, velas conmemorativas y las palabras «Recuerda» y «Nunca Olvides» es mucho más que una simple conmemoración; es una profunda declaración de identidad, memoria y compromiso. En el lugar más sagrado y simbólico para el pueblo judío, sobre piedras que han sido testigos de milenios de historia, se proyecta la memoria del capítulo más oscuro del siglo XX.

Este acto rinde homenaje a los seis millones de víctimas judías del genocidio nazi, reconociendo su humanidad perdida y rescatando su memoria del abismo. Al mismo tiempo, honra la presencia vital de los 7.900 sobrevivientes del Holocausto que residen en Jerusalén, reconociendo su resiliencia y reafirmando el compromiso de la ciudad y la nación con su bienestar. El apoyo continuo que reciben durante todo el año es un testimonio tangible de este compromiso.

Los símbolos elegidos – la estrella de la humillación resignificada, las llamas del recuerdo del alma, el mandato ancestral de «Zachor» y la promesa moderna de «Nunca Olvides» – tejen un tapiz de significado que conecta el pasado, el presente y el futuro. Advierten contra los peligros del odio y la indiferencia, educan a las nuevas generaciones y reafirman la determinación de Israel de ser un faro de memoria y un garante contra la repetición de tales atrocidades.

En un mundo que a menudo parece tener una memoria corta, donde el antisemitismo y otras formas de odio resurgen, y donde la voz de los últimos sobrevivientes pronto se silenciará, iniciativas como esta son vitales. Utilizan la tecnología moderna y el poder de los símbolos visuales para grabar las lecciones del Holocausto en la conciencia colectiva.

La luz proyectada sobre las antiguas murallas de Jerusalén en Yom HaShoá es, en esencia, la luz de la memoria misma: una luz que se niega a ser extinguida por el paso del tiempo o por las fuerzas del olvido y la negación. Es una luz que ilumina la oscuridad del pasado para guiar nuestro camino hacia un futuro donde «Nunca Más» no sea solo un lema, sino una realidad vivida. Jerusalén, una vez más, se erige como un faro, recordando al mundo la fragilidad de la humanidad y la imperiosa necesidad de recordar, siempre.

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