Miles de personas en el mundo se ven a sí mismas como parte de la “familia judía” buscando poder encajar con la religión y ya muchos han optado por la conversión, un tendencia que va en crecimiento.
El proceso de conversión al judaísmo penetra en la parte más profunda de la persona: en su carácter y espiritualidad. Exige un examen de sí mismo y de todo lo que representa la conversión para poder cumplir con todo el ciclo de obtener una nueva identidad.
Luego de los múltiples ataques que ha recibido la comunidad judía a lo largo de la historia, los rabinos siempre han sido muy estrictos con que los candidatos a la conversión consideren cuidadosamente las motivaciones que lo impulsan a realizar su transformación. Incluso, algunas potencias mundiales en momentos de la historia prohibieron la conversión al judaísmo en la búsqueda inexplicada de extinguir la fe.
El Talmud que es un texto central del judaísmo que registra las discusiones rabínicas sobre la ley judía, ética, costumbres, historia y filosofía, afirma que las primeras preguntas que le hace el Beit din (corte rabínica del judaísmo) al posible converso, tienen que ver directamente con la motivación: “¿Por qué deberías convertirte en un prosélito? ¿Sabes qué el pueblo de Israel en la actualidad es perseguido, oprimido, despreciado, acosado y vencido por las aflicciones?”
Diferentes Corrientes:
El judaísmo tiene diferentes corrientes o movimientos y cada una tiene maneras muy diferentes de describir a un “judío correcto”, es por ello que los requisitos y condiciones para la conversión al judaísmo pueden variar significativamente entre ellos. Un Beit Din tradicional, por ejemplo, espera que la conversión se base totalmente en el deseo de convertirse en judío, mientras que los movimientos liberales permiten más libertad en la motivación inicial de un candidato. Muchos rabinos liberales están dispuestos a hacer conversiones por el bien de un matrimonio que está a punto de realizarse, con el razonamiento de que la exposición al judaísmo dentro de la relación íntima, logrará finalmente que el converso acepte la religión y ser parte de ella con bastante gusto y entendiendo que es la verdadera fe válida.
El proceso de conversión al judaísmo es todo un tema controversial entre los diferentes movimientos. Mientras que los rabinos tradicionales esperan que el candidato se someta a todos los rituales prescritos es las leyes y tradiciones, los rabinos liberales pueden usar los rituales de manera más selectiva.
Dentro de ciertos movimientos, a menudo, hay diferencias de un país a otro, por lo que sí estás esperando mudarse a otro país, es posible que desees asegurarse de que tu conversión cumpla con los estándares de la comunidad judía del lugar. También es aconsejable asegurarse de que el rabino o la institución con la que estás estudiando sea ampliamente respetado y que otros rabinos e instituciones reconozcan sus conversiones.
Pasos hacia la conversión:
Estudio
Los candidatos a la reconversión deben aprender acerca de la religión y la cultura judía. Lo ideal es que busquen estar en contacto con muchas experiencias judías y hablen con un rabino al inicio del proceso. Muchas personas comienzan inscribiéndose en las clases de Introducción al Judaísmo o Judaísmo 101, que se ofrecen con frecuencia en las sinagogas, los centros comunitarios judíos y otras instituciones judías.
Si estás en búsqueda de estudiar y conocer más acerca del judaísmo, te recomendamos ponerte en contacto con tu federación judía local o el centro comunitario judío, o pedir consejos y ayuda las personas cercanas que comparten la fe del judaísmo.
Una vez que el rabino y el futuro converso acuerdan que ha llegado el momento de la conversión al judaísmo y todo está listo comienza el procedimiento de la conversión formal.
Circuncisión:
Si el nuevo converso es masculino, el primer paso en una conversión tradicional es someterse a Brit Milá, o circuncisión, este procedimiento debe realizarse por un médico y en un hospital antes de la presentación ante el Beit Din. Es un procedimiento es estrictamente quirúrgico y no incluye ritual ni bendiciones específicas.
En el caso de que el candidato ya esté circuncidado, es parte de la tradición que después de la conversión se realice el Hatafat Dam Brit (extracción ritual de una gota de sangre) que consiste en provocar un pequeño sangrado (una gota) en el pene mientras se pronuncian las bendiciones por un rabino o mohel.
Beit Din (Corte Rabínica):
Una vez que la circuncisión se ha curado, se constituye un Beit Bin. Este tribunal de tres personas, que generalmente comprende al menos un rabino y otros dos judíos observantes que conocen las leyes de conversión, tiene la autoridad exclusiva para decidir sobre la conversión de quien la solicita.
El Beit Bin explora la sinceridad del candidato y evalúa su conocimiento, motivación e intención de vivir como judío. Para los judíos tradicionales, un converso debe aceptar el kabalat ol ha-mitzvot, es decir, aceptar el yugo de los mandamientos y comprometerse con el cumplimiento de todas las ordenanzas judías. Los rabinos liberales solo piden un compromiso para cumplir los mandamientos seleccionados.
Mikve (Baño Ritual):
Una vez que el Beit Din está seguro de la sinceridad del candidato, este generalmente se sumerge, si está disponible, en la piscina ritual, o mikve, o puede ser también en un lago, océano, o, en algunos casos, en una piscina (solo cierta autoridades ortodoxas permiten una piscina).
El mikve es muy simbólico, porque representa el estado intermedio del converso, que está experimentando lo que equivale a un renacimiento espiritual. La inmersión, conocida como tevilah, limpia simbólicamente al converso de delitos pasados y lo prepara para un futuro y destino diferente.
Después de la inmersión, el converso se considera oficialmente un judío y puede de recitar legítimamente las bendiciones.
Nombre Hebreo:
El judío recién converso debe tomar un nombre hebreo. Sin embargo, solo el nombre no es suficiente para ubicar a una persona dentro de la tradición judía. Cuando los judíos firman documentos legales o son llamados a la Torá, lo nombres de sus padres se agregan a sus nombres hebreos para ubicarlos en el espacio espiritual judío.
Un converso tradicionalmente adopta a Abraham y Sarah como padres espirituales y en situaciones legales se le conoce como «ben Avraham Avinu», «hijo de nuestro Padre, Abraham» o «bat Sarah Imenu», «hija de nuestra Madre, Sarah»
Después de la conversión al judaísmo:
Incluso para los conversos más sinceros, el período posterior a la conversión puede ser desafiante, ya que los nuevos judíos en algunos casos restablecen las relaciones con sus familias biológicas, también desarrollan nuevos lazos con familias judías recién adquiridas y trabajan duro para cerrar la brecha emocional que se genera al estar; entre sentirse como “Un converso” y ser un judío que realmente se siente parte de Israel, el pueblo judío.
Con paciencia, persistencia y la comprensión de que el proceso es uno de evolución, no de revolución, el converso adquiere esa combinación de conocimiento, hábito y cultura que constituye una identidad judía perdurable.