El panorama de la defensa global se vio sacudido recientemente por un anuncio que resuena con ambiciones de seguridad nacional y proezas tecnológicas. El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, en un movimiento característico que combina grandilocuencia con promesas de fortaleza, ha desvelado sus planes para un sistema de escudo antimisiles de próxima generación denominado «Golden Dome» o «Cúpula Dorada». Inspirado, según sus propias palabras, en la exitosa Cúpula de Hierro de Israel, este proyecto busca proporcionar a Estados Unidos una protección sin precedentes contra amenazas balísticas, incluso aquellas lanzadas desde el otro lado del planeta o desde el espacio. Con un costo estimado de 175 mil millones de dólares y una promesa de operatividad hacia el final de un hipotético segundo mandato presidencial, la Cúpula Dorada se perfila como uno de los proyectos de defensa más ambiciosos y costosos de la historia reciente.
El Anuncio Presidencial: Nace la «Cúpula Dorada»
En una declaración realizada desde la Casa Blanca, Donald Trump presentó la «Cúpula Dorada» no solo como un cumplimiento de sus promesas de campaña sino como un salto cualitativo en la capacidad defensiva de Estados Unidos. «Durante la campaña, prometí al pueblo estadounidense que construiría un escudo antimisiles de vanguardia», afirmó Trump. «Hoy me complace anunciar que hemos seleccionado oficialmente la arquitectura para este sistema de vanguardia».
Los detalles clave del anuncio son:
- Nombre del Sistema: «Golden Dome» (Cúpula Dorada).
- Objetivo: Proteger a Estados Unidos contra ataques de misiles extranjeros, con capacidad para interceptar amenazas globales, incluso desde el espacio.
- Inspiración: La Cúpula de Hierro de Israel, aunque Trump enfatizó: «Nuestra tecnología es más avanzada que la de Israel».
- Costo Estimado: Aproximadamente 175 mil millones de dólares.
- Plazo de Implementación: Entre dos años y medio y tres años para su finalización, con el objetivo de estar operativo al final de su (hipotético) segundo mandato.
- Fabricación: Todos los componentes del sistema se fabricarán íntegramente en Estados Unidos, un punto que resuena con la política de «America First».
- Liderazgo del Proyecto: El General de la Fuerza Espacial estadounidense Michael Guetlein ha sido designado como director principal del programa.
- Integración: El diseño se integrará con las capacidades de defensa existentes de EE. UU.
Trump subrayó la capacidad integral del sistema: «Una vez construido, el Domo Dorado podrá interceptar misiles incluso si se lanzan desde el otro lado del mundo, e incluso desde el espacio». Esta afirmación sugiere un sistema de defensa multicapa, capaz de enfrentar una amplia gama de amenazas, desde misiles balísticos intercontinentales (ICBM) hasta, potencialmente, vehículos de reentrada maniobrables (MaRV) o incluso armas hipersónicas, aunque esto último es altamente especulativo dada la novedad y el desafío que representan estas últimas.
Inspiración Israelí: La Cúpula de Hierro y la Afirmación de «Superioridad» Tecnológica
La mención de la Cúpula de Hierro de Israel como fuente de inspiración es significativa. Desarrollada por Rafael Advanced Defense Systems y Israel Aerospace Industries, con apoyo financiero y técnico de Estados Unidos, la Cúpula de Hierro (en hebreo: כִּפַּת בַּרְזֶל, Kipat Barzel) es un sistema móvil de defensa aérea todo tiempo capaz de interceptar y destruir cohetes de corto alcance y proyectiles de artillería disparados desde distancias de 4 a 70 kilómetros. Su objetivo principal es proteger centros de población civil. La Cúpula de Hierro utiliza un radar para detectar y rastrear proyectiles y luego dispara un misil interceptor Tamir si el proyectil amenaza un área poblada o estratégica. Ha demostrado una alta tasa de éxito, interceptando miles de cohetes desde su despliegue en 2011, y se ha convertido en un símbolo de la resiliencia israelí frente a ataques constantes.
La afirmación de Trump de que la «Cúpula Dorada» utilizará «tecnología más avanzada que la de Israel» es, en parte, una declaración política destinada a proyectar la superioridad tecnológica estadounidense. Sin embargo, también refleja una diferencia fundamental en la escala y el tipo de amenaza que cada sistema está diseñado para contrarrestar.
