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Un Sello Bíblico de 2.600 Años Descubierto en Jerusalén: ¿Prueba Arqueológica del Reino de Josías?

Un pequeño sello de arcilla hallado en el Monte del Templo, con una inscripción bíblica, podría pertenecer a Asayahu, funcionario del rey Josías. El hallazgo revela conexiones arqueológicas con relatos bíblicos del siglo VII a. C.

En un hallazgo que ha despertado un inmenso interés tanto entre arqueólogos como entre estudiosos de la Biblia, un minúsculo sello de arcilla (bulla) de 2.600 años de antigüedad fue descubierto recientemente en Jerusalén, específicamente en el suelo del Monte del Templo. El artefacto, que lleva inscrito un nombre bíblico en escritura paleohebrea, podría haber pertenecido a un funcionario del rey Josías, uno de los monarcas más influyentes de la historia de Judá.

Este descubrimiento no solo aporta nuevas pruebas arqueológicas del período del Primer Templo, sino que también refuerza la conexión histórica entre la Biblia y los vestigios materiales hallados en Tierra Santa. A continuación, exploramos a fondo el contexto, la importancia y las implicaciones de este hallazgo que ha sacudido el ámbito académico y religioso.

El hallazgo del sello: una reliquia del siglo VII a. C.

Un Sello Bíblico de 2.600 Años Descubierto en Jerusalén: ¿Prueba Arqueológica del Reino de Josías?
Un sello de arcilla del período del Primer Templo con la leyenda ‘Yed[a‛]yah (hijo de) Asayahu’, hallado en el Proyecto de Cribado del Monte del Templo en julio de 2025. (Proyecto de Cribado del Monte del Templo)

El artefacto fue descubierto como parte del Proyecto de Cribado del Monte del Templo, una iniciativa arqueológica en curso que examina toneladas de escombros trasladados ilegalmente por el Movimiento Islámico a finales de los años 90 desde el Monte del Templo hasta el Valle de Kidron. Este programa, codirigido por los arqueólogos Zachi Dvira y Gabriel Barkay, ha recuperado miles de fragmentos valiosos que de otro modo se habrían perdido para siempre.

¿Qué es una bula?

Las bullae eran pequeños sellos de arcilla usados en el antiguo Israel para asegurar vasijas, puertas o documentos. Se colocaban sobre nudos de cuerdas y eran impresas con un sello personal o administrativo. Su función era evitar la manipulación indebida de bienes o correspondencia oficial, y se consideran testimonios tangibles del aparato burocrático del antiguo reino de Judá.

La inscripción: un nombre que resuena en la Biblia

El sello en cuestión contiene una inscripción claramente legible en escritura paleohebrea que dice:
“Perteneciente a Yed[a‛]yah (hijo de) Asayahu”

Este nombre no es nuevo para los lectores de la Biblia. El nombre Asaya (o Asayahu, en su forma extendida) aparece tanto en 2 Crónicas 34:20 como en 2 Reyes 22:12, donde se menciona a Asaya como ministro del rey Josías durante una época de reformas religiosas trascendentales en Judá.

Referencias bíblicas directas

  • 2 Crónicas 34:20:
    «Entonces el rey dio orden a Hilcías, a Ahicam hijo de Safán, a Abdón hijo de Micaía, al escriba Safán y a Asaya, siervo del rey…»
  • 2 Reyes 22:12:
    «Y el rey dio órdenes al sacerdote Hilcías, a Ahicam hijo de Safán, a Acbor hijo de Micaías, al escriba Safán y a Asaya ministro del rey…»

El sufijo “-yahu” al final del nombre Asayahu es una forma teofórica, común en nombres hebreos antiguos, que hace referencia al nombre de Dios (YHVH), lo cual refuerza el valor espiritual y político del portador del sello.

El contexto histórico: el reinado de Josías

El descubrimiento cobra aún mayor relevancia cuando se contextualiza dentro del reinado del rey Josías (siglo VII a. C.), una figura emblemática en la historia bíblica por haber liderado una gran reforma religiosa tras el hallazgo del “Libro de la Ley” en el Templo.

Josías centralizó el culto en Jerusalén y eliminó prácticas paganas, restaurando así el culto al Dios de Israel. Fue un período de alta actividad religiosa y administrativa, lo que concuerda perfectamente con el uso de bullae para controlar tesoros y documentación oficial desde el Templo o el palacio real.

¿Quién era Asayahu?

