El Festival de la Canción de Eurovisión, un evento que anualmente busca unir a Europa (y a algunos de sus vecinos geográficos y culturales) a través de la música, se ha visto nuevamente envuelto en una controversia política de gran calado. Esta vez, el foco de la tormenta se centra en la petición del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, para que Israel sea excluido del certamen. Sus declaraciones, que comparan la situación de Israel con la de Rusia –expulsada tras la invasión de Ucrania– y denuncian un presunto «doble rasero», han desencadenado un intenso debate internacional y una airada respuesta del ex primer ministro israelí Naftali Bennett, quien evocó un doloroso capítulo de la historia española: la expulsión de los judíos.
El Origen de la Controversia: Las Declaraciones de Pedro Sánchez
La chispa que encendió la polémica fueron unas declaraciones contundentes de Pedro Sánchez a la prensa. El líder español no se anduvo con rodeos al cuestionar la coherencia de la Unión Europea de Radiodifusión (UER), organizadora de Eurovisión, al permitir la participación de Israel mientras mantiene el veto a Rusia.
«Nadie objetó cuando Rusia fue expulsada de la competición tras su incursión en Ucrania», afirmó Sánchez, trazando un paralelismo directo entre las acciones del Kremlin y la situación actual que involucra a Israel. Para el presidente español, la inclusión de Israel en el festival, mientras se excluye a Rusia, constituye un «doble estándar» inaceptable. «No se debería permitir», sentenció.
Sánchez no se limitó a la crítica, sino que también aprovechó la ocasión para expresar su solidaridad con dos pueblos afectados por conflictos bélicos: «Quiero enviar un mensaje de solidaridad al pueblo de Ucrania y al pueblo palestino, que están sufriendo la guerra y los bombardeos». Esta declaración vincula su postura sobre Eurovisión con una posición más amplia sobre la política internacional y los derechos humanos, especialmente en el contexto del prolongado conflicto israelí-palestino.
Es importante destacar que estas afirmaciones no surgen en el vacío. Se producen en un momento en que el conflicto en Gaza ha alcanzado niveles de violencia y crisis humanitaria alarmantes, generando una creciente presión internacional sobre Israel y un debate global sobre la proporcionalidad de sus acciones. La postura de Sánchez se alinea con una corriente de opinión crítica hacia la política del gobierno israelí actual, que ha ganado tracción en varios países europeos.
El Contexto Eurovisivo: Éxito Israelí y la Expulsión de Rusia
Para entender la magnitud de las palabras de Sánchez, es crucial considerar el contexto específico de Eurovisión. Israel tiene una larga y, en general, exitosa trayectoria en el festival, habiendo ganado en cuatro ocasiones (1978, 1979, 1998 y 2018). Su participación suele generar expectación y, a menudo, debate, pero rara vez un llamado a la expulsión por parte de un jefe de gobierno europeo de la talla de Sánchez.
Las declaraciones del presidente español llegan, además, poco después de una edición del festival donde la representante israelí, Eden Golan con su canción «Hurricane» (previamente titulada «October Rain» y modificada por supuestas referencias políticas), logró un meritorio quinto puesto, destacando especialmente por el masivo apoyo del televoto. Obtuvo 323 puntos del público en toda Europa, una cifra considerablemente alta que contrastó con los 52 puntos otorgados por los jurados nacionales. Este desfase entre el voto popular y el profesional sugiere una polarización de opiniones respecto a Israel, pero también una base de apoyo significativa entre la audiencia europea. La canción y la actuación de Golan se convirtieron en un pararrayos de las tensiones, con abucheos audibles durante sus actuaciones en Malmö, Suecia, sede del festival 2024, pero también con un respaldo palpable en el televoto de muchos países.
Por otro lado, la referencia a Rusia es pertinente. Tras la invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022, la UER actuó con celeridad. Inicialmente, la organización declaró que Rusia podría participar, argumentando el carácter apolítico del evento. Sin embargo, ante la presión de numerosas radiodifusoras públicas de países miembros, que amenazaron con retirarse si Rusia competía, la UER revirtió su decisión y excluyó al país. La justificación oficial se centró en que la participación rusa «desacreditaría la competencia» y violaría los valores de servicio público de la UER y la promoción del entendimiento cultural.
