El sol de la mañana en Jerusalén iluminaba una escena cargada de simbolismo y emoción contenida. Decenas de miles de fieles se congregaron en la explanada del Muro de las Lamentaciones (Kotel HaMaaraví), el sitio más sagrado del judaísmo accesible para la oración, para participar en una de las ceremonias más conmovedoras y visualmente impactantes: la Birkat Cohanim, o Bendición Sacerdotal, durante la festividad de Pésaj (la Pascua Judía). Pero este año, entre los cientos de Cohanim envueltos en sus talitot (mantos de oración) blancos, una figura destacaba no solo por su juventud, sino por la increíble travesía que lo había llevado hasta allí.
Eliya Cohen, un joven israelí que había soportado 505 días de angustiante cautiverio en los túneles de Hamás en Gaza, se encontraba ahora de pie, libre, elevando su voz junto a su padre y otros descendientes de la línea sacerdotal para bendecir al pueblo de Israel. Para Eliya y su familia, especialmente su madre Sigalit, este momento representaba mucho más que una tradición religiosa; era la culminación de una pesadilla y el renacer de la esperanza.
Un Círculo Cerrado en el Lugar Más Sagrado
«Durante el último año, estuvimos aquí dos veces mientras Eliya seguía atrapado en un túnel», compartió Sigalit Cohen con The Times of Israel, su voz teñida por la emoción del momento. Hablaba desde la azotea del edificio de la Fundación del Patrimonio del Muro Occidental, observando a su hijo abajo, inmerso en la multitud y la oración. «Hoy está aquí, recitando la bendición sacerdotal y otorgándola a todo el pueblo. Es la experiencia más conmovedora que se pueda imaginar. He esperado tanto tiempo por este momento».
La historia de Eliya es una de las muchas tragedias personales nacidas del brutal ataque terrorista perpetrado por Hamás el 7 de octubre de 2023. Como muchos otros jóvenes, Eliya asistía al festival de música Supernova, cerca de la frontera con Gaza, cuando los terroristas irrumpieron, sembrando muerte y secuestrando a cientos de personas. Eliya fue uno de los llevados a la fuerza a Gaza, desapareciendo en la red subterránea de túneles controlada por Hamás.
Su liberación llegó en febrero de 2024, como parte de un frágil acuerdo de intercambio de rehenes. Su regreso fue un milagro para su familia y un faro de esperanza para una nación traumatizada. Pero la alegría de su libertad siempre estuvo teñida por la angustia por aquellos que quedaron atrás.
La presencia de Eliya en la ceremonia de Birkat Cohanim no era solo un acto personal de fe o gratitud. Era una declaración silenciosa pero poderosa. Mientras recitaba las antiguas palabras de la bendición, sostenía carteles con los rostros de dos amigos y compañeros de infortunio que aún permanecen cautivos en Gaza: Segev Kalfon y Alon Ohel. Ambos fueron secuestrados junto a Eliya en el mismo refugio antiaéreo durante el ataque al festival Supernova. Eliya y Alon, de hecho, compartieron gran parte de su terrible experiencia juntos en cautiverio. Al elevar sus imágenes ante la multitud orante, Eliya transformaba su bendición personal en un ruego colectivo por la liberación de todos los rehenes.
La Bendición Sacerdotal: Un Eco Milenario de Fe y Protección
La Birkat Cohanim es un pilar central de la liturgia judía, cuyas palabras resuenan a través de milenios. Se encuentra en el Libro de los Números (Bamidbar) 6:22-26, donde Dios instruye a Moisés sobre cómo Aarón y sus hijos (los primeros sacerdotes, o Cohanim) deben bendecir al pueblo de Israel:
- “Yevarejeja Adonai veyishmereja” (Que Dios te bendiga y te guarde)
- “Yaer Adonai panav eileja vijuneka” (Que haga resplandecer el Señor su rostro sobre ti y te muestre su misericordia)
- “Yisa Adonai panav eileja veyasem lejá shalom” (Que el Señor te levante su rostro y te conceda la paz)
Según la tradición judía, el sacerdocio fue conferido por Dios a Aarón, hermano de Moisés, y a sus descendientes varones a perpetuidad tras el Éxodo de Egipto. A lo largo de los siglos, a pesar de las diásporas y persecuciones, se cree que miles de familias judías en todo el mundo descienden de esta línea sacerdotal. A menudo, apellidos como Cohen, Katz (acrónimo de Kohen Tzedek – Sacerdote Justo), Kaplan o Rappaport pueden indicar esta herencia.