- Alcance y Tipo de Amenaza: La Cúpula de Hierro es un sistema táctico diseñado para amenazas de corto alcance, relativamente lentas y con trayectorias predecibles (aunque ha sido actualizado para enfrentar amenazas más complejas como drones). La «Cúpula Dorada», según la descripción de Trump, aspira a interceptar misiles balísticos intercontinentales (ICBM), misiles lanzados desde submarinos (SLBM), misiles hipersónicos (potencialmente), y amenazas «desde el espacio». Estas son amenazas estratégicas, mucho más rápidas, que viajan a altitudes mucho mayores y pueden llevar ojivas nucleares.
- Complejidad Tecnológica: Interceptar un ICBM en su fase intermedia (exoatmosférica) o terminal (endoatmosférica) es órdenes de magnitud más complejo que interceptar un cohete Qassam. Requiere sistemas de detección y seguimiento globales (satélites, radares de largo alcance), interceptores de alta velocidad y precisión, y una red de mando y control extraordinariamente robusta y rápida.
- Escala de Cobertura: La Cúpula de Hierro protege áreas relativamente pequeñas. La «Cúpula Dorada» pretende cubrir todo el territorio continental de Estados Unidos, y posiblemente sus territorios y aliados clave, contra amenazas globales.
Por lo tanto, si bien la Cúpula de Hierro es un logro tecnológico notable y altamente efectivo en su función específica, la «Cúpula Dorada» se plantea un desafío mucho mayor. La «superioridad» tecnológica no radicaría tanto en mejorar los principios de la Cúpula de Hierro, sino en desarrollar y desplegar un conjunto de tecnologías completamente diferentes y más sofisticadas, adecuadas para la defensa estratégica a escala continental y global.
Desglosando la Tecnología Potencial de la «Cúpula Dorada»
Aunque los detalles específicos de la arquitectura de la «Cúpula Dorada» no se han revelado públicamente, basándonos en las capacidades anunciadas y el estado actual de la tecnología de defensa antimisiles, podemos inferir algunos de sus componentes y características probables. Un sistema de esta envergadura necesariamente sería un «sistema de sistemas», integrando múltiples capas de sensores, interceptores y redes de mando y control.
- Capa de Sensores (Detección y Seguimiento):
- Satélites de Alerta Temprana: La piedra angular de cualquier defensa antimisiles estratégica. Los satélites en órbita geoestacionaria (GEO) y órbita terrestre baja (LEO), como los del Sistema de Infrarrojos Basado en el Espacio (SBIRS) y su sucesor, la Constelación de Alerta y Seguimiento de Misiles Persistentes en el Techo (OPIR), son cruciales para detectar el penacho de calor del lanzamiento de un misil. Una «Cúpula Dorada» requeriría una constelación de sensores espaciales aún más robusta y resiliente, capaz de rastrear no solo lanzamientos balísticos tradicionales sino también vehículos hipersónicos, que tienen firmas térmicas diferentes y trayectorias menos predecibles.
- Radares Terrestres y Marítimos de Largo Alcance: Sistemas como el radar Sea-Based X-band (SBX), los radares AN/TPY-2 (utilizados con THAAD y para alerta temprana), y los radares de Alerta Temprana Mejorados (UEWR) en sitios como Clear (Alaska), Beale (California) y Fylingdales (Reino Unido) serían componentes esenciales. Se necesitarían mejoras significativas o nuevos despliegues para proporcionar una cobertura de 360 grados y la discriminación necesaria para distinguir entre ojivas reales, señuelos y escombros. Los sistemas AEGIS en buques de la Armada, con sus radares SPY-1 y SPY-6, también jugarían un papel vital en la defensa de aproximación y en la cobertura de áreas oceánicas.
- Sensores Aerotransportados: Plataformas como drones de gran altitud y larga duración (HALE) equipados con sensores infrarrojos podrían complementar las capas espaciales y terrestres, especialmente para el seguimiento de misiles de crucero y vehículos hipersónicos que vuelan dentro de la atmósfera.