La comparación de Sánchez se apoya en esta decisión precedente. Si la invasión de un país soberano fue motivo suficiente para expulsar a Rusia, argumenta implícitamente el líder español, las acciones de Israel en el conflicto con Palestina, especialmente en Gaza, deberían merecer una consideración similar por parte de la UER.
La Dureza de la Respuesta Israelí: Naftali Bennett y el Fantasma de la Expulsión
La reacción desde Israel no se hizo esperar y fue particularmente contundente. El ex primer ministro Naftali Bennett, una figura política de peso, respondió a Sánchez a través de la red social X (anteriormente Twitter) con una pregunta cargada de historia y dolor: «¿Expulsión de judíos de nuevo?».
Esta breve pero incisiva interpelación no es casual. Bennett alude directamente al Edicto de Granada de 1492, por el cual los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, decretaron la expulsión de los judíos de los reinos de España. Este evento traumático marcó profundamente la historia judía y la diáspora sefardí, y su memoria sigue viva.
Al invocar este episodio, Bennett no solo acusa a Sánchez de una hostilidad particular hacia Israel, sino que eleva la crítica a un plano histórico, sugiriendo que la petición del presidente español resuena con antiguos patrones de persecución antijudía en suelo español. Es una acusación grave que busca enmarcar la postura de Sánchez no como una crítica legítima a las políticas de un Estado, sino como una manifestación de un prejuicio más profundo y con raíces históricas.
La elección de estas palabras por parte de Bennett es estratégicamente potente. Busca movilizar la memoria histórica del antisemitismo para desacreditar la posición de Sánchez, equiparando la crítica al Estado de Israel con el antisemitismo, una táctica frecuentemente utilizada por defensores de las políticas israelíes para desviar o neutralizar cuestionamientos. Esta respuesta también tiene como objetivo resonar con la comunidad judía internacional y con aquellos sensibles a la historia del antisemitismo en Europa.
Analizando el «Doble Rasero»: Argumentos y Contraargumentos
La acusación de «doble rasero» es el núcleo del argumento de Pedro Sánchez. ¿Pero es válida esta comparación entre la situación de Rusia e Israel en el contexto de Eurovisión?
Argumentos a favor de la tesis de Sánchez:
- Gravedad de las Acusaciones contra Israel: Organizaciones internacionales y expertos en derechos humanos han acusado a Israel de cometer crímenes de guerra y de violar el derecho internacional humanitario en sus operaciones militares, especialmente en Gaza. La Corte Internacional de Justicia (CIJ) ha emitido medidas cautelares instando a Israel a prevenir actos de genocidio. Desde esta perspectiva, si las acciones de Rusia en Ucrania justificaron su expulsión, las acciones de Israel, que también implican un alto coste humano y cuestionamientos legales internacionales, podrían justificar una medida similar.
- Impacto en los Valores de Eurovisión: La UER justificó la expulsión de Rusia alegando que su participación dañaría la reputación del concurso y sus valores. Quienes apoyan a Sánchez argumentan que permitir la participación de Israel mientras se desarrollan operaciones militares con un alto número de víctimas civiles palestinas también podría dañar la imagen del festival y contradecir sus supuestos valores de unidad y entendimiento.
- Consistencia en la Aplicación de Principios: Si Eurovisión pretende ser un espacio que refleja ciertos valores europeos, la coherencia en la aplicación de sus normas ante violaciones graves por parte de los estados participantes sería fundamental. La percepción de que se aplican criterios diferentes según el país puede minar la credibilidad de la UER.
Argumentos en contra de la tesis de Sánchez (y a favor de la UER o de la participación israelí):
- Naturaleza Diferente de los Conflictos: Aunque ambos conflictos son graves, hay quienes argumentan que la invasión a gran escala de un país soberano por otro (Rusia a Ucrania) es cualitativamente diferente del conflicto israelí-palestino, que es más complejo, prolongado y con múltiples actores y narrativas históricas. La UER podría argumentar que la agresión rusa fue un acto unilateral y claro de violación de la soberanía territorial que amenazaba la estabilidad europea de manera directa.