Estos descendientes, los Cohanim, tienen el mandato religioso de impartir esta bendición en momentos específicos, como durante las oraciones de Musaf (adicionales) en Shabat y festividades en la diáspora, y diariamente en Israel. La ceremonia colectiva en el Muro de las Lamentaciones durante las festividades de Pésaj y Sucot es una costumbre relativamente moderna, introducida en la década de 1970, pero que rápidamente se ha arraigado como una tradición querida y masivamente concurrida.
Ver a cientos de Cohanim, envueltos en sus talitot (a menudo cubriendo sus cabezas y rostros como signo de reverencia y para no distraer a la congregación), con las manos extendidas en una forma específica (los dedos separados para formar la letra hebrea Shin, inicial de «Shaddai», uno de los nombres de Dios), mientras cantan al unísono estas palabras antiguas, es una experiencia espiritualmente sobrecogedora. La multitud responde «Amén» después de cada verso, creando una poderosa ola de sonido y fe que reverbera en las piedras milenarias del Muro.
Para la familia Cohen, esta ceremonia adquirió una nueva y profunda dimensión tras el secuestro de Eliya. Sigalit confesó que antes del 7 de octubre, rara vez participaban en el evento masivo del Kotel debido a las multitudes. «Nos sentíamos profundamente conectados con él, pero como siempre estaba muy lleno, nos costaba asistir», recordó. Sin embargo, la tragedia cambió su perspectiva. «Desde el secuestro de Eliya, sentíamos la necesidad de estar más cerca de la schina [presencia divina] y del Muro de las Lamentaciones».
Asistieron durante Sucot y el Pésaj anterior, mientras Eliya aún estaba cautivo, rezando fervientemente por su regreso. «Rezamos para que Eliya pudiera venir personalmente a recitar la bendición sacerdotal», dijo Sigalit. Ver ese anhelo hecho realidad fue una experiencia transformadora. «Ahora que está aquí, como un niño que ha renacido, esperamos que esta oración llegue al cielo y ayude al resto de los rehenes a regresar a casa».
Un Llamado Urgente por los que Quedan Atrás
La presencia de Eliya, sosteniendo las fotos de Segev Kalfon y Alon Ohel, fue un recordatorio constante de la dolorosa realidad que persiste. A pesar de algunas liberaciones, decenas de rehenes siguen en manos de Hamás en Gaza. Las cifras oficiales israelíes indican que 59 rehenes permanecían en la Franja en el momento de la ceremonia, de los cuales se creía que solo 24 seguían con vida. Entre los que no regresaron se encuentra Uriel Baruch, también secuestrado en el festival Supernova, cuyo asesinato fue confirmado y cuyo cuerpo sigue retenido en Gaza. Familiares de Kalfon y Baruch también se encontraban presentes en la ceremonia del Muro, uniendo su dolor y esperanza a la multitudinaria oración.
La ceremonia incluyó no solo las oraciones regulares de Shajarit (mañana) y Musaf, sino también una oración especial y específica por el regreso seguro de todos los rehenes. El clamor colectivo, amplificado por la presencia de un ex rehén que ahora oraba por sus compañeros, añadió una capa de urgencia y fervor a las plegarias.
Sigalit Cohen expresó el sentir de muchas familias: «Esperemos que, gracias a todas estas oraciones, se logre un avance para traerlos de vuelta. Todos deben saber que el regreso de los rehenes debe ser la prioridad». Cuando se le preguntó sobre el complejo dilema político –si el regreso de los rehenes debería priorizarse incluso a costa de detener la ofensiva militar en Gaza, una demanda creciente entre algunos sectores de la sociedad israelí– Sigalit mantuvo una postura centrada en el objetivo humano, dejando las decisiones estratégicas a quienes corresponde: «Gestionar esto no es mi trabajo; es el trabajo del gobierno». Su enfoque, y el de muchas familias, sigue siendo claro: traerlos a casa.
Fe en Medio de la Oscuridad
Un aspecto conmovedor revelado por Sigalit fue el papel que jugó la fe en la supervivencia de Eliya durante su cautiverio. Según su madre, Eliya no llevaba un estilo de vida particularmente religioso antes de ser secuestrado. Sin embargo, enfrentado a la oscuridad, el aislamiento y el terror de los túneles de Hamás, encontró fortaleza en la fe. «Eliya presenció muchos milagros y comprendió que alguien lo guardaba y lo protegía desde arriba», relató Sigalit. Esta transformación espiritual añade otra dimensión a su participación en la Birkat Cohanim, no solo como un deber hereditario, sino como una expresión personal de gratitud y una conexión redescubierta con lo divino que lo sostuvo en sus momentos más oscuros.