- Capa de Interceptores (Neutralización de Amenazas):
La promesa de interceptar misiles «incluso si se lanzan desde el otro lado del mundo, e incluso desde el espacio» sugiere un enfoque de defensa multicapa, capaz de atacar amenazas en diferentes fases de su trayectoria (impulso, mitad de curso, terminal).- Interceptores Exoatmosféricos (Fase Intermedia):
- Ground-Based Interceptors (GBI): El sistema actual de Defensa de Medio Curso Basada en Tierra (GMD) utiliza GBIs. La «Cúpula Dorada» probablemente implicaría una nueva generación de estos interceptores (Next Generation Interceptor – NGI), más rápidos, más maniobrables y con vehículos de destrucción (kill vehicles) más sofisticados capaces de una mejor discriminación.
- Standard Missile-3 (SM-3): Desplegados en buques AEGIS y en sitios AEGIS Ashore, los SM-3 son interceptores exoatmosféricos probados. Su número y capacidades tendrían que expandirse.
- Potenciales Interceptores Basados en el Espacio: Esta es la parte más controvertida y tecnológicamente desafiante. Aunque la frase «interceptar… incluso desde el espacio» podría referirse a interceptar misiles que transitan por el espacio, algunos podrían interpretarlo como interceptores estacionados en el espacio. Esto último reavivaría los debates sobre la militarización del espacio y violaría potencialmente tratados existentes como el Tratado del Espacio Exterior. Sin embargo, la capacidad de atacar misiles en su fase de impulso (boost phase), cuando son más lentos y vulnerables, es el «santo grial» de la defensa antimisiles y es más factible con interceptores cercanos al punto de lanzamiento, potencialmente desde plataformas espaciales.
- Interceptores Endoatmosféricos (Fase Terminal):
- Terminal High Altitude Area Defense (THAAD): Diseñado para interceptar misiles balísticos de corto, medio y alcance intermedio en la fase terminal de su vuelo, tanto dentro como justo fuera de la atmósfera. Se necesitarían más baterías THAAD y una mayor integración.
- Patriot Advanced Capability-3 (PAC-3): Un sistema de defensa de punto, que proporciona la última capa de defensa contra misiles balísticos tácticos, misiles de crucero y aeronaves avanzadas.
- Nuevas Tecnologías (Energía Dirigida, Interceptores Hipersónicos): Trump mencionó «tecnología de vanguardia». Esto podría insinuar la inversión en armas de energía dirigida (láseres de alta potencia, microondas) que podrían ofrecer una defensa de «costo por disparo» más bajo contra grandes salvas de misiles o drones. También se están desarrollando interceptores capaces de contrarrestar misiles hipersónicos, lo cual es un desafío formidable.
- Interceptores Exoatmosféricos (Fase Intermedia):
- Comando, Control, Comunicaciones e Inteligencia (C4I):
- Redes Resilientes y Seguras: La integración de todos estos sensores e interceptores dispares en un sistema coherente y eficaz requiere una red C4I extraordinariamente compleja, resiliente y segura, capaz de procesar vastas cantidades de datos en tiempo real, tomar decisiones de interceptación en segundos y resistir ataques cibernéticos y guerra electrónica.
- Inteligencia Artificial (IA) y Aprendizaje Automático: La IA será fundamental para la discriminación de objetivos, la asignación de armas, la optimización de interceptaciones y la adaptación a nuevas amenazas y tácticas enemigas.
- Integración con Capacidades Existentes: Como mencionó Trump, el sistema se integrará con las defensas existentes. Esto significa una compatibilidad perfecta con NORAD, el Comando Espacial de EE. UU., el Comando Estratégico de EE. UU. y los sistemas de los servicios individuales.
Implicaciones Estratégicas y Geopolíticas
La propuesta de la «Cúpula Dorada» no existe en un vacío. Tendría profundas implicaciones para la estabilidad estratégica global, la disuasión nuclear y las relaciones con otras potencias.
- Erosión de la Disuasión por Destrucción Mutua Asegurada (MAD):
Durante la Guerra Fría, la paz (aunque tensa) entre Estados Unidos y la Unión Soviética se mantuvo en parte por la doctrina de MAD. La idea era que ninguna de las partes podría lanzar un primer ataque nuclear sin sufrir una represalia devastadora, haciendo que tal ataque fuera suicida. Un escudo antimisiles altamente efectivo, o incluso la percepción de uno, podría desestabilizar este equilibrio.- Si Estados Unidos creyera que su «Cúpula Dorada» es impenetrable, podría sentirse más inclinado a adoptar políticas exteriores más arriesgadas o incluso a considerar un primer ataque limitado, creyendo que puede absorber cualquier represalia.