- Israel no es el Agresor en el Sentido Ruso: Desde la perspectiva israelí y de sus aliados, las acciones en Gaza son una respuesta a los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023. Argumentan que Israel está ejerciendo su derecho a la autodefensa contra una organización terrorista, a diferencia de Rusia, que inició una guerra de agresión no provocada. Esta distinción, para algunos, justificaría un trato diferente por parte de la UER.
- Eurovisión como Plataforma Cultural, no Política: La UER insiste en que Eurovisión es un evento cultural y no político. Aunque esta afirmación ha sido cuestionada repetidamente a lo largo de la historia del festival, sigue siendo la línea oficial. Desde este punto de vista, excluir a un país por las acciones de su gobierno politizaría aún más el certamen. La participación de artistas individuales no debería confundirse con un respaldo a las políticas de sus gobiernos. No obstante, la propia expulsión de Rusia demostró que esta línea puede ser flexible.
- Decisión Basada en las Radiodifusoras Miembro: La UER es una alianza de radiodifusoras públicas. La decisión de excluir a Rusia se tomó tras una fuerte presión de muchas de estas radiodifusoras. Si no existe una presión similar mayoritaria para excluir a Israel, la UER podría argumentar que está siguiendo el consenso de sus miembros.
El debate sobre el «doble rasero» es, por tanto, complejo y depende en gran medida de la interpretación de los hechos, la naturaleza de los conflictos y el papel que se le atribuye a un evento como Eurovisión.
Los Ecos Históricos: 1492 y la Sensibilidad de la Memoria
La referencia de Naftali Bennett a la expulsión de los judíos de España en 1492 no es un mero exabrupto retórico, sino una calculada apelación a uno de los traumas fundacionales de la diáspora judía.
El Edicto de Granada y su Legado:
El 31 de marzo de 1492, los Reyes Católicos firmaron el Edicto de Granada, que ordenaba la expulsión o conversión forzosa de todos los judíos de los reinos de Castilla y Aragón en un plazo de cuatro meses. Se estima que entre 50.000 y 200.000 judíos (las cifras varían según los historiadores) se vieron obligados a abandonar sus hogares, sus propiedades y la tierra donde sus ancestros habían vivido durante siglos. Esta expulsión puso fin a una rica y compleja historia de presencia judía en la península ibérica, conocida como Sefarad.
Los sefardíes (judíos descendientes de los expulsados de España y Portugal) mantuvieron viva su lengua (el judeoespañol o ladino), sus costumbres y una conexión sentimental con Sefarad a lo largo de los siglos, dispersos por el Imperio Otomano, el norte de África y otras partes de Europa.
La Invocación de Bennett en el Contexto Actual:
Al preguntar «¿Expulsión de judíos de nuevo?», Bennett busca:
- Estigmatizar la Crítica: Presenta la petición de Sánchez no como una crítica política a Israel, sino como una manifestación de un antisemitismo histórico español.
- Generar Solidaridad: Apela a la memoria colectiva judía y a la sensibilidad internacional sobre el antisemitismo para recabar apoyo a Israel.
- Desviar el Foco: Intenta cambiar el tema de debate de las acciones de Israel en el conflicto actual a la historia del antisemitismo en España.
Es importante señalar que la España contemporánea ha realizado esfuerzos significativos para reconocer y reparar esta injusticia histórica. En 2015, España aprobó una ley que permitía a los descendientes de los judíos sefardíes expulsados solicitar la nacionalidad española, un gesto de reconciliación simbólica y práctica. Más de 130.000 personas la solicitaron.
Sin embargo, la acusación de Bennett explota una sensibilidad particular. Aunque la crítica a las políticas del Estado de Israel no es inherentemente antisemita (y es crucial distinguir entre ambas), invocar la expulsión de 1492 en respuesta a una petición de boicot cultural a Israel es una forma de sugerir que cualquier acción contra Israel, incluso simbólica, emana de esa misma veta de odio ancestral.
Para muchos en España, la acusación de Bennett puede resultar ofensiva e injusta, especialmente considerando los esfuerzos de reconciliación. Sin embargo, también subraya la profunda carga emocional y simbólica que rodea cualquier discusión sobre Israel y el pueblo judío, especialmente cuando se relaciona con episodios históricos de persecución.