Una Ceremonia Desbordante de Asistentes y Esperanza
La Western Wall Heritage Foundation, entidad que administra el sitio y organiza la Bendición Sacerdotal, confirmó la asistencia de decenas de miles de personas. La explanada y las áreas circundantes estaban repletas de fieles de todas las corrientes del judaísmo y de todas las edades. Entre la multitud destacaban figuras públicas, como los Grandes Rabinos Ashkenazi y Sefardí, David Yosef y Kalman Ber, y el Ministro de Seguridad Pública, Itamar Ben Gvir, reflejando la importancia nacional del evento.
Un grupo particularmente visible y vibrante fue el de los judíos de ascendencia etíope. Muchas sombrillas coloridas y elaboradamente decoradas ofrecían sombra a miembros de esta comunidad, algunos ataviados con vestimentas blancas tradicionales y sombreros altos y redondos distintivos. «Esta es una tradición muy especial para nuestra comunidad», comentó Sara Baleta, quien hizo aliá (inmigró a Israel) desde Etiopía en 1993, subrayando la diversidad y unidad del pueblo judío reunido en este lugar sagrado.
La demanda para participar en la ceremonia fue tan alta que la Fundación del Muro Occidental anunció la realización de un evento adicional de Bendición Sacerdotal al día siguiente, para acomodar a todos los que desearan asistir y recibir la bendición.
El Impacto en los Visitantes: Fe y Solidaridad en Tiempos Difíciles
Mientras la ceremonia principal concluía y la multitud comenzaba a dispersarse lentamente, la atmósfera seguía cargada de espiritualidad. Algunas familias aprovechaban para tomar fotografías, otras compartían un picnic improvisado en los escalones cercanos, y muchas personas continuaban acercándose al Muro para oraciones personales, deslizando pequeñas notas con peticiones y plegarias entre las antiguas piedras.
Josh Aronowitz, un visitante de Filadelfia que viajó a Israel con su esposa y cinco hijos para celebrar Pésaj, compartió su experiencia con The Times of Israel. «Fue una mañana poderosa», dijo. Para él y su familia, era su primer viaje a Israel desde el ataque del 7 de octubre. A pesar de las preocupaciones iniciales sobre la seguridad, afirmó no haber tenido experiencias negativas. «Estamos todos muy emocionados de estar aquí».
Aronowitz recordó su visita anterior durante Sucot, justo antes de la guerra, y cómo las multitudes dificultaban el acceso al Muro con un cochecito. «Esta vez, logramos estar dentro [del área de oración] con nuestros hijos, escribimos notas para pegarlas en las piedras y ahora vamos a dar caridad. Ha sido muy significativo».
Participar en la oración por los rehenes fue particularmente importante para ellos. «Es una de las razones por las que vinimos hoy», explicó Aronowitz. «En Estados Unidos, escuchamos esta oración en nuestra sinagoga, pero escucharla aquí fue increíblemente conmovedor». Su testimonio refleja el sentimiento de muchos judíos de la diáspora que sienten una conexión profunda y una solidaridad inquebrantable con Israel, especialmente en tiempos de crisis. La visita al Kotel y la participación en sus rituales se convierten en actos de apoyo, fe compartida y esperanza colectiva.
Conclusión: Un Faro de Esperanza en el Corazón de Jerusalén
La ceremonia de Birkat Cohanim en el Muro de las Lamentaciones durante Pésaj de 2024 será recordada por la poderosa imagen de Eliya Cohen. Su presencia, apenas unos meses después de ser liberado del infierno de Gaza, transformó un antiguo ritual en un símbolo viviente de resiliencia, fe redescubierta y la inquebrantable esperanza por la libertad. Al levantar su voz en bendición y al mismo tiempo elevar las imágenes de Segev Kalfon y Alon Ohel, Eliya unió su milagro personal al clamor colectivo por aquellos que aún sufren en cautiverio.
En un lugar donde las oraciones han ascendido durante siglos, la plegaria de este Pésaj tuvo un peso particular. Fue un recordatorio de la fragilidad de la paz, del dolor profundo que atraviesa a la sociedad israelí, pero también de la fuerza que emana de la unidad, la tradición y la fe compartida. La imagen de Eliya Cohen, el ex rehén que volvió para bendecir a su pueblo y rogar por sus hermanos cautivos, resonará como un faro de esperanza, iluminando el camino hacia la anhelada paz y el regreso a casa de todos los secuestrados. El Muro de las Lamentaciones, testigo silencioso de la historia judía, acogió una vez más las lágrimas, las oraciones y la indomable esperanza de su pueblo.