Aunque no se puede confirmar con certeza que el “Asayahu” mencionado en la bulla sea el mismo Asaya de los textos bíblicos, las coincidencias son notables. El arqueólogo Zachi Dvira señala que:

“Obviamente, no estamos seguros de que el Asayahu mencionado en el sello sea el mismo que aparece en la Biblia. Sin embargo, varios artefactos similares encontrados en la zona del Monte del Templo llevan nombres bíblicos, lo cual tiene sentido, ya que no eran objetos usados por la gente común”.

Además, otro sello que también menciona a “Asayahu, sirviente del rey”, fue identificado hace unos 20 años. No obstante, ese ejemplar provenía del mercado de antigüedades, por lo que su autenticidad es menos verificable.

El Proyecto de Cribado del Monte del Templo: arqueología en terreno sagrado

Origen del proyecto

La génesis del proyecto se remonta a finales de los años 90, cuando la Rama Norte del Movimiento Islámico realizó excavaciones ilegales para construir una mezquita subterránea en los Establos de Salomón, dentro del complejo del Monte del Templo. Miles de toneladas de tierra fueron desechadas sin supervisión arqueológica.

Este acto provocó una respuesta inmediata por parte de arqueólogos como Barkay y Dvira, quienes lograron rescatar unas 9.000 toneladas de escombros y trasladarlas para su análisis meticuloso, dando origen al Temple Mount Sifting Project.

Cribado moderno y técnicas avanzadas

Actualmente, el proyecto opera desde el sitio Mitspe Hamasuot, en el Monte Scopus, con el apoyo del Fondo de Desarrollo Comunitario Judío de la Cresta del Monte de los Olivos y de los Amigos Americanos de Beit Orot. En este lugar, voluntarios y arqueólogos tamizan meticulosamente tierra y restos con tecnologías modernas.

Para analizar el sello de Asayahu, se usó la técnica de Imágenes por Transformación de Reflectancia (RTI), que permite visualizar detalles que serían invisibles al ojo humano. Esta metodología aumenta la precisión en la lectura de inscripciones antiguas.

El hallazgo que casi pasa desapercibido

El descubrimiento del sello fue completamente fortuito. El arqueólogo Mordechai Ehrlich estaba inspeccionando un contenedor lleno de restos óseos tamizados cuando notó que uno de los fragmentos no era un hueso, sino arcilla con inscripciones.

Según Dvira:

“El artefacto parecía un hueso y tenía el color de un hueso, pero Ehrlich se dio cuenta de que era un objeto de arcilla y que tenía una inscripción”.

Este momento fue crucial para rescatar uno de los artefactos más significativos del proyecto en más de dos décadas de existencia.

Tishá Be Av: El simbolismo del hallazgo

El descubrimiento del sello se produjo días antes de Tishá Be Av, el día de duelo nacional judío que conmemora la destrucción del Primer Templo por los babilonios en el año 586 a. C. y del Segundo Templo por los romanos en el 70 d. C.

Que un artefacto del período del Primer Templo, posiblemente ligado a un administrador del reino de Josías, emergiera justo antes de esta fecha, fue considerado muy simbólico por los investigadores.

Relevancia arqueológica y espiritual

El Monte del Templo es uno de los lugares más sagrados y disputados del mundo. Cualquier hallazgo arqueológico proveniente de esa zona tiene implicaciones tanto históricas como políticas. Debido a las restricciones impuestas por el Waqf islámico, no se pueden realizar excavaciones directas allí, lo que hace que el cribado de tierra desplazada sea aún más vital.

Este hallazgo:

  • Refuerza la presencia administrativa hebrea en Jerusalén durante el período del Primer Templo.
  • Establece vínculos tangibles entre personajes bíblicos y artefactos materiales.
  • Subraya la importancia de continuar el Proyecto de Cribado como vía para recuperar la historia antigua de Jerusalén.

El diminuto sello de Asayahu, con su inscripción perfectamente legible en paleohebreo, es mucho más que una pieza de arcilla. Es un portal hacia el pasado bíblico, una evidencia que podría conectar la arqueología con las páginas de las Sagradas Escrituras. Aunque la identificación precisa de su dueño seguirá siendo debatida, el contexto, la datación y la coincidencia del nombre con los textos bíblicos ofrecen un argumento poderoso a favor de su autenticidad e importancia histórica.

Con cada fragmento rescatado del polvo del tiempo, la historia de Jerusalén se vuelve más vívida, más tangible y más cercana a las narrativas que durante milenios han dado forma a la identidad espiritual de millones de personas. Este descubrimiento, sin duda, marcará un nuevo hito en el diálogo entre fe, ciencia e historia.

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