Implicaciones Políticas y Diplomáticas
Las declaraciones de Pedro Sánchez y la respuesta de Naftali Bennett no son meras anécdotas en el mundo del entretenimiento; tienen potenciales implicaciones políticas y diplomáticas.
- Relaciones España-Israel: Las relaciones entre España e Israel ya eran tensas antes de este episodio. El gobierno de Sánchez ha sido uno de los más críticos dentro de la Unión Europea con las acciones de Israel en Gaza, y ha abogado por el reconocimiento del Estado palestino. Esta nueva controversia podría enfriar aún más los lazos diplomáticos. Israel podría interpretar la postura de Sánchez como una hostilidad particular de España.
- Posicionamiento de España en la UE: La postura de Sánchez diferencia a España de otros grandes países europeos que han mantenido un apoyo más firme a Israel o una crítica más moderada. Esto podría consolidar el papel de España como una de las voces líderes en la UE que abogan por una mayor presión sobre Israel y un mayor apoyo a la causa palestina, junto a países como Irlanda o Bélgica.
- Debate Interno en España: La posición de Sánchez podría generar debate dentro de España. Mientras que sus socios de coalición de izquierda (como Sumar) probablemente respalden e incluso pidan medidas más contundentes, la oposición de derechas (Partido Popular y Vox) podría criticar a Sánchez por dañar las relaciones con Israel y por una supuesta parcialidad.
- Impacto en la UER: La UER se enfrenta a una presión creciente. Si figuras políticas del nivel de un presidente de gobierno comienzan a pedir expulsiones, la organización tendrá más dificultades para mantener su argumento de «apoliticismo». Podría verse forzada a reevaluar sus criterios de participación o a emitir declaraciones más firmes sobre cómo maneja las controversias políticas que involucran a sus miembros.
- Precedente para Futuros Boicots: Si la petición de Sánchez ganara tracción o si la UER considerara alguna medida, podría sentar un precedente para futuros llamados a boicot contra otros países participantes en Eurovisión (o en otros eventos culturales y deportivos internacionales) por razones políticas o de derechos humanos.
Eurovisión: ¿Más Allá de la Música?
Desde su creación en 1956, en una Europa que aún se recuperaba de las cicatrices de la Segunda Guerra Mundial, Eurovisión ha aspirado a ser un festival de unidad y celebración de la diversidad cultural a través de la música. Sin embargo, la política nunca ha estado completamente ausente de su escenario.
- Guerra Fría: Durante la Guerra Fría, la participación (o ausencia) de ciertos países y las votaciones a menudo reflejaban las tensiones geopolíticas.
- Conflictos Regionales: Países en conflicto directo, como Armenia y Azerbaiyán, han llevado sus disputas al festival a través de mensajes velados en sus canciones o durante las votaciones.
- Derechos Humanos: En 2009, Georgia se retiró después de que la UER pidiera modificar su canción «We Don’t Wanna Put In», considerada una crítica al presidente ruso Vladimir Putin. En 2017, Rusia boicoteó el festival en Kiev porque Ucrania prohibió la entrada a la cantante rusa Yulia Samoylova por haber actuado en Crimea anexionada. En 2019, la celebración del festival en Tel Aviv generó llamados al boicot por parte de activistas pro-palestinos.
- Inclusión y Valores: El festival ha sido también una plataforma para la promoción de la inclusión y los derechos LGTBIQ+, lo que ha generado tensiones con países con legislaciones más conservadoras. La victoria de Conchita Wurst en 2014 es un ejemplo paradigmático.
La controversia actual sobre Israel es, por tanto, un capítulo más en la larga historia de la politización de Eurovisión. Lo que quizás la distingue es la contundencia y el nivel del actor que realiza la petición de expulsión: el presidente del Gobierno de un país importante de la UE.
La pregunta fundamental sigue siendo si un evento de esta naturaleza puede o debe ser verdaderamente apolítico, especialmente cuando participan estados con políticas controvertidas o implicados en conflictos activos. ¿Es la música un lenguaje universal que trasciende la política, o es inevitable que los escenarios culturales se conviertan en arenas donde también se libran batallas políticas y simbólicas?
