En un cambio histórico durante las elecciones municipales nacionales del martes, los partidos ultraortodoxos reclamaron una mayoría en el concejo municipal de Jerusalén, lo que provocó discusiones sobre la dirección futura del gobierno de la ciudad y su impacto potencial en la población diversa.
El portal electoral en línea del Ministerio del Interior, aunque mostró solo resultados provisionales, reveló una toma de poder sin precedentes por parte de los partidos haredi, asegurando poco más de la mitad del consejo de 31 escaños. El partido sefardí Shas ganó seis escaños, el partido jasídico Agudat Israel tres, el partido ultraortodoxo no jasídico Degel Hatorah seis y Bnei Torah, afiliado al grupo extremista Facción Jerusalén, reclamó un escaño. Además, el Likud, el partido Noam anti-LGBT, el Sionismo Mafdal-Religioso y el partido Unido del vicealcalde ultranacionalista Arieh King obtuvieron escaños, lo que eleva el total a 22 a favor de los jaredíes y la derecha nacionalista.
En las elecciones también triunfó el alcalde Moshe Lion con un significativo 81,5% de los votos frente al 18,5% del rival secular Yossi Havilio. La lista Sindical de Havilio en Jerusalén, que comprende facciones liberales como Meretz, Yesh Atid, Laboristas y el movimiento anti-Netanyahu New Contract, aseguró cuatro escaños en el consejo. Hitorerut( Despertar), un partido liberal de jerosolimitanos nacional – religiosos y seculares, obtuvo tres escaños, mientras que Lion’s One Jerusalem recibió dos.
El éxito sin precedentes de los partidos ultraortodoxos podría no ser únicamente un reflejo de los cambios demográficos, sino también una consecuencia de la baja participación electoral entre los votantes convencionales, ya que solo el 31,5% de los votantes elegibles emitieron su voto.
Una mayoría haredi en el consejo significa que la comunidad ahora tiene control sobre comités cruciales, como planificación y construcción, finanzas y educación. Sin embargo, se ha expresado la preocupación de que este cambio pueda provocar un mayor éxodo de los residentes seculares de la ciudad, que pueden sentirse cada vez más marginados.
El vicealcalde Eliezer Rauchberger, líder de la rama local del partido Degel Hatorah, abordó estas preocupaciones al afirmar: “No queremos convertir Jerusalén en Bnei Brak”, enfatizando la necesidad de respeto mutuo y unidad. Afirmó que la victoria haredi tiene como objetivo preservar el carácter tradicional y religioso de Jerusalén en el dominio público y garantizar la igualdad presupuestaria para todas las comunidades.
Rauchberger esbozó una agenda conservadora, centrada en mantener el status quo religioso de la ciudad y exigir una participación equitativa de los recursos. Destacó la importancia de reconocer la diversidad dentro de Jerusalén y afirmó el deseo de que la ciudad sea “una ciudad para todos.
La concejala de la ciudad de Jerusalén, Laura Wharton, del partido Meretz, reconoció la mayoría efectiva preexistente de los ultraortodoxos debido a sus aliados nacional-religiosos. Ella enfatizó que la capacidad del campo liberal para contrarrestar a los haredim depende de las maniobras del alcalde.
Wharton expresó su preocupación por los recientes cambios en las políticas que favorecen los intereses ultraortodoxos y ultraderechistas, citando ejemplos de desplazamiento e interrupción de la comunidad. Instó a volver a una política de convivencia y criticó el enfoque agresivo de ciertas facciones en la construcción exclusiva para sus comunidades.
A medida que Jerusalén lidia con este cambio transformador en su panorama político, es probable que los próximos meses revelen las implicaciones de la mayoría ultraortodoxa en el desarrollo futuro y la inclusión de la ciudad.