En una escena que sorprendió a muchos, el presidente argentino Javier Milei realizó recientemente una emotiva visita al Muro de las Lamentaciones en la Ciudad Vieja de Jerusalén. En la base del lugar sagrado, parecía profundamente conmovido, orando junto al rabino Shimon Axel Wahnish, quien introdujo a Milei al judaísmo hace tres años. Esta exhibición marcó un cambio significativo para Milei, nacido y criado como católico romano, quien ha mostrado un interés cada vez mayor en el judaísmo e incluso ha expresado intenciones de convertirse.
Al alejarse de la pared, Milei se derrumbó y abrazó con fuerza al rabino Wahnish. “En ese momento, me sentí orgulloso de tener un líder tan decidido con valores espirituales tan profundos”, compartió Wahnish en una entrevista reciente con The Associated Press, reflexionando sobre su viaje de estado a Israel en febrero.
Sin embargo, el intenso apoyo de Milei al judaísmo e Israel ha generado controversia y preocupación en Argentina. Su apoyo inquebrantable al gobierno del primer ministro de derecha Benjamín Netanyahu llega en un momento en que Israel enfrenta un creciente aislamiento debido a su actual conflicto con Hamas en la Franja de Gaza, que ha resultado en decenas de miles de muertes.
Rompiendo con décadas de política argentina, la postura de Milei contrasta marcadamente con la de la mayor parte de América Latina, donde varios países, entre ellos Bolivia y Colombia, han roto vínculos con Israel, y otros, como Brasil, han retirado a sus embajadores de Tel Aviv.
“Entre las grandes naciones que deberían ser pilares del mundo libre, veo indiferencia en algunas y miedo en otras a ponerse del lado de la verdad”, declaró Milei a los líderes de la comunidad judía en un evento para conmemorar el 81º aniversario del levantamiento del gueto de Varsovia. Su crítica velada a las potencias occidentales, incluido Estados Unidos, por su postura sobre la conducta militar israelí, fue recibida con una gran ovación.
Los partidarios de Milei argumentan que su nuevo fervor por el judaísmo no influye en su política exterior. Sin embargo, su pronunciado apoyo a Israel ha causado malestar dentro de la comunidad judía de Argentina, una de las más grandes del mundo, y ha tensado las relaciones con los países vecinos.
La comunidad judía en Argentina todavía está atormentada por los devastadores atentados contra la embajada de Israel en 1992 y la Asociación Mutual Judía Argentina (AMIA) en 1994, que en conjunto cobraron cientos de vidas. Los ataques, supuestamente orquestados por Irán y llevados a cabo por Hezbolá, siguen sin resolverse y la investigación de Argentina está sumida en la controversia.
“Milei tiene una mente mesiánica y eso es bastante peligroso”, dijo Diana Malamud, cuyo marido murió en el atentado a la AMIA. “Sus políticas no sólo pueden avivar conflictos a nivel internacional… sino también generar antisemitismo dentro de nuestro país”.
El interés de Milei por el judaísmo comenzó en 2021, en parte como respuesta a las acusaciones de albergar simpatías pronazis. Su conexión con el rabino Wahnish evolucionó de una breve conversación a una exploración profunda de los estudios de la Torá y una práctica religiosa habitual. Wahnish, ahora embajador de Argentina en Israel, enfatizó la admiración de Milei por Moisés, a quien Milei ve como un héroe y símbolo de la revolución cultural y espiritual hacia la libertad.
La presidencia poco ortodoxa de Milei incluyó la cita de la Torá durante la campaña electoral, la realización de peregrinaciones a la tumba del líder jasídico Menachem Mendel Schneerson en Brooklyn y el uso del shofar para cerrar su campaña electoral. Sus acciones han provocado críticas dentro de la comunidad judía. “Es perverso… utilizar el shofar, que se toca durante las ceremonias religiosas, para anunciarse”, dijo Pablo Gorodneff, secretario general del grupo progresista Llamamiento Judío Argentino.
La primera visita al extranjero de Milei como presidente fue a Israel, donde prometió trasladar la embajada de Argentina a Jerusalén, haciéndose eco de una medida controvertida adoptada por el expresidente estadounidense Donald Trump. Su apoyo a Israel y Netanyahu ha generado tanto elogios como condenas, y Hamás lo ha calificado de “socio del ocupante sionista”.
En un cambio político significativo, el gobierno de Milei votó recientemente en contra de la membresía palestina en las Naciones Unidas, alineándose con Estados Unidos e Israel y revirtiendo el tradicional reconocimiento de Argentina de la condición de Estado palestino. Esta medida ha aumentado las tensiones y las preocupaciones de seguridad dentro de la comunidad judía de Argentina, que ya estaba al borde de los ataques pasados y el conflicto actual en Gaza.
El gobierno ha respondido con mayores medidas de seguridad y un mayor estado de alerta, particularmente en lo que respecta a posibles amenazas de la militancia islamista en la región. La postura de línea dura de Milei ha incluido acusaciones contra Bolivia y Chile de albergar a agentes iraníes y de Hezbollah, lo que ambos países han negado.
La Organización de Cooperación Islámica condenó recientemente la retórica de Milei como antiislámica, lo que se suma a la creciente fricción internacional. Los servicios de inteligencia de Estados Unidos y Argentina continúan monitoreando la región de la Triple Frontera, un área conocida de preocupación por las actividades islamistas.
Las provocativas acciones y declaraciones de Milei han colocado a Argentina en una posición delicada, atravesando complejas tensiones internas e internacionales mientras la nación lidia con la inesperada devoción de su líder al judaísmo y su firme apoyo a Israel.