- Por el contrario, adversarios como Rusia y China podrían ver la «Cúpula Dorada» como un intento de neutralizar sus fuerzas de disuasión nuclear, lo que los incentivaría a:
- Aumentar sus arsenales ofensivos: Para saturar y abrumar el escudo con un mayor número de misiles y ojivas.
- Desarrollar contramedidas avanzadas: Como ojivas maniobrables (MaRVs), vehículos de planeo hipersónico (HGVs), múltiples vehículos de reentrada con objetivos independientes (MIRVs) más sofisticados, señuelos avanzados, y tecnologías de sigilo para misiles.
- Desarrollar armas antisatélite (ASAT): Para cegar los «ojos» del escudo antimisiles.
- Potencial de una Nueva Carrera Armamentista:
La historia de la defensa antimisiles está intrínsecamente ligada a la carrera armamentista. El despliegue de un sistema tan ambicioso por parte de EE. UU. casi con seguridad provocaría una respuesta competitiva de otras grandes potencias. Esto no solo se limitaría a misiles ofensivos y defensivos, sino que podría extenderse a dominios como el ciberespacio y el espacio exterior, que son cruciales para el funcionamiento de los sistemas de defensa antimisiles. - Reacciones de Potencias Globales:
- Rusia: Moscú ha expresado consistentemente su preocupación por los despliegues de defensa antimisiles de EE. UU. en Europa y en otros lugares, viéndolos como una amenaza directa a su disuasión estratégica. Una «Cúpula Dorada» exacerbaría estas preocupaciones y probablemente conduciría a un mayor desarrollo de sus sistemas de misiles avanzados como el Sarmat ICBM, el vehículo hipersónico Avangard y el misil de crucero de propulsión nuclear Burevestnik.
- China: Beijing también se opondría firmemente a un sistema de este tipo, ya que su arsenal nuclear, aunque en crecimiento, es considerablemente más pequeño que el de EE. UU. o Rusia. China ha estado invirtiendo fuertemente en sus propias capacidades de misiles, incluyendo ICBMs móviles y de combustible sólido, SLBMs, y HGVs. La «Cúpula Dorada» aceleraría estos esfuerzos.
- Potencias Nucleares Emergentes y Estados Proliferadores: Para países como Corea del Norte o Irán (si alguna vez desarrolla armas nucleares y misiles de largo alcance), la «Cúpula Dorada» representaría una barrera significativa. Sin embargo, también podría incentivarlos a buscar métodos de entrega asimétricos o a redoblar esfuerzos para desarrollar misiles capaces de evadir o saturar las defensas.
- Impacto en los Aliados de EE. UU.:
La reacción de los aliados sería mixta.- Algunos podrían sentirse más seguros bajo un paraguas protector estadounidense extendido. Países como Japón, Corea del Sur, Israel y miembros de la OTAN en Europa ya cooperan con EE. UU. en defensa antimisiles.
- Otros podrían preocuparse por quedar fuera del escudo o por las implicaciones de una nueva carrera armamentista. También podría haber presión sobre los aliados para que contribuyan financieramente o alberguen componentes del sistema, lo que podría ser políticamente contencioso.
- Podría fomentar una mayor «acoplamiento» de la seguridad aliada a la de EE. UU., o, paradójicamente, llevar a algunos a buscar una mayor autonomía estratégica si perciben que EE. UU. se está volviendo demasiado aislado o si el sistema no es creíblemente extensible.
El Costo Prohibitivo y la Viabilidad Económica y Tecnológica
Con un precio estimado de 175 mil millones de dólares, la «Cúpula Dorada» sería uno de los proyectos de adquisición de defensa más caros de la historia, superando incluso el costo de programas como el caza F-35 (aunque los costos del ciclo de vida del F-35 son mucho mayores).
- Análisis del Presupuesto:
- Carga Fiscal: Esta cifra representa una porción significativa del presupuesto de defensa de EE. UU. (que ronda los 800-900 mil millones de dólares anuales). Financiarlo requeriría recortes en otros programas de defensa, aumentos en el presupuesto general de defensa, o un aumento de la deuda nacional.