El Papel del Voto Popular y los Jurados
Un aspecto interesante de la participación israelí en la edición más reciente de Eurovisión, mencionada en la información inicial, es la disparidad entre el voto del jurado y el televoto. Mientras que Eden Golan recibió solo 52 puntos de los jurados profesionales de los distintos países, arrasó en el televoto con 323 puntos, situándose segunda en el favor del público.
Esta discrepancia puede interpretarse de varias maneras:
- Solidaridad o Apoyo Político: Una parte del televoto masivo podría interpretarse como una muestra de apoyo a Israel en el contexto del conflicto y las críticas recibidas, o una reacción contra los abucheos y la presión para su exclusión.
- Calidad Artística Percibida por el Público: Otra parte del público simplemente pudo haber disfrutado de la canción y la actuación, independientemente de consideraciones políticas. «Hurricane» era una balada potente que muchos espectadores pudieron encontrar emotiva.
- Voto de la Diáspora y Simpatizantes: Comunidades judías y otros grupos simpatizantes de Israel en Europa podrían haberse movilizado para votar.
- Cautela de los Jurados: Los jurados profesionales, compuestos por expertos de la industria musical, podrían haber sido más cautelosos, quizás influenciados por el clima político o por directrices de sus radiodifusoras para evitar controversias, o simplemente haber tenido otras preferencias artísticas.
Esta divergencia entre jurado y público es un fenómeno recurrente en Eurovisión y añade otra capa de complejidad al debate. Muestra que, mientras las élites culturales o políticas (representadas en cierto modo por los jurados) pueden tener una postura, el público general puede tener otra muy distinta, o sus motivaciones para votar pueden ser diversas y no exclusivamente políticas.
Conclusión: Un Debate Incómodo con Múltiples Aristas
La petición de Pedro Sánchez para que Israel sea expulsado de Eurovisión ha abierto una caja de Pandora de debates complejos y a menudo incómodos. Pone sobre la mesa cuestiones fundamentales sobre la coherencia de las organizaciones internacionales, el papel de la cultura en la política, la legitimidad de los boicots y la delgada línea entre la crítica a un Estado y la evocación de prejuicios históricos.
- Para Pedro Sánchez y sus partidarios, se trata de una cuestión de principios y de no aplicar un «doble rasero» ante situaciones que consideran comparables en su gravedad y en su contravención de los valores que Eurovisión dice defender. Es una postura que busca alinear la participación cultural con el respeto a los derechos humanos y el derecho internacional.
- Para Naftali Bennett y los defensores de Israel, la petición es una muestra de hostilidad injustificada que resuena con oscuros ecos del pasado antisemita de España. Consideran que se singulariza a Israel de manera injusta y que se confunde la crítica a sus políticas con un ataque al pueblo judío.
- Para la UER, es un desafío monumental. Debe navegar entre las presiones políticas de sus miembros, el clamor de la opinión pública, sus propios estatutos y la aspiración de mantener Eurovisión como un evento unificador, aunque la realidad demuestre que a menudo es también un espejo de las divisiones del continente.
Más allá de si Israel será o no expulsado de futuras ediciones de Eurovisión, esta controversia ya ha tenido un impacto significativo. Ha intensificado el debate sobre la relación entre cultura y política, ha puesto de relieve las profundas divisiones en Europa respecto al conflicto israelí-palestino y ha recordado que la historia, incluso la más lejana, puede ser invocada con una fuerza sorprendente en las disputas del presente.
El festival que nació con la vocación de unir a través de la música se encuentra, una vez más, en el epicentro de un debate que trasciende las notas y las coreografías, adentrándose en el terreno minado de la geopolítica, la justicia y la memoria histórica. La resolución de esta tensión, o su persistencia, definirá no solo el futuro de la participación de ciertos países en Eurovisión, sino también el carácter y la relevancia del propio festival en un mundo cada vez más polarizado. La pregunta que queda en el aire es si eventos como Eurovisión pueden realmente mantenerse al margen de las tormentas políticas o si, inevitablemente, se convierten en otro escenario donde estas se manifiestan con toda su crudeza.