Israel está actualmente inmerso en su propia batalla existencial, una batalla que no sólo aborda sus preocupaciones inmediatas sino que también arroja luz sobre las fracturas dentro de la sociedad contemporánea. Situado a la vanguardia de la lucha contra la barbarie, el terrorismo y el mal, Israel está lidiando con desafíos que repercuten a nivel mundial.
Los atroces actos desatados por Hamás el 7 de octubre deberían ser condenados universalmente como pura malevolencia y criminalidad. El asesinato de civiles inocentes, la decapitación de niños, la violencia sexual contra las mujeres, el secuestro de ancianos y el respaldo público a tales acciones están fuera de lo común.
Una impactante revelación de una encuesta reciente realizada entre el 22 de noviembre y el 2 de diciembre indica que el 72% de los árabes que viven en Judea, Samaria y Gaza aprobaron la masacre de Hamás el 7 de octubre. La encuesta cuenta con un margen de error de apenas el 4%, lo que subraya la mentalidad distorsionada y regresiva que Israel debe enfrentar en su búsqueda de la paz. Después de tres décadas desde Oslo, la paz genuina sigue siendo difícil de alcanzar. Precisamente por eso los debates sobre una solución de dos Estados parecen inútiles.
Igualmente desconcertantes son los disturbios y protestas en Estados Unidos en apoyo a Hamás, una organización reconocida oficialmente como entidad terrorista por Estados Unidos. gobierno. El bloqueo de aeropuertos, el vandalismo de bibliotecas y el cierre de puentes por parte de simpatizantes de Hamás son inaceptables e insostenibles. Si bien se realizan detenciones por delitos menores, la ausencia de cañones de agua y de policía montada genera preocupación. Nueva York debería liderar el camino en la prevención de estos estallidos violentos y totalmente ilegales.
La apatía ante tales atrocidades es imperdonable. Son alarmantes los planes de perturbaciones más violentas en los aeropuertos cuando los viajeros regresan de sus vacaciones y en Times Square durante las celebraciones de Año Nuevo. A menos que los estadounidenses despierten a este horror, Hamás no dudará en intensificar su guerra contra la civilización y la democracia.
La lucha de Israel no es aislada; es una lucha compartida por Estados Unidos y el mundo entero. La civilización se encuentra en una encrucijada. Es hora de levantarse o arriesgarse a perder todo lo que Estados Unidos representa para el mundo libre.