- Costos del Ciclo de Vida: Los 175 mil millones de dólares son probablemente solo el costo de investigación, desarrollo y adquisición inicial. Los costos de operación, mantenimiento, personal y modernización a lo largo de varias décadas podrían multiplicar esta cifra varias veces.
- Prioridades en Competencia: En una era de crecientes déficits presupuestarios y necesidades urgentes en áreas como infraestructura, atención médica, educación y cambio climático, justificar un gasto tan masivo en un solo sistema de armas será un desafío político considerable.
- Fabricación «Made in America» y la Base Industrial de Defensa:
La promesa de Trump de que «todos los aspectos del Golden Dome se fabricarán en Estados Unidos» es coherente con su política económica nacionalista.- Impulso a la Industria de Defensa: Empresas como Lockheed Martin, Raytheon Technologies, Northrop Grumman y Boeing, los principales contratistas de defensa de EE. UU., serían los principales beneficiarios, generando empleos y estimulando la innovación en el sector.
- Seguridad de la Cadena de Suministro: Asegurar que todos los componentes se fabriquen en EE. UU. tiene como objetivo proteger la cadena de suministro de vulnerabilidades e interferencias extranjeras, pero también podría aumentar los costos y limitar el acceso a ciertas tecnologías o componentes especializados disponibles internacionalmente.
- Desafíos Tecnológicos y Plazos de Implementación:
Quizás el aspecto más escéptico de la propuesta es el plazo de «dos años y medio a tres años» para su finalización y operatividad.- Complejidad Sin Precedentes: Desarrollar, probar e integrar un sistema de sistemas de esta magnitud es una tarea hercúlea. Los programas de defensa complejos suelen sufrir retrasos significativos y sobrecostos. El sistema GMD actual, mucho menos ambicioso que la «Cúpula Dorada», ha tardado décadas en alcanzar su capacidad actual (limitada).
- Madurez Tecnológica: Algunas de las tecnologías necesarias, especialmente para contrarrestar amenazas hipersónicas o para un sistema de sensores verdaderamente global y discriminatorio, aún están en etapas de investigación y desarrollo. Madurarlas y producirlas a escala en tan poco tiempo parece poco realista.
- Pruebas y Validación: Un sistema de defensa antimisiles debe ser sometido a pruebas rigurosas y realistas para demostrar su eficacia. Organizar y ejecutar tales pruebas para un escudo global es un desafío logístico y técnico inmenso. La fiabilidad debe ser extremadamente alta; incluso una pequeña tasa de «fugas» podría tener consecuencias catastróficas en un escenario nuclear.
- Liderazgo y Gestión del Programa:
La designación del General de la Fuerza Espacial Michael Guetlein como director principal del programa es notable. El General Guetlein, como comandante del Comando de Sistemas Espaciales, tiene una vasta experiencia en la adquisición y el desarrollo de sistemas espaciales, que son fundamentales para la defensa antimisiles.- Rol de la Fuerza Espacial: La Fuerza Espacial jugaría un papel central, no solo en el desarrollo y operación de los componentes espaciales (satélites de alerta temprana, seguimiento y posiblemente interceptores), sino también en la integración de la información espacial con los sistemas terrestres y marítimos.
- Desafíos de Gestión: Gestionar un programa de esta envergadura, coordinando múltiples contratistas, agencias gubernamentales y ramas militares, es una tarea de gestión monumental que requerirá un liderazgo excepcional y una supervisión constante.
La «Cúpula Dorada» en el Contexto Histórico de la Defensa Antimisiles de EE. UU.
La idea de un escudo protector contra misiles balísticos no es nueva en la historia de Estados Unidos.
- Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI – «Star Wars»):
Anunciada por el presidente Ronald Reagan en 1983, la SDI fue una propuesta mucho más ambiciosa para utilizar sistemas terrestres y espaciales para proteger a Estados Unidos de un ataque nuclear soviético. La SDI impulsó una investigación significativa en tecnologías avanzadas, incluyendo láseres, armas de partículas y interceptores basados en el espacio («brilliant pebbles»). Sin embargo, enfrentó una inmensa controversia científica, política y estratégica. Los críticos argumentaron que era tecnológicamente inviable, prohibitivamente costoso y peligrosamente desestabilizador. Aunque la SDI nunca se desplegó en su forma original, sentó las bases para muchos de los programas de defensa antimisiles posteriores. La «Cúpula Dorada» de Trump tiene ecos de la grandiosidad y las ambiciones tecnológicas de la SDI. - Sistema de Defensa de Medio Curso Basado en Tierra (GMD):
Después de la retirada de EE. UU. del Tratado sobre Misiles Antibalísticos (ABM) en 2002, se aceleró el desarrollo del sistema GMD. Actualmente, es la única defensa de EE. UU. contra ICBMs de largo alcance. Consta de 44 interceptores (GBIs) en Alaska y California (con planes de añadir 20 más), junto con una red de radares y sensores espaciales. El GMD ha tenido un historial de pruebas mixto y está diseñado para hacer frente a una amenaza limitada de estados como Corea del Norte o un lanzamiento accidental, no a un ataque a gran escala de una potencia como Rusia o China. La «Cúpula Dorada» se presentaría como una evolución o un reemplazo mucho más capaz y completo del GMD. - Sistemas Regionales y por Capas:
Estados Unidos también ha invertido fuertemente en sistemas de defensa antimisiles regionales y por capas, como THAAD, AEGIS BMD y Patriot, para proteger a las fuerzas desplegadas, las bases y los aliados. La «Cúpula Dorada» buscaría integrar estos elementos en una arquitectura nacional y global más amplia.
Conclusión: ¿Amanecer Dorado o Espejismo Costoso?
La propuesta de la «Cúpula Dorada» de Donald Trump es, sin duda, una visión audaz que busca redefinir la postura defensiva de Estados Unidos en un mundo cada vez más incierto y tecnológicamente avanzado. Inspirada en el éxito táctico de la Cúpula de Hierro israelí pero aspirando a una escala estratégica global, la iniciativa promete una protección casi hermética contra las amenazas de misiles más formidables.
Sin embargo, la grandiosidad de la visión se enfrenta a la cruda realidad de desafíos monumentales. El costo estimado de 175 mil millones de dólares es asombroso y plantea serias preguntas sobre la asignación de recursos en un momento de múltiples prioridades nacionales. El plazo de implementación de dos años y medio a tres años parece extraordinariamente optimista, dada la complejidad inherente al desarrollo, prueba e integración de un «sistema de sistemas» de esta magnitud, especialmente cuando algunas de las tecnologías clave aún no han alcanzado la madurez plena.
Más allá de los obstáculos fiscales y tecnológicos, las implicaciones estratégicas son profundas y potencialmente desestabilizadoras. Un escudo antimisiles percibido como altamente efectivo podría alterar el delicado equilibrio de la disuasión nuclear, provocar una nueva y costosa carrera armamentista con potencias rivales como Rusia y China, y remodelar las alianzas de seguridad de Estados Unidos. La afirmación de que la tecnología será «más avanzada que la de Israel» subraya la ambición, pero también la diferencia fundamental en el tipo de amenazas que se busca contrarrestar.
La designación del General Michael Guetlein y la Fuerza Espacial para liderar el programa indica la creciente importancia del dominio espacial en la defensa nacional. No obstante, la historia de los grandes proyectos de defensa, desde la SDI de Reagan hasta el actual sistema GMD, está plagada de sobrecostos, retrasos y un rendimiento a menudo por debajo de las expectativas iniciales.
En última instancia, la «Cúpula Dorada» representa una apuesta de alto riesgo y alta recompensa. Si se materializara según lo prometido, podría ofrecer un nivel de seguridad sin precedentes para Estados Unidos. Sin embargo, el camino hacia su realización está sembrado de interrogantes técnicos, económicos y estratégicos. ¿Será un amanecer dorado para la seguridad estadounidense, un escudo revolucionario que cambie las reglas del juego? ¿O se convertirá en otro espejismo costoso, un eco de las ambiciones de la Guerra Fría que consuma vastos recursos con resultados inciertos? Solo el tiempo, la voluntad política sostenida y los avances tecnológicos determinarán si la Cúpula Dorada llega a brillar o se desvanece como una promesa incumplida en el complejo firmamento de la defensa global. Por ahora, permanece como una declaración de intenciones potente, un símbolo de la búsqueda continua de la invulnerabilidad en una era de amenazas persistentes.