En un giro dramático de los acontecimientos, el presidente colombiano Gustavo Petro declaró la ruptura de las relaciones diplomáticas con Israel, citando las acciones del gobierno israelí en Gaza como genocidas. El anuncio, hecho durante una manifestación del Primero de Mayo en Bogotá, marca el final de una relación que abarca siete décadas, alguna vez considerada como una de las más estrechas de Israel en América Latina.
La condena del presidente Petro a la campaña militar de Israel contra el grupo terrorista Hamás en Gaza ha sido inequívoca. Negándose a condenar los ataques de Hamás, ha criticado repetidamente las acciones de Israel, estableciendo paralelismos con la Alemania nazi. La postura de Petro ha intensificado las tensiones entre las dos naciones, culminando con la decisión de cortar los lazos.
El Ministro de Asuntos Exteriores israelí, Israel Katz, denunció rápidamente los comentarios de Petro, calificándolos de antisemitas y llenos de odio. Katz enfatizó la calidez histórica de las relaciones entre Colombia e Israel y condenó el alineamiento de Petro con lo que describió como «monstruos viles» responsables de atrocidades atroces.
La brecha entre Colombia e Israel se profundizó tras las acusaciones de Petro contra el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, de utilizar un lenguaje similar a la retórica nazi en referencia a los habitantes de Gaza. Israel respondió deteniendo las exportaciones de seguridad a Colombia y retirando a su enviado. Las continuas críticas de Petro, junto con las amenazas de romper los vínculos a menos que Israel cumpliera con las resoluciones de la ONU, exacerbaron aún más las tensiones.
Las fuerzas armadas de Colombia, involucradas en un conflicto prolongado con varias facciones, históricamente han dependido del armamento y el apoyo militar israelí. Sin embargo, el alineamiento de Petro con otros líderes latinoamericanos críticos de la campaña de Israel en Gaza, como el ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, subraya un cambio en la dinámica regional.
La decisión de cortar las relaciones diplomáticas subraya el compromiso de Petro de condenar lo que percibe como una injusticia, a pesar de las posibles repercusiones para las capacidades militares de Colombia. También refleja una tendencia más amplia en América Latina, donde Bolivia corta lazos con Israel en solidaridad con Gaza.
Mientras Colombia se une a las filas de naciones que reprenden las acciones de Israel, el costo humanitario del conflicto en Gaza sigue siendo un tema polémico. Si bien Hamás se atribuye miles de víctimas civiles, Israel cuestiona estas cifras, destacando la naturaleza compleja y profundamente arraigada del conflicto.
La ruptura de relaciones diplomáticas entre Colombia e Israel marca un avance significativo en la geopolítica de la región, señala un alejamiento de alianzas de décadas y plantea interrogantes sobre el futuro de las relaciones entre Oriente Medio y América Latina.